martes, 1 de mayo de 2012

¿MAX...-TEATRAL- MADERA....? Premia que algo queda.

Ayer, Lunes 30 de Abril de 2012 se entregaron los XV PREMIOS MAX DE TEATRO, celebrados en el Circo Price de Madrid (bonito lugar para cómicos y titiriteros), con gran alborozo de época oscura entre los concelebrantes. Oficiaba la maravillosa y teatralmente comprometida desde lo inmediato Petra (Penitencia) Martínez, repitiendo el papel de maestra de ceremonias que ya encarnara en igual lugar y diverso espectáculo circense light.
Gran alborozo entre los presentes, y más entre los candidatos a premios que siempre alegan que no se lo esperaban, pero sí los desearían- merecerían, y más el otro nominado y el propio compañero no seleccionado. Sí, emocionante acto de ese caldo cultural del arte expresivo que es el Teatro bien entendido, y con algunos guiños, pocos, a las circunstancias del momento: recortes de subvenciones y capital de producción, transformación de compañías en cooperativas, esfuerzos patrocinadores de los mismos actores tratando de salvar y salvarse. Bueno, pero al final tienen su recompensa, entre los pares, frente a los públicos, de cara a la administración cultural que les aprieta el cinturón de la expresividad y la denuncia por donde más duele. Y se divierten, se emocionan, se exaltan y escenifican con su gran carga de humanidad expresiva. ¿Pero responden realmente a las necesidades actuales de espejo argumentador-clarificador y de denuncia que la sociedad parece necesitar en estos momentos? A veces, algunos. Sí contribuyen en general a que la sociedad se divierta, despeje, distraiga por lo menos. De ahí el triunfo del musical en una sociedad que salvo el tradicional teatro de revistas, la zarzuela y la ópera para abonados con posibles lo había ignorado hasta hace poco. Ahora, la mayoría de actores que quieren ganarse la vida cantan, bailan y hasta trabajan en pelota picada. Menos mal, habrá que agradecer una vez mas al Hollywood y hasta al Bollywood por tal aggiornamiento profesional aunque cuenten tonterías, las justas, y cosas de animales humanizados (¿No es al revés?)
España, en parte gracias a ello, ha evolucionado mucho en la oferta teatral en cantidad, variedad -no tanto, hay acostumbramientos y tradiciones repetidas- calidad y formación de actores y demás participantes en el hecho teatral, incluso en autores nuevos, en técnicos modernizados y demás. Se abren teatros, casi siempre independientes, alternativos, cooperativos, pequeños. Se abren salas que acojen a otros grupos para mantener el propio, las instituciones sociales -Comunidad, Ayuntamiento, Estado- los suelen utilizar para sus propias programaciones y aportan subvenciones, a veces pagadas tardíamente, y facilidades propagandísticas. ¿No son pues los teatreros personas  relevantes en la sociedad, conocidas, famosas, agasajadas..., y que incluso pueden terminar aterrizando en el cine, cosa mucho más esplendorosa por su resonancia y difusión?
En medio de tanta felicidad teatral, recordaba yo el acto manifiesto del teatro argentino en plena represión de la dicatadura militar, años finales de los 70, Teatro General San Martín, Buenos Aires Capital Federal. Actores y profesionales que se la jugaban duramente para mantener su independencia y la de los ciudadanos, la libertad, concientes de que estaba en juego mucho más que el poder hacer una obra de denuncia, una obra que contara la verdad de las circunstancias ante un pueblo sometido, acallado, secuestrado, torturado.
Esperemos no llegar nunca más a eso, esperemos que todo esto  no sea más que un susto, incluso teatral, que nos quieren dar los autoproclamados dueños de la historia para reconducirnos por el buen camino, eso sí, con peaje pagado.