lunes, 9 de septiembre de 2013

UNA OLIMPICA ZUMBA (*)


No es que el comité del ramo sea muy fiable, conocemos, se habla de, se exhibe a veces, su capacidad para otorgar/o no, derivada de otras menudencias negociadoras. ¡OH!, la negociación, que viene de negocio. Lo cierto es que la candidatura (que también deviene de candidez), de España, para sostenerla y no enmendarla, a estas Olimpíadas del 20y20 ideadas en origen por el gran -y gastoso-, Alcalde Gallardón, andaba muy coja luego de tres fracasos en las convocatorias, y falta de trasfondo de apoyos. Pero no de necesidades políticas derivadas de la crisis, de vocerías irresponsables sobre el salir de la misma, aireadas internacionalmente buscando un convencimiento vano, y hasta de compromisos in extremis, como el apoyo a la solución Obama sobre la torturada Siria a cambio de un aparente e ignoto  palmadazo a la espalda del Sr. Rajoy, por el, también supuesto, remonte económico.

Y eso por no hablar del cacareo sobre el seguro triunfo de la propuesta española, aireada a troche y moche en península y alrededores, haciendo constar que el 90 % de los ciudadanos nacionales la apoyaban, y al menos un 83% de los madrileños. Datos, supuestos o imaginados, que se cansaron de vocear hasta en la misma sede de la elección final.

Demasiadas necesidades de apoyo extra olímpicas aderezadas por la presencia exagerada, a nuestra costa, de personalidades político-deportivas encargadas de la presentación. Unos que lo hacen bien, y otros que no saben lo que tienen que hacer ni decir. Y que encima pecan de ignorancia o imitación respecto del inglés, necesario e indispensable lenguaje para el intercambio internacional sin trampas.

Pena sincera para muchos ciudadanos, que se han creído y necesitado del canto de las sirenas olímpicas, hermoso argumento derivado de los griegos para enaltecer al hombre y sus posibilidades de superación, acuerdo amistoso y sincero, y de camino pasarla bien.

No en el caso de la propuesta española que se apoya en esos argumentos para conseguir otras cosas. En particular un respiro político y pretendido -por ellos mismos-, de tipo económico cara al público en general, pero sobre todo hacia los propios soportadores. ¿No andaría por allí también la concordancia en el horizonte temporal del EuroVegas madrileño?

Una propuesta escénica, territorial, de economía instrumental y rectitud ejecutoria, que los dichosos miembros del COI o no se han creído o ya venían dispuestos a pasar por alto. Gran gasto en vídeos que vistos por los poco enterados no explicitan nada más que una voluntad poética de contarlos, pero que no permiten venir en conocimiento de las cosas importantes de verdad.

Por ejemplo, de la territorialización de los distintos eventos y sedes, su capacidad física y de seguridad, el arqueo entre demanda y acogida, la amplitud de los desplazamientos, el impacto sobre lo preexistente y sus habitantes, el devenir integrador con el resto del tejido urbano y de servicios, etc. Y, sobre todo, ¿cuanto ha costado y va a costar a las exhaustas arcas públicas sufragadas por los de siempre para beneficio de los otros? ¿Y cuál sería el fruto derivado final?

Todo esto se mezcla con el posible impacto benefactor del turismo que aportará economía transitoria en consumo y empleo (15 a 21 días), y quizás su extensión sensible más allá de ese tiempo estricto de celebración. O sea, que si España se embolsa ahora, dicen ellos, cerca de 60 millones de visitantes/año, pueda llegar a los 80 en un futuro próximo, y aumentar de paso la parte alícuota madrileña a 6 millones.

¡And last, but not less!, quizás traducido por el C.O. español como “Últimamente, pero menos”, el principal intérprete histórico y heroico de este drama, el esforzado atleta contendiente, émulo de los antiguos héroes y semidioses antagonistas en la clásica Grecia, a los que el gobierno español ha ninguneado a través de su siempre sonriente, para disimular, ministro del ramo, que ha venido a encogerles subvenciones, ayudas, becas, instalaciones, etc., y hasta quizás hecho poco control a los devaneos con el dopaje.

Ya sabemos que nuestro país comienza a ser, merced a las políticas económicas de desmontaje del actual gobierno, orientadas por la Europa del Mercado Común (¿?), un territorio económico de oferta baja, no de tecnología punta sino de servicios, no de intercambios de alto valor sino de bajo perfil, no de generación de pensamiento y tecnología sino de su compra. Situación derivada posiblemente de la distribución del trabajo asignada por los imperios financiero-económicos privados, instrumentadores de la actual crisis, auspiciados por los grandes o pequeños países donde se refugian esos intereses.

Eso sí, con una palmadita en la espalda.

 

(*) Escarnio