sábado, 19 de noviembre de 2011

NEW WORK BY ÉDUARD LOCK. En Danza Batida y Agitada

Batida y Agitada, ciertamente, exagerando la recomendación clásica de Bond, James Bond para sus selectos combinados. La vemos representada dentro del XXVI Festival Internacional de Danza de Madrid, Teatros -bien por dentro oficinesco por fuera- del Canal de Y-II, por la compañía "La La La Human Steps", que viene a querer decir algo así como "Pasos Humanos interpretados por Massiel".
Según el programa del Festival, el señor Éduard Lock parece ser que "ha re-inventado y desarrollado un lenguaje único" que consiste en "una técnica de ballet, acelerada, precisa y al servicio de la narrartiva deconstruída a partir de dos óperas: Dido y Eneas, de Puercell, y Orfeo y Eurídice, de Gluck."
La primera se apoya en una música barroca inglesa de la segunda mitad del 1.600, melancólica y a veces bronca que aburre bastante. La segunda, escrita hacia finales del 1.700 por el músico director de la ópera vienesa, es más vibrante, sentimental y gracias a la orquesta organizada sobre una base instrumental que va del Jazz al Tango moderno, se acerca a un sonido que nos recordaba al minimalista inglés Michael Nynamm, cosa que consiguió entretenernos bastante más que la primera y sacarnos del sopor dejado por ella.
Pero lo cierto es que la interpretación, la danza en sí, encarnada en catorce agitados, batidos, esforzados y excelentes, mujeres y hombres, bailarines, siguió siendo la misma en ambas piezas o partituras, conducida por esa técnica acelerada y precisa, pero agotadora, no sólo para los intérpretes bien entrenados para estas lides, sino sobre todo para los agitados y batidos espectadores que esperaban, esperábamos, algo más romántico, sentimental, sensual y sensible ballet moderno, y no una re-construcción de las manipulaciones que habrá sufrido el pobre Pinocho mientras su Dios Gepeto lo iría modelando, articulando y contorsionando para enseñarle como sería eso de ir siendo humano.
Tal como el propio programa del Festival parece querer dar a entender en su portada al colocar, justamente, un moderno muñeco articulado, más avanzado que Pinocho, apuntando un paso de ballet.
Lo cierto es que el uso de tal técnica comentada nos ha dejado a nosotros, y a muchos de los otros espectadores según los comentarios escuchados a la salida, bastantes fríos a excepción de esa parte final donde ballet y música sí parecían llevarse bien. Es difícil mantener una hora y media de espectáculo danzante apoyándose practicamente en una misma coreografía repetida con algunas pocas innovaciones, y sobre todo que esa coreografía, esa expresividad de una música y una historia,
fuera tan mecanicista, fría, minimalista en el peor sentido, acelerada, agitada y batida al mismo tiempo, lo que habrá dejado a nuestro heroico agente secreto del M-16 absolutamente a-batido.
Repetida también la iluminación, la puesta en escena y los pocos toques de modificación del espacio, pensamos que a lo mejor para mantener una unidad descriptiva entre las dos bases operísticas.
Alguna vez llegamos a sentir, percibir e incluso desear, el olor de la segura pluritranspiración de los intérpretes, amén de gozarnos, aquí sí, de escuchar sus jadeantes respiraciones agitadas y batidas. Era, hubiera sido, el único disfrute sensual y sensible en ese desfile de autómatas exaltados.
¿Pinocho? Sí que se merecía la humanidad.
 

sábado, 5 de noviembre de 2011

DEMOCRACIA, APARTA DE MÍ ESTAS ELECCIONES

Como página de Arte y sus alrededores, no sé por que ésta, en la que escribo, no debería circunnavegar la Política, ese "Arte de lo Posible" construído y destruído durante siglos que nos legaron los antepasados, sobre todo la heroica Grecia de los filósofos, hoy malamente presionada contra las cuerdas de la historia.
Sí, la Historia que tratan de hacer los que van camino de dominar el mundo y hacernos creer que nos respetan el cascarón ordenativo mientras nos cuelan los virus de la dependencia por las entrepiernas. Ya casi no somos libres, salvo para elegir entre las cosas y parafernalias de todo tipo que nos ponen al alcance de los ojos, y nos machacan con los mensajes escritos o retransmitidos que embotan el cerebro, mientras nos aligeran la capacidad económica para hacernos más dependientes.
¿A qué tanta campaña electoral cuando terminaremos por tener que adoptar, obligatoriamente, la misma política servida por unos u otros? ¿Quién se supone que la hará mejor, o menos cruel? Quizás sea lo único que podamos elegir. ¿Pueden nuestras izquierdas tradicionales, embotadas además de en la interna, en esa lucha básica por el mismo tipo de poder, ofrecer algo mejor y posible?
Quizás sí, pero no se atreven o no pueden, o no tienen la suficiente confianza y peso social. ¿Son acaso capaces de convencer a las amodorradas masas de votantes sintonizados con el sistema de que "Otro mundo es posible"? Si se anhela, claro.
Recordemos que los partidos políticos al uso han desconfiado, tolerado o apoyado tangencialmente, por puro interés circunstancial, a las nuevas corrientes de pensamiento y acción reivindicatoria que están surgiendo desde una parte de la juventud, y que vienen amasándose desde hace años a través de nuevas formas de intercambio y acción social, comprometidas con las mejores razones del ser humano para recuperar las viejas y perennes ideas progresistas. Juventudes quizas esperanzadas en el mandato verdadero de la mejor parte de las religiones, que sin embargo se han visto obligadas a tratar de construírlo en lo social y directo.
El Movimiento del 15-M y componentes adheridos, acaban de colgar sus carteles crítico-electorales en los centros de las grandes capitales españolas, y del mundo. Revindican, peyorativamente, a los verdaderos candidatos autoelegidos hace tiempo por la forja de su propia historia, la que los gobiernos llamados democráticos han dejado construír: Los Banqueros, los Líderes del famoso "Mercado Social" al que nos ha entregado hasta nuestra propia Constitución en la búsqueda confusa de una Libertad que ha terminado por ser Vigilada.
Hay mucha gente, ciudadanos, partidarios o no, creyentes en que un gobierno encarnado por los miembros de otro partido van a venir a salvarnos de esta catástrofe que alcanza parámetros globales, como si de una legión de ángeles del cielo bajara para redimirnos de todos los pecados (supuestos y alborotados), del gobierno anterior, justamente presionado para hacerlo por los que hoy reivindican su voluntad salvadora a bombos y platillos. ¡Qué paradojas, qué metralla populista!
Los ciudadanos que dilucidamos qué hacer en estas forzadas elecciones, con quién quedarnos, qué acto racional y sensible canalizar que justifique, al menos medianamente, nuestra fé en la humanidad, nuestra creencia en que el hombre es animal superior de evolución, necesitaríamos mucho más que un día en reflexionar sobre este batiburrillo interesado de los pòlíticos sin dejarnos la autoestima por el camino.
Parece ser que por ahora será mejor encomendarse al tiempo del cambio personal para entender la cuestión y las trampas que lleva implícita. Hay ya mucha gente que está en ese discurrir, pero hace falta mucha más, hace falta que este mundo globalizado, en muchas cosas buenas pero por ahora en muchas más malas y nefandas, se acerque a una verdad que no sea la del Rey, es decir la del poder. 

sábado, 8 de octubre de 2011

Eduardo Mignogna. Cinco años después

Cinco años después de su muerte en 6/10/2006 no encuentro en Internet ninguna alusión al respecto. Queda sólo la memoria parcial y especializada de su paso profesional por la vida, de su vida de creador literario y cinematográfico. Cinco años después sólo las palabras electrónicas recuerdan parte de su presencia en este lado de la vida. Todo lo que escribí sobre él como persona y publiqué en la red no lo encuentro, sólo lo que escribí en este mismo blog.
Habría que volver a decir: "Qué solos se quedan los muertos", y agregar: ¡Y qué olvidados, devorados por el tiempo!
El Eduardo Mignogna que hizo, fué y vivió, y parte de todo ello la pasó conmigo entre sueños infantiles, adolescentes y de juventud.
Comparto su memoria con la de mis padres y parentela común, hijos ambos de la migración italiana a la Argentina del fantasioso porvenir, y a veces cierto, que compartimos entre los gobiernos de Perón y el asesinato de la Democracia hasta nuestra aventura europea.
Un hombre, un ser humano, es mucho más que su curriculo, pero al menos éste sirve para encontrarlo entre las páginas acumuladas de la historia. Nunca hablamos ni siquiera elucubramos sobre quien abandonaría primero su paso por la vida; me cuesta siempre saber que fué él.
Por ahora te recuerdo Eduardo, y me duelo de no poder compartir contigo al menos este presente.

Norberto Spagnuolo di Nunzio
In Memorian
6/10/2011

viernes, 26 de agosto de 2011

ARA MALIKIAN. REBELDE Y PRODIGIOSO


El violinista libanés de origen armenio afincado en nuestro país desde hace algunos años, tan prodigioso como violinista como incansable a la hora de imaginar espectáculos para irradiar el amor a la música y a su magia, la de él y la de la música, y tan próximo en eso a la cultura de sus orígenes, nos describe en su última aparición (última, penúltima o simultánea, pues entre otras cosas practica la pluralidad interpretativa), su propia metáfora de la vida: ser libre, alegre, multiactivo y polivalente y sobre todo sencillo. "Un cuento armenio", título del espectáculo para niños de 4 a 12 años, pero al que asistimos no sólo los niños, sino sus padres y un montón más de adultos sin niños ni padres dispuestos a disfrutar, nos relata en compañía de su "Ensemble" de tres músicos y una actriz, lo que puede ser la metáfora de su propia vida y , quizás, la del pueblo armenio. Alegría, sencillez, recursos de sobrevivencia, y contagiable magia vital.

Como cultura, conocí un poco más al puelo armenio desde que comparto, esporadicamente, su espacio vital en el porteño barrio de Palermo Viejo, calle de Malabia, donde se asientan no sólo sus viviendas sino una serie de servicios y comercios, restaurantes, centros culturales y la iglesia que los aglutina con el recordatorio de la masacre de comienzos del siglo XX. Todo ello vigilado discretamente por efectivos de la Policía Federal.

Este último espectáculo de Ara Malikian no es que sea extraordinario, aunque el grupo lo lleva a cabo con énfasis y satisfacción, y el público, sobre todo los niños, se la pasa estupendamente requiriendo al final repetidos bises. Pero lo cierto es que el artista armenio, a pesar del bajo tono general y del escueto argumento que se maneja, consigue despuntar por su prodigiosa calidad interpretativa, como violinista, y su suficiente empaque como intérprete. Lo que muchos de sus seguidores adultos nos preguntamos es si con estos espectáculos de difusión popular de la música, Malikian nos está sustrayendo el poder verlo y oírle en conciertos de fuste, no por el lugar de interpretación, sino por el nivel de la música.

Particularmente y junto a mi esposa, conocimos a Malikian en unas semanas musicales que se organizaban a finales de los 90 en la villa medieval de Covarrubias, Burgos, donde además de dar clases para pequeños estudiantes locales o externos, los músicos/profesores daban pequeños conciertos en los pueblos cercanos, aparte de en la propia villa milenaria.

Así pudimos ver y escuchar las excelencias y entusiasmo interpretativo de Ara Malikian en el recientemente restaurado monasterio de San Francisco de Silos a cargo de los mismos padres del convento principal de Santo Domingo. En esa ocasión, el violinista armenio nos entusiasmó con los siete conciertos de Paganini sin ningún otro acompañamiento. Desde entonces no hemos podido dejar de seguirlo, pero nos llama la atención, y por otro lado nos atrae, esa capacidad y libertad del artista para huír de los grandes oropeles que una figura como él merece, y dedicar sus esfuerzos e imaginación a estas conjunciones musicales a nivel popular. Aunque todo hay que decirlo, el público, niños y padres, asistentes a este espectáculo eran claramente representantes de una burguesía media cultivada y de buen nivel de vida que, seguramente, quieren dotar a sus vástagos de una cultura musical al menos suficiente.

Norberto Spagnuolo di Nunzio

JMJ versus 15-M - Laicos y demás Violencias, pataleos, ¿diferencias?


Madrid, semana del 16 al 22 de agosto de 2011

En algún momento de estos días de algaradas opositoras entre juventudes cristianas concelebradas y laicas reivindicativas, devenidas de la presencia masiva de los primeros aupados en la visita del Papa, y de las viejas reclamaciones constitucionalistas de los segundos -que comparto-, presentí que, a la larga, ambas representaciones iban a llamarse a la reflexión y acercamiento. No sé a quién se le habrá ocurrido primero, quién se haya arrepentido cristiana o civilmente antes y mejor, o quien pudo haber ofrecido con más voluntad su otra mejilla, pero lo cierto es que hoy, Domingo 21, los medios de comunicación anuncian una acordada asamblea conjunta para “limar diferencias” en la disputada Puerta del Sol.
Mientras tanto, pienso que ambos grupos representativos metieron la pata como si fueran colegiales ofendidos/vengativos presionadas por sus respectivas dependencias, y de paso por los encargados del orden, quizás sesgadamente aleccionados estos en sus deberes autoritarios. Y que sus enfrentamientos sobre la posesión y derechos del espacio público Puerta del Sol recuerdan las “tanganas”  de los alumnos en el patio del colegio, o de los futbolistas sobre el césped del estadio. Pura descarga energética contradicha.
Cuentan los medios que en algún momento de tales oposiciones ideológico-territoriales, la juventud declaradamente cristiana y visitante practicó la virtud de los antiguos mártires, resolviendo arrodillarse y ponerse a rezar frente a las supuestas “hordas” laicas republicanas. Actitud que uno no sabe si achacar a algún tipo de recomendación superior irrenunciable sobre el lugar, o a puro cachondeo expresivo del supuesto débil. Tampoco sé si tal decisión tuvo que ver, como también comentan algunos medios, con la respuesta cristiana a las supuestas  vejaciones de acción y palabra con que fueran agredidos por los fervorosos laicos, agnósticos, ateos y cristianos periféricos.
Lo que sí me creo, y que también han aireado otros medios, es que posiblemente parte de la autoridad responsable no estudió con previsión el asunto en todas sus posibilidades y riesgos. O que simplemente afronto una dificultosa elección con pocas ganas de guardar y hacer guardar la manifestación de los reivindicativos laicos, esos “pesados” que insisten en querer cambiar el curso de la historia social y política de este país a pesar de los que dicen que lo dirigen.
Los rastros de la historia anterior juegan esas malas pasadas, y como seres humanos aún albergamos resentimientos, dudas y temores. Sin embargo tenemos ante nosotros una interesante reflexión frente al espejo de una juventud que se mira a ambos lados de aquél, con edades y ansias de vivencia y protagonismo similares.
Veremos lo que da de sí la asamblea conjunta de esta noche, aunque me temo que, salvo error u omisión, la mayor práctica dialéctica y de libertad de los 15-M y adheridos logre al menos confundir y hasta seducir a los tiernos, voluntariosos, y a veces inocentes JMJ.
Última hora. Los medios aclaran que a la reunión tan solo se presentaron cuatro peregrinos, no sabemos si debido al cansancio acumulado en la mayoría, que eran los únicos con capacidad de conciliación, o que dado que se van a sus lugares de origen, a esa mayoría les importa tres pitos la discusión territorial. La única representante que habló creo que dijo que no entendía nada de todo el asunto.

Norberto Spagnuolo di Nunzio
22/06/2011

domingo, 10 de julio de 2011

ARA MALIKIAN. REBELDE Y PRODIGIOSO

jueves 7 de julio de 2011


El violinista libanés de origen armenio afincado en nuestro país desde hace algunos años, tan prodigioso como violinista como incansable a la hora de imaginar espectáculos para irradiar el amor a la música y a su magia, la de él y la de la música, y tan próximo en eso a la cultura de sus orígenes, nos describe en su última aparición (última, penúltima o simultánea, pues entre otras cosas practica la pluralidad interpretativa), su propia metáfora de la vida: ser libre, alegre, multiactivo y polivalente y sobre todo sencillo. "Un cuento armenio", título del espectáculo para niños de 4 a 12 años, pero al que asistimos no sólo los niños, sino sus padres y un montón más de adultos sin niños ni padres dispuestos a disfrutar, nos relata en compañía de su "Ensemble" de tres músicos y una actriz, lo que puede ser la metáfora de su propia vida y , quizás, la del pueblo armenio. Alegría, sencillez, recursos de sobrevivencia, y contagiable magia vital.



Como cultura, conocí un poco más al puelo armenio desde que comparto, esporadicamente, su espacio vital en el porteño barrio de Palermo Viejo, calle de Malabia, donde se asientan no sólo sus viviendas sino una serie de servicios y comercios, restaurantes, centros culturales y la iglesia que los aglutina con el recordatorio de la masacre de comienzos del siglo XX. Todo ello vigilado discretamente por efectivos de la Policía Federal.



Este último espectáculo de Ara Malikian no es que sea extraordinario, aunque el grupo lo lleva a cabo con énfasis y satisfacción, y el público, sobre todo los niños, se la pasa estupendamente requiriendo al final repetidos bises. Pero lo cierto es que el artista armenio, a pesar del bajo tono general y del escueto argumento que se maneja, consigue despuntar por su prodigiosa calidad interpretativa, como violinista, y su suficiente empaque como intérprete. Lo que muchos de sus seguidores adultos nos preguntamos es si con estos espectáculos de difusión popular de la música, Malikian nos está sustrayendo el poder verlo y oírle en conciertos de fuste, no por el lugar de interpretación, sino por el nivel de la música.



Particularmente y junto a mi esposa, conocimos a Malikian en unas semanas musicales que se organizaban a finales de los 90 en la villa medieval de Covarrubias, Burgos, donde además de dar clases para pequeños estudiantes locales o externos, los músicos/profesores daban pequeños conciertos en los pueblos cercanos, aparte de en la propia villa milenaria.



Así pudimos ver y escuchar las excelencias y entusiasmo interpretativo de Ara Malikian en el recientemente restaurado monasterio de San Francisco de Silos a cargo de los mismos padres del convento principal de Santo Domingo. En esa ocasión, el violinista armenio nos entusiasmó con los siete conciertos de Paganini sin ningún otro acompañamiento. Desde entonces no hemos podido dejar de seguirlo, pero nos llama la atención, y por otro lado nos atrae, esa capacidad y libertad del artista para huír de los grandes oropeles que una figura como él merece, y dedicar sus esfuerzos e imaginación a estas conjunciones musicales a nivel popular. Aunque todo hay que decirlo, el público, niños y padres, asistentes a este espectáculo eran claramente representantes de una burguesía media cultivada y de buen nivel de vida que, seguramente, quieren dotar a sus vástagos de una cultura musical al menos suficiente.



Norberto Spagnuolo di Nunzio

Publicado por antonio di luca en 08:20 Enviar por correo electrónico

domingo, 24 de abril de 2011

Yllana utiliza similar idea-guión para dos espectáculos. ¿Cuál es el mejor?

Hace poco, en estas mismas páginas, comentamos el interés del espectáculo de mimo y música "PA-GAG-NINI, bajo idea y guión del propio grupo Yllana y el extraordinario violinista de origen armenio Ara Malikian. El mismo Malikian era el director musical y uno de los intérpretes, acompañado por otros tres bien dotados músicos haciéndonos disfrutar de su dominio de instrumentos de cuerda, tres violines y un cello. El espectáculo, claramente inspirado en las comedias bufas del cine mudo (de entre otros los Hermanos Marx), con un toque recordatorio de la aportación del conjunto argentino "Les Luthiers" a este tipo de espectáculos músico-disparatados. La gran virtud de PA-GAG-NINI era la calidad y virtuosidad sobresaliente de los intérpretes haciendo música inicialmente seria puesta al servicio de una bufonada grotesca, con algunos gags de cierta calidad y acierto. En su momento, nuestra única crítica fué que el espectáculo no contuviera una mayor presencia de números de seriedad musical completa, porque parecía resentirse de la falta de ese contrapunto, sobre todo a la vista, y al oído, de intérpretes tan bien dotados.
Ahora, el grupo Yllana, nos presenta su propio espectáculo músico-divertente, gestual y casi mudo apoyado en las mismas ideas y estructura, gags similares, similar interacción con el público e igual cantidad de intérpretes, con similar reparto de aportación de intérpretes más conocidos o famosos. En este caso figura como co-director, co-creador y productor, el conocido percusionisa Bulbul, versado además en multitud de recursos de sonido y aparatos electrónicos de su propia creación.
Sin embargo, aparte de la deslumbrante tecnología sonora y aparencial utilizada como recurso musical a partir de todo tipo de instrumentos o elementos percusionables, en este espectáculo denominado "SENSORMEN" el resultado es mucho más pobre y falto de ritmo y energía, eso sí puesto escénicamente con mucha calidad y muy acorde con los sonidos-música que salen de los extravagantes aparatos, excelente iluminación, igual que los recursos de vestuario que los acercan visualmente a un grupo futurista de legionarios romanos o gladiadores. Los intérpretes muestran vocación y preparación, se mueven sin exagerar y mantienen el espíritu de parodia, de artificio sonoro de cachondeo, pero no llegan a conseguir una unidad que era patente en el espectáculo montado con Ara Malikian. En definitiva, mucha tecnología sonora elogiable, pero pobre aprovechamiento interpretativo con una imagen y recursos relativamente pobres y antiguos, más bien pertenecientes al mundo de los aficionados al circo más elemental.

miércoles, 23 de marzo de 2011

TORRENTE 4.Crisis letal de la anticultura

Para intentar comprender a que se debía el aparente éxito popular de la última entrega de la saga Torrente, alabada por su capacidad de generar rápidamente éxito de público y éxito de taquilla, ocupando en una semana el primer puesto en la lista de ingresos, nos decidimos con unos amigos, venciendo nuestras escrúpulos culturales, a visionar su pase en un cine de barrio, justamente el día martes en el que en muchos locales de Madrid ofrecen la entrada a 1 e. Casualmente la sala a la que acudimos no era de esas, así que nos cobraron los 7,50 e habituales. Quizás sería esa la causa de por que la bastante amplia sala no registraba la presencia de la supuesta abundante parroquia de fans del personaje, y sólo unos menguados 10 espectadores de edades bastante altas.
La crítica (¿?) había alabado esta entrega como la mejor después de la primera, y su distribución en un poco frecuente y alto número de salas parecía contribuír a ese inexplicable éxito. Inexplicable para nosotros, porque no hemos sido capaces de encontrar en ese engendro de zafiedad, orterada, lugares comunes y utilización de los éxitos mediáticos y populistas de la pequeña pantalla, tirando de sus personajes, formas de comunicación, vocabulario y tics gestuales de algunos programas llamados de entretenimiento con matiz rosa. Y también de otros personajes mediáticos populares que defienden programas de humor desde una perspectiva crítica, forma ésta que uno creía al principio fuera a ser el matiz ejemplarizante de la saga.
El guión, si es que existe alguno, está relleno de escenas y anécdotas a los que nos tienen acostumbrados las malas películas americanas de violencia simplona, y los propios programas de consumo televisivo. Y todo ello adornado con un contínuo repertorio de gags escatológicos, obscenos, sin gracia ni emoción valedera, pura moralla adocenada del mal gusto.
Si en la primera entrega de la saga Torrente se pudo haber concedido a su autor creador y factotum Segura el interés por haber creado un personaje socialmente posible y revelador de contradicciones, en ésta última los extremos a los que el autor ha llevado a su personaje haciéndolo deambular por una serie de escenarios e historias harto manidas procedente de las series y películas más tópicas, incluso en uno de sus finales al estilo Slumdog Millionaire, baile y canciones incluídas, o recuperando argumentos de otras conocidas películas de cierto éxito (Evasión o Victoria), las aventuras nuevas de este Torrente cada vez más casposo nos han producido más hastío y hartazgo que el mínimo asomo de entretenimiento, diversión o gozo.
Uno saca en conclusión que la crisis que afecta a España no es de ahora mismo, y al menos en lo que respecta a creación cultural se abona a lo más cutre del cutre cine español de los años 60 y 70, destape vergonzante incluído, que barre y tira por el suelo todas las conquistas que las mujeres han ido consiguiendo. La película en eso no puede ser más machista y degradante, volviendo a convertir al sector femenino en simple y puro objeto de deseo de los hombres más toscos y salvajes.
Ninguno de los amigos que concurrimos a ver esta película salío del cine con agrado o diversión, y sí con un mal regusto estomacal por la existencia de entregas como ésta que además conciertan el interés de un vasto público y consiguen batir todos los records de taquilla.
O quizás sea todo lo contrario, y el bueno de Segura nos esté dando en realidad todo un recital de crítica social a través de sus pastiches cinematográficos.

domingo, 20 de marzo de 2011

NOMBRES DE VERANO. (Cuento a Lucy-nado dedicado a mis pacientes terapeutas)

- Bueno, ¿cómo estás? ¿Cómo está tu cuerpo?

- No sé. Duermo mal por las noches, creo que es insomnio, o desvelo onírico...

- ¿Y eso? ¿Qué es eso del desvelo onírico para ti?.

- Me acuesto, cojo el sueño, o empiezo a entrar en él dulcemente, y ¡zas!. De pronto aparece un nombre de mujer y me desvelo.

Así comencé mi explicación cuando me llegó el turno del repaso vivencial en la ronda diaria de pacientes de la salud, aquella semana, este verano. Como siempre, como de costumbre, yo era remiso a soltar el discurso, a abrir las propias entrañas como si fuera mi auto augur, y contar de verdad lo que me sucedía frente a las dos docenas de miradas que, a las 13,30 de la mañana aquella, me tenían enfocado y con los oídos en alerta roja. Era duro, pero la situación en la que me encontraba era peor, amenazaba con superarme, y las noches se estaban convirtiendo en puro desasosiego.

- ¿Sólo un nombre?

Trató de empujarme el terapeuta higienista máximo a que desembuchara.

- Un nombre, y el deseo de saber cómo es ella, la mujer, pero no consigo corporeizarla aunque creo que la conozco, es decir, conozco su nombre. Y entonces empiezo a pensar si me desvelo por eso, o por que la cama está torcida hacia el sudoeste, y mi cuerpo se desliza paulatinamente hacia allí, se tuerce como hacia un despeñadero.

- ¿Está torcida la cama, o te lo parece?

Soltó esta vez el Terapeuta añadiendo leña al fuego, y entendiendo yo que lo haría hasta que me quemase del todo. Noté cierto tono de preocupación en su voz, y se me antojó que había asumido mi explicación con la sensación de que ocultaba una crítica velada a las comodidades de la casa.

- Al menos me parece que está torcida cuando estoy desvelado. Siento que algo me arrastra hacia abajo y a mi izquierda, en diagonal. He llegado a pensar que era el lado femenino que tiraba de mí. Aunque a veces, entre el despertarme y el nombre de la mujer que me asalta el cerebro vacío, imagino que soy yo el que se ha torcido, el que trata de irse de esa situación tan incómoda, y escabullirse por la cama hacia el infinito

- ¿Y qué sensación te produce eso en el cuerpo? ¿Te ahogas?

- Sí, sí, se me corta la respiración. Siento que el cuerpo no es mío, del que necesita y desea dormir, que se quiere ir con la desconocida mujer del nombre, a ver si descubre quién es. Me vivo como descuartizado.

- ¿Y luego, después, consigues saberlo?. El nombre, quiero decir.

Aquello me sonó a persecución abierta, me dolió, porque yo había hecho lo posible por quitarle enjundia al tema de la cama aunque estuviera convencido de que estaba torcida hacia el sudoeste, y eso era más una condición física real de ella que una alucinación onírica mía. Todos me miraron como si estuviera a punto de soltar el Tercer Secreto de Fátima. Tuve que seguir, muy a mi pesar.

- Que va, después me doy cuenta que por más que lo intente no consigo descubrir a la mujer ni dormirme, y decido que debo cambiar de sitio, de espacio receptivo, antes de despiezarme del todo, y que si cambio, o me duermo o encuentro a la mujer, que a lo mejor a ella no le gusta esa cama, y que debo tratar de describirla descubriéndola, sentirla, gozar de cada una de sus realidades, conocerlas

- Y lo haces...

- Sí, me voy con la almohada a los pies de la cama, tratando de no despertar a Beatriz. Coloco una frazada gruesa sobre la madera del suelo, me acuesto mirando hacia la ventana abierta que enmarca a la luna, y me tapo con la manta más suave.

- ¿Y entonces, te duermes...?

Comencé a ponerme nervioso, inquieto. Ni yo mismo sabía que era lo que me pasaba por las noches, porque al rato de entrar en aquellas sensaciones de pronto ya no tenía consciencia de casi nada, me subía el calor por la cara, por todo el cuerpo, una corriente nerviosa me zigzagueaba de arriba a abajo. Lo que viene a continuación, mis respuestas, seguro que estarán trufadas de mentiras. Perdón, de mentiras no, de explicaciones que no sé si serán las verdaderas, si me las inventaré sobre la marcha, o si son una mezcla de ambas posibilidades. De todas formas, el terapeuta me perseguía más allá de la lógica de mis contestaciones, como si él sí supiera que no eran ciertas del todo, que yo ocultaba algo, que no era capaz de traducir la verdad, que no lo intentaba seriamente, o que el cuerpo y la mente me ponían barreras para hacerlo.

- Que va. Bueno, a veces sí, sobre todo la primera noche porque el cuerpo quizá no se había enterado todavía. Cada noche necesito más cambios, engañar más al cuerpo, cansarlo, marearlo, hasta que no sepa dónde está. Anoche, por ejemplo, que se cumplía la cuarta desde que llegamos, necesité otros tantas idas y vueltas, de la cama al suelo y volver a empezar, y coincidió que terminé en el suelo. Esta noche, seguramente, me toca cama en la quinta ronda.

- Pero al final te duermes...

- Sí... Pero cada ronda dura entre tres cuartos y una hora, así que cada vez me duermo más tarde. Anoche eran casi las tres y media de la mañana.

- Entonces, es que descubres al fin de quien es el nombre.

- En absoluto. Ya te digo que le gano al cuerpo por cansancio, porque tengo más paciencia que él. El nombre me resuena en la cabeza a cada rato, persiguiéndome de la cama hasta el suelo y del suelo a la cama, pero de pronto, en uno de los cambios, desaparece, se queda en el camino, se evapora y ya puedo dormirme. Por las mañanas me recuerdo como un Ulyses nocturno, atraído por el canto de Circe hasta casi enloquecer, por más que se pusiera tapones de cera en los oídos. Yo me he inventado lo de los cambios, pero sé que no me libro de las llamadas, del nombre que resuena en mi cabeza como un tam-tam. Creo sinceramente que alguien me está llamando, pero no dice mi nombre sino el de ella, para que la reconozca.

- ¿Cuál es el nombre? Eso sí lo sabes...

Lo que yo sabía era que iba a llegar esa pregunta, pero no quería contestarla. La muchacha del nombre estaba ahí, en el círculo de las confesiones, un poco más a la izquierda de donde yo me encontraba, observándome como todos, como si yo hubiese emprendido el camino de la liberación y estuviese a punto para entrar en trance, pero ignorante de que ella estaba metida en el asunto tanto como yo. Lo contrario de Beatriz, que se conocía la historia de las noches en su versión más cutre, la doméstica, al menos por sufrir en carne propia lo de los paseos arriba y abajo de la cama, y que alguna vez, media dormida me había preguntado: - ¿Pero que es lo que dices?. Temía el momento en que el terapeuta máximo me sugiriera hacer el ejercicio del colchón o el del potro, que me desprendiera de los malos espíritus que me estaban atosigando a fuerza de una descarga de golpes seguida de la apertura del timo. Yo no creía en absoluto que fueran malos espíritus, es más, conociendo el nombre y suponiendo a quién pertenecía, no podía siquiera inventarme eso, hubiera sido ridículo. Sí, era verdad que su nombre llegaba a mí todas las noches, insistente, monótono, repetido, tenaz, pero también era verdad que lo único que yo intentaba era hacerme con la imagen de su cuerpo desnudo de odalisca escapada de algún cuento de “Las mil y una noches”, tal como creía verlo en la piscina, de recorrerlo en todos sus rincones, de acercarlo para apartarlo después de conocerlo. Y era eso, que me resultaba imposible, lo que me desvelaba de verdad. La del nombre se resistía a dejarme su cuerpo, a que yo lo escudriñara, y yo perdía las horas del sueño en tratar de reconstruirlo. A veces conseguía plasmar la imagen de un trozo pequeño de su anatomía, una mano volátil que parecía una mariposa creyendo que me hacía señas, incluso un pubis frondoso y oscuro como pozo de agua fresca en el espejismo del desierto, una breve sonrisa de odalisca, pero no conseguía armar su figura del todo. Cuando creía tener aprisionado en mi mente uno cualquiera de sus trozos corporales, y así poder adjuntarle uno nuevo que por ahí se evidenciaba, desaparecía el anterior. Nunca llegué a saber plenamente quién era, aunque conociera su nombre. Poco a poco la tarea imposible de atenazar en mi interior la imagen corpórea de ese nombre se alejaba más y más. Yo no cambiaba de lugar para vencer al cuerpo y poder dormirme, sólo lo hacía para encontrarla a ella, pero ella huía continuamente. ¡Huía, pero al mismo tiempo me llamaba, me llamaba, me llamaba...!

- Tranquilo, tranquilo...¿Quieres que hagamos un ejercicio?

El hombre entendió que yo me estaba poniendo nervioso, angustiado, y soltó al final la temida frasesita. El grupo entero giró entonces la cabeza hacia él, y sonó en el jardín un sordo rumor de inquietud colectiva, como si todos los cuerpos crujieran y se quejaran de pura ansiedad. El terapeuta me miraba fija y seriamente, buscando mi reacción, tratando de conocerla antes de que yo me pronunciase, seguro de que podía deslindar la verdad de la ocultación. Los compañeros en círculo trataron entonces de sobrevivir al enorme silencio paseando su absorta mirada desde mí al terapeuta, y viceversa. Me quedé congelado en el pánico por tiempo indescifrable. Él tuvo que insistir recurriendo a toda su capacidad de convicción y relajación.

- No es nada del otro mundo, y sólo si quieres. Te va a ayudar a desbloquear.

Sí, sí, sí, me dije a mí mismo con más desesperanza que convicción, lo que va a pasar aquí es que se va a montar una buena. Estaba seguro que lo iba a soltar todo al segundo raquetazo, que ya no aguantaba el que la historia oculta me jodiera el sueño nocturno, que me obligara al paseíllo argonauta que se multiplicaba en sucesión aritmética cada noche ¿Yo que culpa tenía si el dichoso nombre no me dejaba en paz?. Me sentí empujado por todo y por todos, me precipitaba al vacío y lo sabía, no era capaz de entender si lo iba a hacer por mí mismo o por solidaridad con todos aquellos que me miraban, para que se la pasaran bien un rato, o mejor, para que sufrieran conmigo como marranos, o porque simplemente me emocionaba que estuvieran tan pendientes de mí. Sobre todo ella, la del nombre, a la que de seguro se le iban a subir los colores hasta la raíz de sus cabellos largos, negros y sedosos. Pero menos por Beatriz, que me iba a volver loco durante una larga temporada con la clásica pregunta: -¿Por qué ella?

- Vale...

Fue lo único que alcancé a decir en un acto de increíble valor, antes de dejarme llevar por el devenir, como si fuera un condenado de la Revolución Francesa a punto de ser pasado por la guillotina sin remedio. Otro rumor, mezcla de alivio y expectación, se soltó de las bocas del grupo y subió a los cielos. Entonces todo sucedió como si la película hubiera vuelto al tiempo del cine mudo y se disparase a velocidad de vértigo. El terapeuta que ya volvía con el tortuoso potro a cuestas y la raqueta en una mano, y los compañeros que se reacomodaban dentro del círculo sin saber si debían aproximarse o alejarse lo suficiente, no fuera a meterles un raquetazo en medio de la cabeza en un momento de descontrol, o a contagiarles con la proximidad del ejemplo, como sucede en toda buena ceremonia iniciática.

- Apoya la cintura aquí. Bien. Déjate caer de espaldas, despacio, abre los brazos, la cabeza hacia atrás, respira ahí arriba. Así. Más atrás la cabeza, los brazos colgando a los lados. Así, bien, respira, tranquilo.

Me sentía como cuando mis padres me llevaban a la revisión periódica con el médico de cabecera de la familia, escena versión Hollywood feliz de los años cincuenta vistos por Frank Cappra. Pero el terapeuta máximo era más cálido que aquél ipócrita de Hipócrates, nada socarrón ni paternalista como él, y además insuflaba seguridad y confianza, incluso ternura yo diría. Vamos, que era como un caramelo según decían las chicas.

- Bien, así, tranquilo, respira. Con mayor ritmo ahora...

Comencé a resoplar como una locomotora. El calor arrancaba desde el vientre, me inundaba el tórax, se me subía -¿o se me bajaba?- a la cabeza y me salía por las orejas, por la nariz. Notaba que algo se ponía en movimiento justo en medio del esternón, mientras el cerebro amenazaba con volatilizarse y la cintura parecía a punto de estallar por la forzada posición. El crujido del pecho aumentó, y me adentré en la visión de que estaba por parir el alien histórico que me habitaba desde que era un niño, que el intruso me iba a romper el pecho y obligar a soltar en el aire un eructo horrísono convertido en monstruo mucolítico. El calor que me transitaba por todo el cuerpo, desde la pelvis hasta la corteza craneal, era tan denso que imaginé que me estaba asando en algún tribunal de la Inquisición, con los adeptos en torno, gozando y sufriendo al mismo tiempo, solidarios con mi expurgación, o aprovechando para soltar “in mentis” la propia. La voz del terapeuta intentó alcanzarme y devolverme a la realidad.

- ¡Bien, sigue así!. ¡Respira! ¡No te pongas nervioso! ¡Un rato más!

Yo estaba listo para estallar, con el cuerpo convertido en una locomotora, quemando carbón energético, echando vapor por el kaput y con un moscardeo zumbón acompañando todo ese movimiento interior desde la pura quietud posicional. Entonces lo solté, solté aquello que me corroía las entrañas mucho antes de que la voz nocturna lo pusiera en marcha, de que el nombre sin cuerpo me rondara noche a noche el sexto sentido, desde antes mismo de que yo siquiera intuyera que algo me sucedía. Lo solté con un alarido que tuvo que haber resonado por todo el valle, poniendo los pelos de punta a los campesinos enfrascados en plena cosecha. El grito arrancó en los genitales, cruzó como un rayo por el espacio del torso convirtiendo en cenizas todo lo que se cruzó por su camino, luego rebotó contra la bóveda craneal, como para dejar bien claro que ese no era el territorio adecuado para su perfomance, bajó al esófago, y arrastrando todo lo olvidado que encontró por allí salió despedido hacia fuera por la enorme e incontenible boca abierta.

- ¡Mamaaá. ! ¡Mamaaáaa...!.....¡Mamaaáaaa!..

Me asusté. Me asusté mucho y me quedé estupefacto, y al mismo tiempo me sentí exhausto pero liberado. No podía creer que fuera mi madre la que estaba ahí agazapada, oculta en mi propio cuerpo, esperando su oportunidad quizá durante muchos años, llamándome por las noches sin mostrarse abiertamente. Tuve que repetirlo largo rato para convencerme, e ir dejándolo salir hasta que se agotase.

- ¡Mamaaáa...! ¡Mamaaáa...!

En medio de los alaridos, del sudor, el asombro y el cansancio corporal, alcancé a distinguir el murmullo de sorpresa de mis compañeros, la indecisión y patética sorpresa del terapeuta, sorprendidos todos como yo por la ausencia del nombre de mujer, y la aparición de su encarnadura más potente, la madre. Entonces recién comprendí que la mía se llamaba como ella, la del nombre soñado. Mejor dicho, que ella, la que yo creía mi visitante nocturno, llevaba el mismo nombre que mi madre. ¡Por eso había sido imposible reconstruir su cuerpo en el duermevela!. Su cuerpo era otro. Más aún, pertenecía a lo oculto, al tabú de lo edípico.

Me desilusioné, pero también me alegré. Sí, me viví feliz como cuando era pequeño y mi madre me vestía por las mañanas. Ella reaparecía reclamando lo suyo, mi olvido de su memoria, la necesidad de su cariño, la fuerza de su presencia. Me alegré porque comprendí que todos los deseos sobre una mujer se vuelven infantiles. Queremos a la mujer madre quizá por que ellas nos quieren así, quizás por que necesitan que todos los hombres seamos sus hijos, que las dejemos ordenar nuestra vida, decirnos lo que tenemos que hacer, lo que debemos ser, mantenernos adictos a la familia. Quizá porque siempre queremos volver a su seno, o simplemente porque su nombre, puesto en otro cuerpo, había despertado sus maternales celos.

- ¿Cómo te sientes?. ¿Bien?. Bueno, relájate, respira profundamente, así...

Poco a poco me fui tranquilizando, luego comencé a incorporarme. Al cabo de un rato, aún poseído por el aturdimiento, con el cuerpo ajeno y dolorido, recorrí con la mirada los rostros de mis compañeros. Tenían cara de asombro, de inquietud, de incredulidad. Sin embargo ella, la otra protagonista oculta, la del nombre de mi madre, sonreía con los ojos brillantes y el gesto dulce, el cuerpo sereno reposando sobre la silla, los brazos abiertos y acogedores, con el seno materno como dispuesto a parir, o a ser penetrado. O al menos así me lo pareció, dentro de ese sopor feliz que nos queda a los que hemos arrojado todo hacia fuera.

Beatriz también aparentaba estar alegre, gozosa, quizás porque no había “otra”. Pero al mismo tiempo algo le nublaba el semblante, como si no le convenciera del todo esa expresada necesidad mía de la aparición nocturna y nominal de mi madre, en la misma habitación.

Al que veía peor era al terapeuta. Parecía como si estuviera en otro sitio, la mirada perdida, el gesto adusto y grave. Y es que el asunto había resultado ser más perverso de lo esperado, más difícil de comprender y explicar. Lo sabía, él se tenía que haber dado cuenta antes de admitirme, o al menos en los primeros dias. Pero es que yo siempre he sido un tipo bastante complicado.

Norberto Spagnuolo

Verano 1999

lunes, 14 de marzo de 2011

ARA MALIKIAN Y CIA: PRODIGIOSOS PA-GAG-NOS

Asistí ayer a la impactante demostración de arte y cachondeo desmitificador que se ha inventado el grupo PAGAGNINI con la dirección musical del virtuoso, revoltoso y casi revolucionario tocador de violín además de varias cualidades más, Ara Malikian. Espectáculo ofrecido ya casi durante dos meses con un lleno bastante completito en el caduco, mal conservado pero bello teatro Calderón-Haagen Dazs (revindico el nombre original que los actuales propietarios han pospuesto y han aprovechado para montar su chiringuito de helados en pleno hall de acceso, además de vender palomitas).
El espectáculo se basa en una idea del propio Malikian junto al grupo Yllana, conocido por su trayectoria al frente del teatro Alfil, y cuenta con otros tres intérpretes que a veces son capaces de alcanzar el nivel del propio Malikian embarcados todos en una contagiosa y desopilante vorágine maravillosamente joven, casi infantil a tiempos, gozando al igual que nos hacen gozar a los espectadores.
Es evidente que tanto en la puesta en escena como en la dominante mudez y pantomimas sobre las que se arma el espectáculo, así como en la solidez técnica que se percibe en las interpretaciones musicales, pervive el espíritu del grupo argentino Les Luthiers, aunque aquí sólo se toquen instrumentos clásicos de cuerda (tres violines y un ccelo), pero haciendolo de una manera que los convierte en instrumentos de servicio y sonoridad abiertos.
Algunos ingenuos como yo pensaban que el título del espectáculo significaba que ibamos a deleitarnos con un concierto basado en las piezas del auténtico Paganini, concierto que algunos ya hemos escuchado bajo la interpretación personal y, si se puede decir seria, del propio Malikian en el recuperado Monasterio de San Francisco en Sto. Domingo de Silos. En realidad, el título supongo que inspira el recordatorio o la adscripción como homenaje al virtuosismo interpretativo del propio Paganini, pero transformándolo en un divertimento lleno de gags. En definitiva un gran GAG musical que quiere mosrtrar como puede interpretarse la música, varias clases y tiempos históricos de música, sin caer en la gravedad y la formalidad.
Sin embargo, seguramente como otros espectadores, a pesar de divertirnos y gozar enormemente con la fabulosa muestra de humor, imaginación y calidad interpretativa, echamos en falta el que abordaran una, dos o casi tres piezas sometidas al máximo rigor y seriedad clásicos, y pensamos, creemos, que hubiera sido un estupendo contraste frente a la contínua y desopilante interpretación en plena vorágine de gags y dinámica escénica.
Prodigioso Ara Malikian que prefiere embarcarse en estas demostraciones de la música al alcance de todos, mezclando historia y concepciones musicales clásicas, floclóricas y modernas. Y casi prodigiosos sus competentes acompañantes bien dotados tanto para la interpretación musical como de la hilarante comedia  bufa del arte que nos ofrecieron.