sábado, 15 de septiembre de 2007

EPISTOLARIO AMOROSO VIRTUAL


De: Clara Morgana
Para: Pablo Frías
Asunto: Soy yo
Enviado el: 21/9/05 19:48

Hola, “eclipse”, ¿estás ahí? Así te llamó ayer Jorge. Nada más verme me preguntó por ti, “¿sigue anochecido el eclipse de Pablo?” Quise contarle algo, pero fue imposible, sólo me dejó colocarle tres cosas: tu hijo, la enfermedad de Bárbara y el lío del proyecto; pero ninguna de las tres consiguió aplacar el enfado que tiene contigo.
Había preparado la ensalada de melocotones y canónigos que tú solías hacer en el apartamento de Piraillan. También estaban Carolina y Rénè y otros tres que yo no conocía: una pareja que debe estar trabajando con él en el teatro y otro que se llama Fernando y que no comió nada, sólo fumaba y se metía con todos, sobre todo con Jorge. No sé cómo le aguanta.
¿No crees que tendrías que hablar con Jorge?
Lo pasé muy bien, me gustó mucho encontrarme con ellos y trasnochar, aunque estuve a punto de no ir. Cuando se iba acercando la hora miraba mi sillón y la lámpara encendida, los papeles desperdigados por el suelo, la ropa amontonada en las sillas, el fregadero lleno, los discos fuera de sus fundas…y todo ello me parecían ramas y pajas de este nido mío al que llamo “mi casa” sin pensarlo siquiera (y sin pensar en Enrique, ahora que no está).
Una vez encontré un nido que se había caído de un árbol. Lo estuve mirando mucho rato y al final lo cogí y me lo llevé a casa. Cuando iba en el metro con el nido sobre las rodillas, la señora que estaba sentada a mi lado se puso de pie y me miró con asco. En el entramado de palitos y hierbas, el pobre pájaro de ciudad había trenzado envoltorios de caramelos, chicles usados, cintas de cassettes, una media perdida de color carne y algunas colillas de cigarro. Así me parece que es ahora lo que tengo a mi alrededor, mi casa, mi relación con Enrique, mi trabajo, y mi amor por ti, un batiburrillo de hilos que no llegan a formar una madeja, que abrigan a ratos y que, de repente, pueden dar asco.
Hay días que me parece que he olvidado tu cara. Me levanto y sólo consigo recordar algo de tu frente o tu pelo, como un pastel difuminado. Entonces salgo a la calle y me noto caminar más ligera. Lo que hay es lo que hay, me digo. Camino por las calles, bajo hasta la Plaza de Rey, tomo un café en el bar de Pedro, y no siento ningún miedo de desviarme hacia los lugares en los que estuve contigo alguna vez, porque son otros, no queda nada de ti y de mí en ellos, como si nunca hubiéramos existido allí ni hubiéramos hecho planes juntos. Esos días vuelvo a casa menos cansada por la tarde y, en cuanto me descuido, estoy sentada ante el ordenador escribiéndote y contándote que no me he acordado en todo el día de ti. Entonces te odio, y esa noche duermo fatal.
Te quiero.
DE: Pablo Frías
PARA: Clara Morgana
FECHA: 04/10/05
HORA: 20,30

¡Alo mon petit chatte!
Te escribo desde Mallorca, llegué el lunes por la noche. Ayer pude ver el eclipse casi como en Madrid. Fue de improviso, quise avisarte, pero ya sabes... Mi empresa me ha enviado con urgencias a preparar la selección y formación del personal para la nueva tienda en Palma; cuestión de una semana, quizás diez días.
Me gusta lo de "eclipse", típico de la compleja y desbordada imaginería del Jorgito, no por nada fue publicista antes que teatrero. Teatrero lo sigue siendo, pero acierta con el momento, esta inquietud solar. Te noto caída Gatita, pero me encanta como lo explayas, entre ese caos de recuerdos y cosas que no sabes, ni crees, si están o no, si son o no. Conozco tus abandonos, tus resignaciones, tus "bonjourtristesse", tus derivaciones del todo a la nada, y tus fecundos renaceres. Ninguno de los dos extremos existe, tú misma lo reconoces y te animas después del apagón. Sin embargo me fascina cuando te pones así, lánguida, mimosa, quejica, tanto que dan ganas de lamerte y hacerte ronroneos. Te prefiero vigorosa, animada; cuando sacas las uñas, te revuelves y peleas. ¡Ay, mi gatita sobre el lecho de almohadones, y caliente!
Eclipse, eclíptico, ecléctico, clepsidra....Sí, suena bien, como gotas de agua en una fuente. ¿Sabés que además puede ser "la inmersión total o parcial de un cuerpo celeste que brilla, por reflexión de la luz de otro, en la sombra de un tercero". Complicado. Ahora -¿antes?- quizás del tuyo, por la luz de algún otro sobre la sombra de Enrique. ¿Decime, lo querés todavía, o simplemente añoras su absoluta estabilidad burguesa?
Jorgito no te lo dijo todo. De todas formas lo reconozco, a veces soy oscuro, se me apaga la luz, me autoeclipso, y hago mutis por el foro. No es necesario que alguien me haga sombra, es una de esas limitaciones que soy capaz de reconocer, asumir, pero no vencer. Vos lo sabes, lo padeces. Lo cierto es que al Jorgito, a tu admirado actor, lo sacudí saliendo del paddle hace ya más de un mes. Me dolió hacerlo, pero se puso pesado, me subvirtió la amistad y las aguantaderas. Arrancó con eso de que no te trato como te mereces, que te niego lo que necesitas, que no te...., lo suficiente -ya sabés- que necesitas mucho más amor, y sobre todo más sexo, del bueno, y que yo no sé, no quiero, o..., no puedo dártelo, y que por eso te alejas, te apagas, te entristeces. Y ahí justo me encajó el final de la escena, así, de sopetón melodramático: "¡Si no eres capaz con ese pedazo de mujer..., es que..!" Lo soltó como hacia el aire, dejando el colofón colgado, como los viejos actores de recitado, haciendo casi pucheros, sin atreverse a terminar la frase, a dirigirla a mí. Luego se puso tierno, acercó su mano y acarició mi cara. "Pablo, soy bisexual, no quería reconocerlo, pero la vida de teatro me ha abierto los ojos...", terminó sin dejar de actuar, con una descarada mirada de soslayo. Y entonces, con todas mis fuerzas, para ver si reaccionaba, le aticé una cachetada que fue a darle justo en la parte superior de la mejilla izquierda. Supongo que de ahí le viene lo de "eclipse", de su ojo a la funerala. Desde entonces no quiero verlo, prefiero mantenerlo en la oscuridad, al menos por ahora. El Fernando de la reunión es el supuesto amante que se ha echado en esta etapa de auto descubrimiento de su "sexualidad diversa", mientras no deja de cojer con Carolina; sí, has leído bien.
Gatita, me preguntas tantas cosas que me siento incapaz de contarte ahora sobre todas ellas. Mi semi-ex, el hijo con ella, mi proyecto. ¿Cuál?; tengo tantos e inútiles. Y sin embargo todos están conmigo de alguna forma. Bárbara sigue odiando la camiseta con tu gata estampada, y "Las Flores del Mal", con esa dedicatoria: "Al hombre más maravilloso que conozco", tus primeros regalos públicos y desafiantes.
Me alojo en el hotel donde estuvimos juntos por primera vez. ¿Te acordas? Es mi forma de quererte, de pensar en ti. Paseando por la playa recordé aquellos versos que te enlacé entonces, mientras hurgaba en tu cuerpo tendido: Cuerpo de mujer en la playa, / me confunde tu soledad de arena, / esa dulce desgana, tu abandono, / el resplandor solar sobre tus dunas, / la oscura incertidumbre imaginada de tus huecos, / el vuelo esperanzador de tu bikini / agitado por el aire.
Chau Gatita; miau-miau y frou-frou.

DE: Clara Morgana
A: Pablo Frías
FECHA: 18/01/06
HORA: 19’30

Mi querido entomólogo: ¡Cómo me fastidia no poder dejar de pensar en ti! Me fastidia tanto que me callo durante meses. Ayer releí tu último correo rescatado del fondo del cajón a donde va a parar todo lo que no tiene lugar en mi casa: los papeles del banco, la publicidad del buzón que olvidé tirar o se escapó quién sabe por qué de su condena a la basura, los restos de algún recuerdo, mecheros gastados, alguna bolsita de azúcar de alguna tarde de café y conversación, la pluma estilográfica que olvido siempre llevar a reparar… Y allí estaban tus palabras que imprimí en un papel para poderlas llevar en el bolsillo y que me calentaran las manos en este invierno tan frío. Las llevé allí una o dos semanas, créeme, hasta que me di cuenta de que me mordían, me daban picotazos en la palma de la mano derecha,…y tuve que volver a meterlas en el cajón.
Ayer las encontré y tuve que enfrentarme de nuevo al desconcierto y la ira que me provocan. La ira es por sentir que tú me tratas como a un insecto, una bonita mosca verde a la que observar en las pesadas siestas de agosto, una mosca entre tantas moscas, una mujer entre tantas mujeres que tú pareces conocer en “su verdadera esencia femenina”. Es como si me dijeras: “Las mujeres sois así, gatitas mimosas que buscan el refugio burgués en el macho-marido, aunque a veces saquen las uñas, pero para que disfrute el macho, no porque tengan algo importante que decir”. Unas histéricas, en fin.
La ira es también contra mí misma, por mi propia ira que no deja de ser aceptar tu juego y sacarte un poquitito las uñititas para que tú me quieras más o te resulte más interesante y corras a mi lado porque no te quede más remedio (¿para medirte a ti mismo tus fuerzas o tus mañas de macho?)
Y luego viene el desconcierto: ¿Cómo puede ser que yo me enfade contigo y te diga estas cosas, a ti que eres mi amor? ¿Cómo puede ser que, al mismo tiempo que pienso esto, me acurruque por las noches en tus brazos y sienta tus manos por mi piel trazando caminos lentos que me llevan al sueño y a la añoranza de ti?
Explícamelo, si puedes. No, mejor no me lo expliques,…odio tus explicaciones para todo. Me gusta cuando eres una excepción a ti mismo.
Te quiero
Olga.

P.D.- En lo de Jorge te has colado; los actores son muy peligrosos, sobre todo cuando son buenos. Y Jorge está mejorando muchísimo. Si le ves otra vez síguele el juego, él está seguro de haber bordado el papel contigo, tu bofetada ha sido su mejor galardón, no le defraudes.


DE: Pablo Frías
A: Clara Morgana
FECHA: 26/02/06
HORA: 13,30

Vuelvo a estar lejos; otra vez la pulsión expansiva de MUJER & HOMBRE me centrifuga de ti. ¿O es tu amiga Mamem? Lo sospecho; más que eso, tengo sutiles evidencias. Siempre te agradecí que me presentases a la brillante psicóloga industrial, me salvó, me salvasteis ambas de la ruina moral y material en que había caído desde la separación con Bárbara. Pero la Mamen no da puntada sin hilo, he llegado a la conclusión de que te tiene celos por mí. Perdona si me pongo un cachín chuleta, pero creo que se insinúa, suelta cosas, y como no le hago caso termina por enviarme a provincias, a levantar otra bandera del imperio. Hace poco me soltó: Pibe, como decís vosotros, eres bueno en lo tuyo, por eso voy a hacer contigo lo que Cómodo con el Máximus-Gladiator de Rusell Crowe, -¡qué tío más bueno!-. Ya sabes que soy cariñosa, y pago bien los esfuerzos, no por nada me llamo Mamen, me gusta, además, ves, me cae al pelo titi. Buenas tetas, no me digas que no, atenta con sus cachorros para que se alimenten bien y crezcan, ¿comprendes? ¡Mamen, mamen! Se sonreía mientras repasaba su cuerpo con esas manos regordetas y cierta lascivia de película. Me recordó a Demi Moore en “Acosado”, versión española del destape. Yo pensé en el Mobbing, pero sé que es una cachonda, que le gusta divertirse. De todas formas me preocupa, sí piba, tu amiga me quiere troquelar, y a vos quiere robarte el novio. ¡Para lo que me sirve!, dirás. ¡Siempre lejos y atacado de nostalgias, machito de tango de salón!... ¿no? Sí, y que. Te juro que para mí sos LA MINA, así, con mayúsculas, o en mayúsculas. No te rías, lo sabes, te tengo pinchadita en la pared, junto a Gardel, Evita y Mamá, no como vos que me tenés en el cajón de las cosas olvidadas, o escondidas, ocultándome, engañándote, relegando ese amor-dolor hasta que consigas aclararlo con lejía transaccional. Y yo penando por ti, por tu cuerpo, por tu meticulosa necesidad de ser mujer persona, por tu alma jugando a rescatarte de ser mujer-mujer. Perdona, es que me duele que a veces quieras quererme, y no quererme, en puro arquetipo.
Me lo dice Jorge, al que he vuelto a ver. Hablamos, se explicó, me expliqué, nos perdonamos mutuamente, soltamos alguna lagrimita y besitos hetero, y al final me desveló su secreto. Quiere montar “Filadelfia” para teatro, pero la quiere retitular “Chueca”, así, con transferencia de historias y temas. De ahí sus flirteos con la Bi, me confiesa. Después volvió a insistir en eso de que yo tenía mucha suerte con vos, que una hembra así, tan persona, no se encuentra todos los días. Y entonces, puestos a confidenciarnos, le chamuyé lo de la Mamen. Creo que fue entonces cuando me percaté del asunto, algo que venía percibiendo en el aire se convertía en realidad plausible. Y le hablé de vos, de como a veces me absorbes el cuerpo y el alma y me dejas languideciendo, de cómo te necesito y me obligas a necesitarme, a reconstruirme.
Y ahora estoy aquí, lejos otra vez, seleccionando y aleccionando post adolescentes a la búsqueda de su primer trabajo flexible -las muchachas tan vivas y hermosas- para que sigan vendiendo hasta la extenuación ropa de M & H en provincias. Soy un romano convertidor de fronteras, dice la Mamem.
Y decime piba, Clarita, Claraza, si sos una hembra, que dice Jorgito, tenés que bailarte un tanguito conmigo, bueno, al menos oírlo, cantarlo. ¡Dale, mirá!, aquí suena uno del gran Celedonio. Te lo paso en letra...; que a veces sospecho este va a ser mi futuro contigo si seguís abriendo y cerrando el cajón.
“Llegó el coso cansado del laburo, y haciendo / un esfuerzo inaudito en un papel leyó: / “Porque estoy hasta el tope de vivir padeciendo / me decido a dejarte. Perdoname, Margó”. / Fue tan seca la biaba que la mente turbada / como herida de muerte al momento quedó. / Reaccionó de repente: iba a ir a buscarla, / más, como era canchero, al impulso lo ahogó. / Ya ni cierra la puerta, tiene el pálpito fulo / que a la larga o a la corta al bulín volverá. / El no ha dicho ni medio, pero con disimulo / en el patio comentan lo cambiado que está. / Pero ella no vuelve, y se extingue una vida / en la tarde tranquila, bendecida de sol. / Es la historia de siempre: una mina perdida / y una pobre esperanza conservada en alcohol.
¡Bueno…! Un besote donde sabés, ahora que te acabas de encender entre la ira y la pasión, y casi casi estás bailando con el portátil.

DE: Pablo Frías
A: Clara Morgana
FECHA: 16/07/07
HORA: 16,30

¿Y que pasó? Sos más verás que el tango que te lancé en mi última para ver si reaccionabas, para comprobar si te dabas cuenta de todo lo que me desespera que me dejes, que me olvides, o peor aún, que juegues a gatitas y ratones. ¿Qué necesidad? Ha pasado más de un año desde entonces y no he podido volver a acariciarte ni a perderme en tus brazos por el laberinto de esas negras sábanas de satén. Me niegas, me rehúsas, me abandonas sin excusas ni ceremonias. Eso me empuja a creer que te sientes culpable, que recurres a los amigos comunes para crearte una falsa muralla de protección. Tengo la mesita de noche llena de borradores de cartas imposibles, entre la desesperación y la renuncia, entre el perdón y el rencor, pero sin ser ninguna la verdadera mensajera de mis confusos sentimientos.
Entre tanto, ya sabrás que la astuta Mamen me mandó a mi país a armar una posible sucursal central latinoamericana y me ha tenido allí, retenido y sólo, durante casi seis largos e imposibles meses. Mi única salvación han sido las pibas porteñas, cada vez más deseables a la par que inteligentes, cariñosas, solidarias y desprendidas; lo que puede un proceso de destrucción y renacimiento. Te lo juro que si no hubiera sido por tu recuerdo no hubiera vuelto, me estaba mal acostumbrando a tener allí lo que aquí me niegas. ¿Hasta cuando?
Antonio di Lucca (et alt -MAJG-)
Transitorio