martes, 21 de agosto de 2007

EL JARDIN DE LAS MILIUNA MARAVILLAS

La Presidenta y su Jardín (de las miliuna maravillas).

Mientras hago yoga, un estudiante del piso semisuperior llama a mi puerta y me pide “una aspirina o un gelocatil”, genéricamente hablando, claro. Últimamente todo es genérico o de género, con un afán igualador/diferenciador que ya hubiera querido para sí la 3ª Internacional. El y sus compañeros de cohabitación llevan un duro mes de final de curso y traga libros y apuntes, y se nota, se les acaban los recursos de calma y despeje. Le doy una tirita con diez salvadoras píldoras apaga incendios mentales y corporales, al tiempo que le recomiendo que se calme y salga a pasear y a digerir la carga de información que lleva encima, entre ojo y ojo, y memoria y memoria. Mirá, un buen lugar es el jardín de las miliuna maravillas de nuestra Presidenta. Todavía no, la de Madrid. ¿Y eso que es? me inquiere desde la escasa libertad de pensamiento que le dejan disponible los miles de horas de estudio que lleva aferrado al flexo, y de gelocatiles genéricos endosados encima. ¡Tanto estudiar, tanto estudiar…! Nuestra Presidenta ha pergeñado un jardín de las mil maravillas para rodear el más encantador, futurista y hollywoodense campo de entreno golfístico, si se puede decir. Se dice Trainings golf field, me arguye el nebuloso estudiante vecino que va para filólogo de la inglesa. Vale sí. Lo cierto es que resulta ser un futurista campito enlatado de verbena de pueblo, artificial y encogido, como si lo hubieran regado demasiado y hubiese fallado la tesitura subestructural importada de oriente, pero que tiene un ambientazo made in Hollywood de ciencia ficción que mola un montón. Make it, me corrige. ¿Cómo? Se dice As Hollywood make it, completa el futuro filólogo de la Queen. Estoy a punto de retirarle la tirita de aspirinas genéricas, pero me contengo. Sachet. Sí, ya sé ché. No, se dice Sachet de aspirinas. Es para matarlo; está saturado el tío. Lo cierto es que yo, incrédulo y zurdo como soy –le digo al filólogo- estaba ahí defendiendo la libertad solitaria y solidaria del espacio verde alternativo que la gente de Chamberí, apoyada por los verdes y sociatas, prefería poder utilizar antes que dejar hacer esa obra de leyenda para un incierto futuro, el mismo día que apareció Sebastián a apoyarnos y codearse con unos y propios, dando así rienda suelta a su misma intromisión en campaña. Y nosotros quisimos apoyarlo a él, y aconsejarle y prevenirle para lo duro que se le iba a poner el camino de ahí en adelante. La obra no estaba programada, ni tenía licencia del Ayuntamiento, la habían iniciado casi subrepticiamente, iba a convertirse en un club privado controlado por una empresa ávida de concesiones político-deportivas, y el pueblo llano iba a quedarse sin parque, sin espacio verde y abierto, tranquilo y gozoso con solo mirarlo, y lo peor era que…. ¿Y?, inquirió impasible el estudiante vecino. Aparte que la Presi, para aderezar el entuerto, va y lo declara de interés público preferente, el Ayuntamiento del gallardo Don no puede meter mano, y resulta que ahora, cuenta el vulgo admirado, es un lugar impresionante, que se puede entrar gratis, que sólo hay que pagar si usas las pistas o el campo de golf micro. Short golf field. (¡Joder!) Que está perfectamente terminado, y que han metido un montón de cosas para practicar deportes urbanos en eso que antes estaba tan vacío, y que sólo servía para mirarlo y hacerse ilusiones. Geting up sleeping fantasies. Si, eso. Me lo contó un tipo que parecía normal, gente sencilla, contento con poder darse de vez en cuando una vueltita por allí con su mujer, un paseíllo al atardecer. Da gusto ver como lo han dejado todo de bonito, expresaba con un suspiro la señora. Y yo dale que dale: ¿Pero es gratis? Bueno, gratis-gratis creo que no, dijo él, pero se puede pasear. Mientras, la señora asentía con una sonrisa tierna y cómplice. ¿Y que cosas hay? ¡Uyy!, dijo ella, ¡muchas! Parece mentira que hayan podido meterlas todas dentro. Hasta hay una red sostenida por unas torres, como de campo de fútbol, que llegan hasta 20 metros para que no se escapen las pelotitas, que son caras. ¿No querido?, quiso confirmar. Como un edificio de cinco o seis plantas, precisó el aludido consorte. ¿Y el golf?, insistí. Es como de juguete, dijo ella, da gusto. Para entrenamiento no es necesario más, remató él, convertido en experto popular en Training golf field, ¿no? Trainings…, intervino mi estudioso vecino. (¡Má sí! Me ponía nervioso). Lo cierto es que la gente está entusiasmada. El otro día pasé por allí, del lado de Vallehermoso, y había cola para entrar a verlo; la gente popular siempre tan ilusionada, aunque no puedan usar las cosas les gusta mirarlas. Así que a lo mejor a vos te gusta, le solté como para hundirle la moral exquisita de filólogo Great Britain make it en ciernes. Ahora es como si fueras a ver una película de la factoría Walt Disney, con sus decorados, los actores cada uno en su sitio pero revoloteando, juego de luces a lo bestia y reflectores direccionales, torrecitas y redes como para atajar monstruos de ficción que quieren ser libres, fumigaciones barredoras de agua pulverizada, colorcitos por aquí y por allá, maquetas de reales galpones ondulantes, como si estuvieras en los docks de New York, música de relax saliendo de ocultos altavoces, pistas para hacer penthatlón de oficina, jardincillos de todo tipo…, etc., etc. Entonces tú has ido. No, para qué, no te olvides que yo estuve en contra de su construcción, y aún lo estoy. ¿Y por qué?, quiso acotar el estudiante filólogo. ¿Vas a comparar ese monstruo plástico virtual que parece salido de algún spot publicitario al estilo Lotería Nacional fin de año, y similares, con la otrora parquedad expresiva, áspera y romántica al mismo tiempo, incluso elementalmente absurda y simbólica en su verde e inocente cubrición laminar del depósito auxiliar del CANAL de YII? ¿Ese espacio que, de vacío, aislado, deseable y por lo tanto utópico, lo han querido llevar a representar el papel de paraíso de las maravillas deportivas de síntesis en la ciudad del desaire urbanístico? ¿Que de esperanza popular, ha devenido en populoso y populista, con derecho a ida, vista, y vuelta? De todas formas, andá y date un paseo, a lo mejor te gusta y te despejás un poco. Gracias por las aspirinas; iré. Pero no entiendo como puedes explicar algo que no has experimentado por ti mismo. For nathing, tuve que decirle.

El Jardín de las miliuna maravillas de nuestra Presidenta, dicen que dicen, se levanta para aglutinar recursos de práctica deportiva sobre un espacio libre y público otrora mal aprovechado, y liberar otro, aledaño y de la propia comunidad, para sufragar, con la construcción en él de viviendas, oficinas y comercios, la inversión necesaria realizada en aquél, que dispondrá además de un régimen de gestión económica que permitirá a nuestra Presidenta ir amortizando la cosa, mientras tanto.
¡Viva el Jardín de las Mil y Una Maravillas Deportivas de la expectación popular!



Norberto Spagnuolo di Nunzio
Junio de 2007

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