domingo, 16 de diciembre de 2007

LAS ARQUITECTAS "ESTRELLA" EN EPs

EPs parece correr el riesgo de escorarse paulatinamente hacia la vida Fashion. Es una deriva a veces poco seria, con una visión un poco estrecha, pasajera y limitada de las circunstancias que rodean a los hechos. Ahora, la articulista de “Perspectiva de mujer”, nos pretende deslumbrar con su sesgado enfoque sobre el ascenso imparable (la i-resistible ascensión), de las mujeres arquitecto estrella, luego de un largo y abnegado tránsito por el camino de las negaciones.
Olvida, entre otras circunstancias previas, que hacia los años 60/70 del pasado siglo, un numeroso grupo de arquitectas formadas en América Latina practicaban, aunque de forma oscura, su magnífico estándar profesional en estudios peninsulares y europeos comandados por muy reconocidos profesionales hombres. Por otra parte, desde hace más de diez años, una asociación profesional de arquitectas españolas, “La Mujer Construye”, viene desarrollando una estupenda labor de formación, presencia social activa, y divulgación de esa labor en conexión con profesionales femeninas de todo el mundo, en particular de las regiones más deprimidas: Mediterráneo, África, Medio Oriente, Asia, América Latina, etc., tratando de rescatar lo más positivo y aparentemente “diferencial”, respecto de las practicas masculinas, de una labor entendida como servicio social.
Adolece pues el artículo de una mayor labor de rastreo y puesta en claro de los temas que plantea su autora, y quizás de una menor focalización en situaciones profesionales de privilegio. La Arquitectura, como casi todo, debe estar al servicio de la sociedad, en particular de sus sectores menos favorecidos, y no entrar de forma superflua en el campo de la imagen, la propaganda, el deslumbramiento y la oferta personalista, a pesar de lo que les encanta tal proyectiva a los grupos de poder. Quizás así nos evitaríamos leer como brillantes argumentos, esas frases fuerza o marco que quizás las arquitectas entrevistadas hayan formulado en contextos teóricos más amplios y profundos.

Norberto Spagnuolo di Nunzio
Carta a Revista EPs

martes, 27 de noviembre de 2007

¡NO ME HAGAS ESTO! (Epistolario psico-erótico de un transoceánico)

CAPITULO I
Zaguán oscuro

Querido Pitín Modsky, odiado analista mío:

Perdona, he sentido la necesidad urgente de escribir antes de que se cumpla el tiempo que me has asignado para nuestra endeble comunicación. Es decir de mí comunicación contigo, porque tú apenas me has escrito en estos años. Tan sólo diez cartas, una visita interesada hacia finales de los sesenta coincidiendo con tu primera luna de miel, algunas parcas llamadas telefónicas para explicarme que era exactamente lo que querías que fuese contando y, por último, ese absurdo y frustrado intento durante mi última estancia en Buenos Aires. ¡Hace ya más de tres años!.
Veinticinco van de analizarme contigo, aunque malamente y a la distancia, otros más de veinte, casi simultáneos, haciendo yoga, y unos varios y últimos más entregándome, junto con Beatriz, a terapias bio energetizantes e higienistas varias y liberadoras buscando el ser más libre, deberían haberme situado entre las personas más evolucionadas de este mundo. Pero no es así, todavía arrastro oscuridades que ni tú, ni el gurú argonauta, ni aquellas prácticas desbloqueadoras intensivas, han sido capaces de resolver. Tan sólo quedamos nosotros mismos, frente a frente, pero ese no es el tema, y por ahora me interesa, sobre todo, que me resuelvas éste, el que me preocupa, el que ya mismo te cuento.
Te escribo, sí, necesito escribirte, porque he tenido una terrible pesadilla llena de simbolismos e historias de la infancia ligadas a mi progenitor, al entorno en que fui creciendo. No es que mi padre estuviese ahí, en el espacio simbólico del sueño, pero reviví aquél lugar, el refugio donde también me ocultaba de sus castigos, o de su presencia siempre dominante, y tuve la misma sensación de entonces, cuando tenía que usarlo para esos y otros menesteres, y poco a poco se fue convirtiendo en un lugar especial, indispensable. Creo haberte hablado de él en alguna otra ocasión.
El pasado jueves, ya de madrugada, desperté sobresaltado. Me sentía terriblemente agitado, sofocado, yaciendo boca abajo sobre la cama, el corazón latiendo apresuradamente, temiendo que fuera a ahogarme. Percibo entonces una oleada de angustia que me inunda todo el cuerpo y se incrusta en el pecho. Comprendo que acabo de tener una dolorosa pesadilla y trato de recordarla. Intento revivirla, y me doy cuenta que he soñado con el zaguán de mi antigua casa de Buenos Aires, la casa donde viví entre los fundamentales cuatro y diecisiete años. Ese zaguán representaba para mí la antesala protectora frente al mundo exterior, una imagen que siempre reaparece en diversas traducciones. Un rectángulo cubierto, relativamente bajo, cerrado por tres de sus lados, con los laterales más largos, quizá de unos tres metros, el lado pequeño, opuesto a la puerta, se abría hacia un pasillo interior sin techo, estrecho, largo, de paredes altísimas, que a su vez daba a un patio más ancho, al final del cual se accedía a la casa, como si todo fuese un sistema telescópico, distanciador y protector de nuestro hogar porteño encapsulado entre patio y patio. En el lado pequeño y cerrado del zaguán, el que daba a la calle, una pesada puerta de hierro mitad y mitad, la inferior de negro y pesado acero, la superior con barrotes forjados protegiendo un cristal grabado y traslúcido, dando borrosa idea del mundo exterior, la calle, el barrio.
Yo tenía profundamente idealizado ese zaguán, como si fuera una caja de muñecas, un espacio protector y mágico, una caverna, un territorio simbólico de frontera - tierra al tiempo propia pero de nadie- donde refugiarme de todos los males de ambos mundos, el exterior ignoto, probablemente duro, y el interior poblado de oscuras conocidas circunstancias. Y dónde protegerme además de la lluvia, la soledad, los castigos, la tristeza.
El sueño comienza a ser angustioso cuando descubro un extraño insecto revoloteando en ése espacio protector, invadiéndolo. El insecto cobra protagonismo y termina posándose sobre una oscura incidencia de la pared, una grieta, una angosta cavidad del micromundo rodeada por el desconche de la pintura, organizada entre aristas de cal y arena. El zaguán de mi infancia tenía las paredes pintadas al temple, de sucio color crema, con numerosas capas que se iban resecando y desconchando en escamas, en pequeños trozos de piel calcárea y color desvaído. Junto al cerco de la puerta había grietas provocadas por los portazos y consiguientes caídas del revoque, y en esas grietas, desfloradas sobre rendijas que dejaban filtrar el aire y la luz, pululaban arañas en sus urdimbres viscosas, insectos diversos amparados en la semi moscura humedad, moscas atrapadas, y todo un universo ínfimo de alimañas que me provocaban cierto terror interior y abismal, que encogían mi estómago, y encarnaban el contrapunto angustioso en aquél lugar que debía procurarme protección y paz.
Sí, el zaguán me ofrecía refugio inestimable frente al bullicio exterior de la calle, los vecinos entrometidos, la vida dándote empujones, los profesores metiéndose contigo, los amigos perversos, las obligaciones, el laberinto familiar de patios, puertas y personas, y todo eso se me metía en el cuerpo, detrás del plexo solar, y un escalofrío me recorría de abajo hacia arriba hasta alojarse en la nuca. Escalofrío mejorado y multiplicado en su sensación cuando a todo ello se sumaba la lluvia, la primaveral u otoñal, pero siempre melancólica, poderosa lluvia porteña, a la que yo desafiaba y temía desde mi refugio.
El horrible insecto del sueño se agranda, crece a medida que lo miro, percibo que se vanagloria de ello, se estira, saca pecho, me mira de frente. No sé si es una araña, una cucaracha o un escarabajo volador, quizá una mezcla demoníaca y simbólica de todos los bichos que campeaban por las dichosas oquedades. Tiene alas viscosas y caparazón oscuro en forma de persiana, y una cola de langostino que agita, abre y cierra en un aleteo pesado y metálico. Y no deja de crecer, produciendo un zumbido que aumenta, mientras me permite entrever que tal sonido se produce por una acumulación de golpeteos ínfimos entre las escamas del monstruo.
En ese refugio disfrutaba también de mi ocio, de mi aislamiento infantil, casi siempre solo, o en compañía de algún otro solitario y poco peligroso amigo del barrio. El apagado "rusito" de la carbonería de la esquina que nunca conocí por su verdadero nombre. Krhown, el judío tuberculoso, escuálido, angustiado, con el pecho hundido como si fuera el Nosferatus de Mornau en versión adolescente, fallecido pocos años después, con los pulmones deshechos por una antigua tuberculosis. Juan Carlos, el hijo de Narina, la amiga italiana de mamá, que venía a ser el único lujo, gordito y vitalista, entre aquellas iniciales amistades llenas de heridas y huellas del éxodo europeo. En ese rincón leía yo los libros prohibidos de mi padre, me refugiaba de sus castigos, ciertos o anunciados, o disfrutaba y sufría con mi simple melancolía porteña. A veces jugaba junto a ese batallón de pequeños y desarraigados amigos -emigrados antes o después de las guerras europeas- a las carreras de coches de plástico lastrados de masilla, moviéndolos sobre laberínticos circuitos previamente trazados con tiza, a intercambiar figuritas de jugadores de fútbol impresas, y presas, sobre un círculo de cartón, o a atisbar tras los cristales enrejados las borrosas figuras de la calle.
Por entonces todos los varoncitos éramos un poco misóginos, convencidos de que las chicas servían para poco, que eran incapaces de resolver nuestros problemas, y que además no querían, o no podían enterarse de lo que hacíamos, o de lo que nos pasaba. De vez en cuando aterrizaban en el zaguán algunas compañeras de mi hermana, mayores, curiosas y sabias como ella, que nos miraban incrédulas e intentaban coquetear con nosotros. Y también la Cuqui, la hermana de Juan Carlos el gordito vitalista, que era como la versión anómala de su familia, siempre nerviosa, eléctrica, con el cabello encrespado, como poseída por algún demonio que la hacía dar brincos, encogerse, revolotear los ojos, y hacer mil muecas de indescifrable traducción a nuestro lenguaje. Alguna de aquellas chicas que invadían nuestro refugio nos dejaba recorrer visualmente sus pálidas pantorrillas casi cubiertas por largos calcetines a tono, avanzar con la mirada por las rodillas sucias, y concluir por entrever muslos infantiles debajo de las cortas faldas y delantales blancos de la escuela. Sin embargo, al igual que al descubrir esos bultitos que comenzaban a empujar contra sus jerseys o blusas, la visión ofrecida no nos producía ningún efecto inmediato, ni menos aún tardío en el recuerdo nocturno. Por eso terminábamos por expulsarlas del zaguán, de nuestro pequeño mundo de dominante y angustiosa realidad; quizás no había lugar para lo sensual en aquel sitio.
El suelo de ese espacio fronterizo y defensivo estaba tres escalones por debajo del pasillo, y eso facilitaba el escondite pero también el arrinconamiento. Cuando las circunstancias agobiaban, sólo cabía escapar hacia el perverso mundo exterior por la pesada puerta, arriesgándose a no poder entrar nunca más en casa, expulsado definitivamente del paraíso -o del limbo- por no saber ni querer respetar el mandato de los dioses, del dios padre sobre todo. Congoja añadida a las demás en aquellos años de difícil intromisión en el mundo de las realidades y teorías de los mayores, de la socialización del comportamiento. Angustia rematada cuando apenas nos asomábamos a la calle, al darnos de bruces con la larga fila de árboles que, festoneando la acera, aparecían entonces pintados de cal hasta la cintura, necesaria providencia para combatir, decían, la epidemia de polio que se había abatido sobre la ciudad, y que un año más tarde se llevaría para siempre a un gran compañero del club. ¿Te acordas?
De pronto noto que el insecto aumenta su atención sobre mí, me observa durante un breve instante, y a continuación se lanza hacia donde estoy. Es un meteorito zumbón y oscuro que se agranda paulatinamente a medida que se acerca, que me va acorralando contra los escalones que intento subir de espaldas, literalmente espantado, sin dejar de vigilarlo horrorizado para que no acabe conmigo, para que no me devore. Me cubro la cara con las manos, me encojo como en el vientre materno, corto mi respiración, deseando que su viscosa caparazón, como lata de foie-gras abandonado, no me toque. Y es entonces cuando despierto desesperado.
Y ahora te lo cuento, Modsky, Pitín, porque me gustaría que me aclarases el significado de este sueño que me ha producido tan terrible sensación, que me tiene aún en zozobra y desconsuelo. Tengo por sabido o entendido que cuando estoy en, o me enfrento a, un deseado período liberador, me acechan estas extrañas representaciones de mi subconsciente. Terror al exterior, necesidad de protección, necesidad de personalización, lucha con el entorno, deseo de salir, temor a hacerlo, a perder lo que tengo. Lucha también con el pasado, que no añoro, pero que vuelve, que está presente, que no me deja a veces cambiar, evolucionar. El zaguán se convierte entonce en la caverna de Platón, o en el nido del Hornero, y acude de forma reiterada, obsesiva, a emerger sin invitación sobre el presente, a rever el pasado como en una vieja película. Yo adentro, protegido pero angustiado e inmóvil, sin avanzar ni encontrar soluciones. Fuera la vida, el mundo, la gente.
No sé si tal repaso de los bajos del subconsciente pueda deberse al sentimiento de culpa o frustración por no haber ido finalmente a Buenos Aires éste fin de año -que me tocaba- o a la repesca emocional que tal posibilidad ha desencadenado en mi subconsciente. No lo digo por ti sino por mi familia, a la que tuve ilusionada hasta el último momento. Pero a lo mejor todo se debe a que la semana pasada fui a ver la última película de Leonardo Favio, "Gatica, El mono", y eso revolvió la memoria de mi infancia, la Argentina que se desmorona, los ídolos caídos. Tú sabrás, comprenderás, analizarás. Has un esfuerzo. Mientras tanto, seguimos y seguiremos estando a cada lado de ésta mar atlántica, y por eso te escribo con ansias transoceánicas que eluden todas las distancias. Necesito tus comentarios, tus consejos, tu amistad. Necesito eso, y no escuchar tus perversas elucubraciones acerca de si siempre he sido un folla-pavas.
Abrazos. No me falles una vez más.

Madrid, 8 de Febrero de 1994

miércoles, 21 de noviembre de 2007

PELICULÍN-PELICULÓN, BOMBO-BOMBOM. ¡BOOM!

Conozco un poco de cerca el mundo del cine y la televisión. Tengo amigos y familiares que están en ello desde hace tiempo. Yo mismo he incursionado en él como un entusiasmado aprendiz revoloteador, sin dejarme atrapar quizás por falta de decisión o reconocible incapacidad. Soy pues un aficionado sin adicción, aunque sí con dedicación, reflexión y sentimiento, y de vez en vez escribo crónicas, críticas y elogios de películas, programas, directores, artistas y técnicos de igual forma que escribo sobre arte y arquitectura, que también práctico, ya sea por efecto o defecto. A ello hay que sumar que he colaborado en argumentos y guiones para documentales, dirección artística, diseño de decorados y vestuario, creación de personajes, así como escrito obras de teatro, narraciones, cuentos y poesías, amen de haber participado como actor, es un decir, en series de televisión y cortometrajes.
Por eso quizás casi creo que puedo opinar sobre el tema del cine, la televisión, y todo lo que gira en derredor, aún sin estar metido en ello como profesional serio y full time, aún corriendo el peligro, como argumenta sabiamente Javier Marías en un reciente artículo, de encarnar al típico opinador a la “virulé” -a la bartola, en argentino- sin tener ni puta idea. Sí, esto es casi cierto.
La relación con un primo mío -siempre hay “un primo” que sabe de verdad-, conocido cineasta y escritor argentino recientemente fallecido, la asistencia junto a él a festivales, estrenos, filmaciones y lectura de guiones, su oferta, en un arranque de confianza y buena fe, para que yo fuese su director artístico en alguna película, me ha permitido acercarme un poco más al tema. Tanto que, discutiendo ambos acerca de todo esto, hemos llegado a pelearnos y estar apartados o alejados durante los últimos seis años, después de haber compartido casi diariamente los primeros treinta, e intercalado encuentros a lo largo de los otros treinta restantes. Mi primo se disgustó, como lo hubiera hecho cualquier profesional de similar estirpe, cuando yo, mentecato civil, critiqué no sólo la deriva falsamente realista de alguna de sus últimas películas, sino su propia forma de vida, y la de su familia, considerándolos malamente encandilados por los falsos oropeles, adulaciones y aprovechamientos sociales merced a su posición de celebridad cinematográfica, es decir artística, es decir triunfadora en las mejores escalas sociales de la burguesía. Y me arrepentí, aún me arrepiento, de ser el instigador de ese alejamiento, desgraciadamente definitivo por su temprana muerte, pero sigo creyendo en que era necesario.
Y sigo mal creyendo, y valorando de forma negativa, que a éste mundo del cine y la televisión se le otorguen tantos favores y reconocimientos sociales, que sus protagonistas, en especial los directores, actores, y demás elenco del staff primordial, sean considerados prácticamente semi héroes, cuando no dioses y diosas en una sociedad tan cargada de miserias y espantos, como redimida por anti héroes anónimos y cotidianos a los que nadie aplaudirá por su fecunda y maravillosa labor. Y pienso en los grupos sociales que aportan su trabajo en beneficio de toda la colectividad sin salir nunca en la prensa, la radio o la televisión, ni recibir premios, ni tener fiestas y celebraciones, ni poder vestir en ellas trajes o modelos de lujo, ni gozar de amores maravillosos aireados por la prensa inútil. Y menos mal; que así sea.
Bien, ¿es entonces necesario todo ese aparato de difusión, propaganda, ensalzamiento, halagos sin fin, envidias y/o fervorosas adscripciones, etc., etc.? ¿Para qué? ¿Para que la industria produzca y venda, y una imagen artística y social de un país, una cultura, se difunda y sirva de vehículo propagandístico a nivel internacional de la clase y forma de vida que en ese país y territorio, u otro cualquiera, se lleve? Pues quizá. El cine es arte, el cine es cultura, el cine es dinamización de ideas y comportamientos, y a veces, pocas, la televisión casi también. Pero no siempre, ni mucho menos ¿Se merecen entonces sus protagonistas tantos escandalosos beneplácitos? Pues personalmente creo que la mayoría de las veces tampoco. Y no soy el único en pensarlo.
Hace poco la excelente escritora y editora Laura Freixas, pulsando su vena más críticamente femenina, expuso en el periódico en que escribe regularmente una reflexión similar, aunque en ella matizara el tema en relación al diferencial de valoración existente en nuestra sociedad entre hombres y mujeres, con sus respectivas e insidiosas cargas de edad:
“…¿Guapos? Hombre, con docenas de maquilladores, peluqueros y fotógrafos, de esos que saben colocar los focos para disimularlas arrugas, cualquiera sale guapo. ¿Elegantes? ¿Y como podrían no serlo gastando tanto en ropa? (Es cierto que algunos lo consiguen, pero son superdotados, como Ivana Trump) ¿Talento? Sí, pero también mucho trabajo, y dudas, y equivocaciones, y quizás no más talento que el de al lado, aunque a la sociedad en que vivimos –representada estos días por la Academia de Cine- le encanta otorgar triunfos absolutos, apoteósicos, cosa siempre más resultona que eso tan aburrido de repartir y matizar. ¿Éxito? Sin duda, pero ¿como lo viven los interesados? ¿Tiene la sensación de algo justo, que responde a sus intenciones y a su obra? ¿O de un malentendido? ¿Y que tal andan de budismo Zen para encarar lo siguiente que les toque: después de un éxito apoteósico, un fracaso apoteósico, por ejemplo?”
Sí, esta es una sociedad absurdamente dedicada a celebrar y denostar, indistinta o alternativamente, a la parte aparente de sí misma que consigue asomar la cabeza y hacerse notar por los medios que sea.
Como Laura Freixas, como tantos otros, creo que como personas nos debemos a la sociedad sea cual fuere la actividad que desarrollemos, que podamos o nos dejen desarrollar. Que debemos aportarnos las mejores cosas unos a otros, y que eso no significa ningún mérito especial, ninguna necesidad de condecoraciones, ni halagos, ni homenajes, sino tan sólo merecer el respeto y el cariño por encarnar, de la mejor forma posible, algún ideal, riesgo o tarea que la sociedad necesite para su evolución. La individualidad de la que somos portadores e intérpretes, que nos permite desarrollar nuestras capacidades de una manera específica o singular, no debería ser carta de crédito para convertirnos en héroes famosos y adorados, sino tan sólo en ejemplos de la mejor forma de encarnar o interpretar un anhelo y un servicio.
Quizás era eso lo que yo reprochaba a mi primo, y la verdad es que nunca sentí que él lo pensara en serio. Pero mientras tanto se decidía, lo utilizaba, aunque posiblemente sin demasiado énfasis.

arte_qdarte / Norberto Spagnuolo / noviembre de 2007


domingo, 18 de noviembre de 2007

LA CIUDAD. Poemas

LUNA RASANTE
Abril 2000


A ras de suelo,
miles de lunas navegan el horizonte
en multiplicados pares.
Lunas de luz, como centellas,
se entrecruzan alumbrando
el gigantesco e infinito camino,
buscándote en la noche. 535

Pero no puedes contemplarlas
con esa tristeza ausente del que añora,
ni pedirles que alumbren tu amor distante,
ni bañarte por horas
en su melancólica calidez de plata.
Sólo puedes preocuparte por que
pasen fugaces, como insectos voladores,
por que te deslumbren como un rayo,
te apunten directamente a la cara,
al vientre, al desolado pecho solitario,
y disparen ráfagas de xenón,
o de tugsteno incandescente. 547

Rabiosas, posesivas,
recortan tu silueta como si fuera de papel,
la abaten sobre el asfalto convertida en sombra,
la arrastran hasta fundirla con la noche.
Y en menos de un segundo,
te han sumergido para siempre
en su cara oculta,
que de verdad no existe. 555

Y luego otra. Y luego, otra. 556


COMO MUJERES
Abril 2000

Ciudades como mujeres,
de intrincados laberintos
y oscuras hendiduras olorosas.
De abiertas calles y colinas,
y cálidos refugios de sol y aire. 561

En ellas florecen todas las
ideas, el entrecruzar de razas,
y la semilla del futuro fructifica
en el seno social y laborioso.
Apasionadamente ambiguas
y cambiantes, maternales y protectoras,
o temibles y duras como el hombre
en la batalla, niegan hoy el pan,
y mañana, fraternales, lo regalan. 570

En la esquina donde se cruza
el mundo, casi en el mismo instante,
un farol ilumina la vida, y su sombra
da cobijo a la muerte solitaria. 574



EL SUR SI EXISTE
Mayo 2000

Dicen que el Sur no existe,
como si el mundo acabara
en la cintura ecuatorial
del universo. O cómo
si quisieran hurtar su parte
más doliente y oscura;
la escondida y recóndita raiz
en que se apoya todo. 582

Yo lo he visto. Hay un sur
en cada uno de nosotros, y en
cada país, en cada continente.
Es todo lo que no queremos,
lo que deseamos ocultar,
lo que nos arrastra hacia
el espacio primigenio y oscuro. 589

Somos una infinita colección
de objetos con cintura partida,
boqueando cucharadas de aire
por arriba, y el resto del cuerpo
fieramente gangrenado. 594

¡El Sur, sí existe!. Vive,
aunque vaya muriendo
de la otra parte. 597



UNA PERMANENTE SOLEDAD
2000

No se detendrá
este acumular de circunstancias
convertida en ordenada materia.
Pero el trazo será siempre equívoco,
y diferencial. 602

Una multiplicación espantosa
de centros y suburbios
creciendo sobre la naturaleza
como hierba salvaje,
ocupando los primitivos y sabios
caminos del hombre. 608

Una casa solitaria convertida
en barrio, un farol en la esquina
anunciando el centro comercial,
una gran plaza sin árboles
justo donde pastaban los corderos.
Y una permanente soledad
de multitudes, meando
en las esquinas. 616

sábado, 17 de noviembre de 2007

PISO EN ESQUINA, DIFICIL DE HABITAR

(Cuento angular)

(.......)."Finalmente, mi madre creyó encontrar la solución ideal para tal handicap pensante en la señora doña Concha, que al parecer reunía todas las ventajas de una enseñanza suficiente y doméstica en la proximidad física de su academia, ubicada justamente en la esquina frente al propio colegio, aderezando tal decisión con el siempre oportuno sentimiento, compartido con las otras madres, de "ayudar a una viuda reciente".
(.......).Aquella esquina era algo más que una simple metáfora de la ciudad, era un plano frío y puntiagudo, con cara de lápiz, apenas romo por un chaflán escueto, que se asentaba sobre una acera amplia rematada en curva que nos permitía estar aguardando a que nuestra anfitriona abriera el pequeño portón metálico lateral mientras jugábamos, avergonzados, a las estatuas y a la rayuela con las chicas o, ya más en lo nuestro, a tontear con la pelota, a intercambiar, junto a otros compañeros de pantalón corto y medias largas, jugadores de fútbol estampados para la eternidad en fichas redondas, o simplemente a meternos el dedo en la nariz, convencidos de que ese era otro serio aprendizaje, necesario y desentrañador.
(........). Todo el escenario en derredor del lugar semejaba la proa de un barco perdido que navegase por el mundo sobre la grande y empedrada calle Nogoyá, sometida a los vientos pamperos que la recorrían de cabo a rabo merced a su orientación. El local, triangular, oscuro y húmedo como una sentina, resultó ser el pequeño comercio de ultramarinos (almacén en porteño), que había regentado en vida el finado don Francisco, esposo de doña Concha, hasta que un mal golpe de esos aires, esquinados y galopantes, le había metido entre pecho y espalda una mortal neumonía, complicada en los alvéolos de sus pulmones de empedernido fumador de picadura selecta. Siempre pensé que el enfriamiento final se lo había cogido el "gallego" en esa maldita esquina mientras aguardaba algún pedido urgente de españoles "picles" -llamados "variantes" en la Madre Patria- y que se consumían, en la Argentina de entonces muy alegre y golosamente, acompañando al vermut."

"Doña Concha y su Idem. Epistolario Psico-Erótico de un transoceánico"
Norberto Spagnuolo / 2000

Era yo un regular estudiante de primaria en Buenos Aires, cuando la obligada experiencia de aumentar el estudio de las matemáticas fuera de horas colegiales, y en un local de esquina, me dejó marcado para siempre. Sé que no fue solamente el espacio angulado lo que influyó en la situación, pero la fuerza natural que desprendía parecía provocar los acontecimientos que allí sucedieron. Incluso, pasados los años, experimenté la necesidad ineludible de sacudirme la historia en un relato, ese cuyo extracto figura en cabecera.
La esquina es un lugar paradójico, de encuentros y partidas, transitorio, desapegado y circunstancial. Lugar de cruce y descruce, de llegada y despedida. No me preocupo, ni lo digo o comento solamente yo. Antes fueron Borges, Cortázar, Pessoa, Bioy Casares, Proust, Poe..., si seguimos con la "P". Todos los grandes heterodoxos han experimentado cierta desazón ante la confusa habitabilidad de ese ángulo interior más bien agudo, fugaz y volandero. Hay además grandes arquitectos que se han especializado en sacarle jugo constructivo y meditativo al tema, y convertir el ejemplo en paradigma: Sullivan, Loos. Wright, entre otros. Al piso de esquina es difícil proyectarlo, es difícil vivirlo. Cuentan que en Madrid, barrio de Carabanchel, cierta vez hubo que ajustar el proyecto de toda una urbanización de tipo social y subvencionada porque los arquitectos responsables del proyecto habitacional no sabían acometer el dichoso piso de esquina, se sentían inseguros, no dormían por las noches, tenían sueños extraños, se resistían, se negaban sin decirlo. Alguien finalmente les preguntó: ¿Sois inútiles o supersticiosos? Los ángulos agudos se convirtieron entonces en cortes, en fachadas finales en ángulo recto, y se perdieron absurdamente metros cuadrados de vivienda, y lo que es peor, proas hendiendo la imparable corriente del suburbio.
Curiosamente, un buen amigo me confirma la tendencia a esquinarse presente en la amplia tradición española de los que fueron, y volvieron de América, un poco más ricos, capitanes de favor o de ocasión, indianos altos o intermedios, etc. Dice mi amigo que muchos de ellos se peleaban por construír o reconstruír sus casas en las mejores esquinas de sus ciudades origen, con balcones destinados a ver pasar al mundo, y que el mundo les viera a ellos embutidos en el mejor estilo plateresco. Recuerdo o imagen, en definitiva, de las proas y popas navieras en que los viajeros habían cruzado el Atlántico.
Por eso se agrandan mi asombro y admiración cuando una entrañable amiga, compañera además de sudores profesionales, me cuenta que, en comunión con "su otro", acaba de cambiar de casa, de piso, y comprarse uno en peliagudo ángulo de esquina, nada menos que en el fugaz, circunstancial y transitorio, a todos los efectos, popular barrio de Lavapiés. Pero creo que esta historia promete algo más sustancial, propio de Poe, o de los inquietantes Thomas de Quincey, y William Le Queox, que sus protagonistas van camino de engrosar la lista de héroes urbanos anónimos que hacen gloriosa a una ciudad, digna de celebrar juegos olímpicos pese a quién pese; héroes de gran historieta de comic. Sí, hay ciudadanos que se arrojan a la aventura transhabitacional como si hubieran sido aleccionados por un oscuro e imaginativo autor, a la búsqueda de sugerentes paradigmas vitales urbanos.
Lo cierto es que ellos tenian ya esa otra casa, aunque fuese un pisito exiguo y recapitulado, reformado, rehabilitado y vuelto a habitar varias veces en el transcurso de al menos 200 años de servicio a las clases populares y castizas del mismo Lavapies. Un pisito rehecho y re-decorado innumerables veces, perteneciente a una de esas clásicas corralas madrileñas, salvada varias veces de la desaparición por persecución y agotamiento inducido por propios y extraños; o sea, por el municipio y las inmobiliarias. Era pequeño, pero se les quedó chico. Los primeros años tuvieron que soportar los últimos trabajos de rehabilitación oficial, la Corrala había entrado en el ¿Who is Who? de la edificación histórica popular y protegible, y a pesar de los inconvenientes, de alguna forma se beneficiaron de ello. Ahora, pocos años después, lo podían vender algo más caro. Lo demás es puro milagro metodológico, valentía de usuario, riesgo de aventurero urbano, y quizás el oscuro amor, o atracción fatal, hacia las esquinas, al menos a esta en particular.
Sí, tal vez sea una de las esquinas más ajetreadas de Madrid, y eso, en sí mismo, ya es un mérito en una ciudad sacudida en toda su extensión, otra vez, por los afanes inmobiliaros y urbanísticos de los mismos de antes, y de siempre. Aduce mi amiga, en su descargo, que esa casa siempre les había gustado, que hace tiempo sabían que había un piso libre, que no se vendía, o estaba a punto de hacerlo, y que la casa les atraía. El piso ocupa la tercera planta, en esquina, y dispone de seis balcones hacia sendas calles, unidas bajo la prodigiosa quilla inmobiliaira: Servet y Valencia. Tres de esos balcones, señorean la fachada angulada oteando el horizonte, como encajados debajo del bauprés de un hermoso galeón del XVIII donde se hubiese trastocado la ubicación del camarote del capitán más valeroso, de la tranquila popa a la inagotable proa, hundiéndose y levantándose sobre las embravecidas calles, plenas estas de inmigrantes, y de sospechosos habituales vigilados por la subdirección provincial de Prestaciones de Muerte y Supervivencia, que aunque no lo crean sí existe.
Es evidente que en su arrebato esquinado, no se han detenido a considerar ningún tratado de Feng Shui, a pesar de que, en una reciente revista de decoración, expresamente se advierte: "Tanto coreanos como japoneses, por ejemplo, evitarían adquirir o construír viviendas que tuviesen una larga escalera para acceder al interior, o que estuviesen emplazadas en una esquina en la que se encontraran dos calles" Bueno, bueno, quizás sean exagerados los de la revista con esta insistencia acerca de "una esquina en la que se encontraran dos calles". ¿Y que esperaban, que nunca se encontrasen? Bueno, sí, quizás habría que matizar. No se trata de esquinas cualquiera, no es la esquina rectangular, ni la esquina de chaflán de ensanche barcelonés, ni menos las de Buenos Aires, que son esquina no siéndolo, y que sirven sobre todo para aquilatar como va el mundo, psicólogo y macho abandonado incluídos. Hablando con propiedad, se trata solamente de las esquinas agudas, porque esta claro que allí el espacio se dispara como una flecha, los arquitectos, ya lo hemos visto, recelan de su posible fracaso ordenando el espacio interior, la dinámica residencial se hace inestable, fugada, y todo atrae hacia ese bendito ángulo agudo. Y más si, como en este caso, tiene ventanas, balcones, o ventanales de esquina, que es categoría especial.
La casa en su conjunto, goza además de una bien merecida fama histórica de inquietud, de inestabilidad milagrosa, no sólo por su longeva residencia en la tierra que supera los ciento veinte años. Si observamos los viejos planos de Madrid de hacia la mitad del XIX, años 1837/47/48/56, vemos que los terrenos están todavía sin edificar, y parecen pertenecer a la huerta o jardín de un Convento y Escuela de Párvulos. En el del Ensanche de Madrid, de Carlos Mª de Castro, hacia 1857, se mantienen con la misma asignación, e igualmente sucede en el plano de Distritos de Madrid de 1865, donde Lavapies pertenece al de La Inclusa. En todo ese tiempo, y hasta finales de siglo, lo que será calle Miguel Servet es conocida como Barranco de Embajadores. Y eso debería haber sido, un cauce de desagüe de aguas de escorrentía de la zona alta de Lavapies hacia la Ronda de Atocha. Pero el tema sigue igual según el estupendo plano de Ibañez Ibero, años de 1872/73 y 74, y hasta 1884, donde en el plano de Emilio Valverde ya puede observarse, por primera vez, la estructuración en manzanas del triángulo comprendido entre el Barranco de Embajadores, la Calle Valencia, y la Ronda de Atocha. Poco más tarde, en los planos madrileños de 1886 a 1900, aparece la zona como construida, o en proceso de hacerlo. Finalmente, en el Plano de Nuñez Granés de 1910, se muestra ya casi como en la actualidad, y con similar nomenclator local. Podemos pues fijar tal antigüedad entre 100 y 120 años.
En las proximidades de este nuevo triángulo urbano de fines del XIX, se localizan dos más antiguos y respetados edificios de la historia madrileña, las Casas de Corredor, o Corralas, en Mesón de Paredes con esquina a Miguel Servet, de hacia 1790, y la antigua Fábrica de Licores y Aguardientes, de la misma època, transformada por decisión de Pepino el Breve en Fábrica de Tabacos y Rapé. Es evidente pues que, el lugar elegido por mi amiga como residencia debe bullir, tanto de día como de noche, de viejos espíritus populares encarnados en jugadores de naipes ajados, borrachines de esquina, fumadores empedernidos, y románticos degustadores de psicotrópicos. Espíritus todos a quienes las casas de esquina, aguda por supuesto, les priva más que nada, sobre todo si mantienen esa apariencia de goleta invertida, y se deslizan, incesantemente, sobre las revueltas aguas callejeras de Lavapies.
El nuevo hogar, la casa pues y al parecer, gozaba -y goza- de bien ganado prestigio y memoria misteriosa. Y todo sería estupendo si acabara en eso, en simple recuerdo o imaginación de su pasado castizo y orillero, con sus fantasmas mal muertos o bien vivos. Pero el destino, la predestinación, juegan a veces con el tiempo, se empeñan en recostarse sobre lugares especiales a los que vuelven una y otra vez.
Bajo el cauce del antiguo Barranco de Embajadores, vino la técnica del siglo XX a definir el paso del moderno METRO, el retumbar de la máquina, la oscura lombriz mecánica. Si observamos los planos de las infraestructuras ocultas de la ciudad matritense, enseguida descubrimos el ramal que pasa, a cercana profundidad, justo por debajo de la casa de mi amiga, tanto que parte de la sección esquinada de ella descansa sobre la bóveda que da cobijo al monstruo. Julio Verne no lo hubiera pergeñado mejor.
Durante largos años, lustros, décadas tal vez, los residentes tuvieron que convivir con el sordo rumor intermitente que agitaba la casa, producía ligeras grietas, el tintinear de cristales, el golpeteo suave de puertas y ventanas, en una ola que ascendía desde las entrañas de la tierra, provocaba el paulatino inclinar de la esquina, y se agostaba hacia los pisos superiores para salir como un tenue suspiro por arriba de la cubierta. Era el METRO. Las reclamaciones vecinales han logrado al cabo de los años que la compañía explotadora refuerce la bóveda del túnel sobre el que se apoya la casa, y que sordos rumores y breves temblores se reduzcan, se aquieten. La Compañía promete colaborar y financiar las inminentes obras que requiere el expediente de Inspección Técnica de Edificios, reforzar la estructura, sanear los forjados y cimientos, reconstruir el saneamiento.
Pero la casa sigue torcida. El dormitorio camarote en esquina tri balconada, donde mi encantadora amiga comparte lecho con su pirata, desliza suavemente hacia afuera su suelo de entarimado antiguo, como si la casa siguiera navegando, hundiendo y levantando su proa sobre las procelosas aguas callejeras.
No importa, el piso es hermoso y está llena de promesas, de vida necesitada de vivirse, de mapas con puertos a los que llegar, de viejos vecinos navegantes necesitados de alegría. Y sobre todo, mi amiga es más feliz que una gaviota revoloteando sobre la cubierta del bergantín. Por algo será.

Norberto Spagnuolo / Julio de 2005

domingo, 4 de noviembre de 2007

Ciudad de los Poetas / El Urbanismo como alimento

El Urbanismo tiene mucho de cocina. El recurrido símil, utilizado como analogía por varias disciplinas por su proximidad al común entendimiento, puede servirnos para desentrañar, en parte, ese "desaguisado" en que se está convirtiendo nuestro barrio, más, y mal, conocido popularmente por el prosaico "SACONIA, Dehesa de la Villa".
El Urbanismo, insistimos, requiere para su honrosa consumación de la preexistencia de aquilatadas soluciones de sedimentada cultura histórica, ó del artificio innovador de brillantes recetas teóricas pergeñadas por hábiles maestros. De ambas sustancias se nutrió el alumbramiento del repertorio de materias y condimentos de lo que constituyó el PLAN PARCIAL DE LA CIUDAD DE LOS POETAS, aprobado definitivamente en 1965, pero (¡AY!), con remisión del desarrollo final de algunos sectores a proyectos más ajustados al despliegue posterior del sistema de comunicaciones viales contenidas en el Plan Especial de la Red Arterial de Madrid de 1971. Postergación cocinera inicial, y continuada o repetida, de la cantidad y espacialidad de la salazón necesaria que, aún hoy día, nos estropea el plato.
Hacia el último tercio de los años sesenta, la construcción del barrio comenzó a recibir elogios desde la crítica especializada y los sectores profesionales, pero también a suscitar la atención de potenciales usuarios con regular poder adquisitivo, aunque deseosos de degustar soluciones "más nutritivas" que las servidas habitualmente en el mediocre mercado inmobiliario de la época. Aquellos eran tiempos de hambruna especulativa más que permitida, donde escasas realizaciones de vivienda pública merecían comentarios meritorios. Vivienda social hecha para coetáneos del poder, y alguna que otra familia modesta partidaria, pero todas con el mismo problema de vinculación a un entorno desarbolado y desconectado.
La CIUDAD DE LOS POETAS se convirtió así en una curiosa conjunción de ensoñaciones e intereses que muchos no se explican todavía dentro del desvitaminizado panorama que ofrecía el Madrid desarrollista, dominado por la falta de imaginación, la avidez y escualidez empresarial, y el sobrenado preeminente del afán de engorde: "Aquí te pillo, aquí te mato y aquí te como." Hacia finales de los 60, el desarrollo parcial de la primera fase y la publicación de planes y proyectos en diversos medios, atrajo a un creciente número de futuros habitantes entre los que destacaban las capas sociales adscribibles a lo que por entonces se rotulaba como "progresía urbana", vinculadas básicamente a la universidad, la enseñanza o los despachos profesionales. En el otro polo del espectro de comensales aparecían los oficios especializados, las labores manuales y los servicios. En definitiva, un grupo humano, diverso pero con cierta cohesión social, en busca de mejores horizontes urbanos, y que además podía acceder a una vivienda tipo de 88 m2 al precio de 585.000 Pts. de aquellos tiempos, y pagarlas en diez años con un crédito hipotecario de la Caja Postal.
La empresa SACONIA SA, y su orla de sucedáneas familiares, promovía, financiaba -con la colaboración de la mencionada CAJA POSTAL- supervisaba todo el proyecto y construía la mayor parte de las viviendas previstas, subcontratando parte de las instalaciones y oficios a sus propias subsidiarias, resumiendo así la indispensable presencia del llamado "Bloque Inmobiliario". El suelo y los primeros documentos proyectuales (Plan Parcial, Proyecto de Urbanización), los había adquirido la empresa al inicial promotor, Don Conrado Blanco, que fundamentalmente lo era de espectáculos de teatro, tertulias culturales y mecenazgos varios. Aficionado a la poesía, se le ocurrió el reclamo de "Ciudad de los Poetas", y la propuesta de otorgar la correspondiente nomenclatura de calles que ostentaran el recuerdo de versificadores de habla hispana, muchos de ellos caídos aún bajo desgracia política. De ahí que tan romántica pero merecida propuesta fuera rechazada por la autoridad competente del tardo franquismo, que terminó por recurrir al toponímico local. Pero ignoramos porqué, a excepción de la calle central del barrio, ese imprescindible homenaje nunca ha sido retomado como argumento del callejero democrático.
En 1970 la propuesta urbanística y las primeras edificaciones realizadas fueron elegidas, como plausible ejemplo de solución al problema de la vivienda social, para representar a España ante el Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos que tuvo lugar en Buenos Aires. Durante la siguiente reunión de la UIA, celebrada en Madrid en 1975, la Ciudad de los Poetas fue visitada -por el mismo motivo- por un grupo de profesionales de todo el mundo, alertados sobre las bondades de su planeamiento y edificación. Fue entonces cuando los que intentábamos hacer algo desde la renovada Asociación de Vecinos aprovechamos esa presencia para hacer público que no todo eran parabienes, que faltaban equipamientos, infraestructuras y servicios, y que se corría el grave peligro de que las excelencias urbanísticas y constructivas se quedaran en el plano, dada la deficiente gestión, es decir, la arbitraria y limitada interpretación de la "receta" que se estaba llevando a cabo.
Durante los diecisiete años posteriores, catorce de los cuales han transcurrido bajo mandato democrático, descentralizado y mayoritariamente conducido por la izquierda (PSOE y PCE), las sucesivas realidades nos demuestran sin embargo que los errores han sido muchos más que los aciertos. Diecisiete años de cocción urbana a fuego lento, combustión pobre, con ingredientes no previstos, cambio de recipientes y de jefes de cocina, especies que no vienen a cuento y demasiada mercadería de segunda. El prometedor guiso va camino de convertirse en guisote. Diecisiete años de no entender un trozo de territorio ordenado sobre un trozo de papel, necesitado de cuidado diario y de respeto a la idea primaria. Algo, al parecer, muy difícil de hacer viable por una administración cuya estructura funcional histórica la condena a redescubrir, eternamente, la relación del agua con el fuego. Pero además, y esto aún es peor, una generación de viejos habitantes que han olvidado, ó trastocado, sus iniciales apetencias. Y otra, joven y nacida en el barrio, que no parece necesitar el verlo terminado y que tampoco se esfuerza por conservarlo, como si el territorio de la nada -vaticinado por la cosmogonía de los comics- fuera el futuro inevitable.

1 / VARIANTES E INGREDIENTES NO PREVISTOS.
La idea original buscaba desarrollar, sobre un espacio semirural de 45 hectáreas, un núcleo residencial de densidad media, alturas controladas y capaz para un máximo de 28.000 habitantes y cerca de 6.000 viviendas, desagregadas en unidades de súper manzanas, articuladas alrededor de un área comunitaria central, educativa, deportiva o simplemente de recreo, libre y ajardinada, que debería servir como punto de referencia y contacto social. La conexión peatonal entre esos espacios interiores y la propia limitación del tráfico rodado a las vías periféricas, permitiría al viandante, vecino o no, el privilegiar los recorridos a pié.
Para que ello fuera posible resultó esencial el diseño del sistema de patios, pequeñas plazas, tránsitos y franjas porticadas de titularidad privada pero de claro y necesario uso público, articulados e interconectados entre sí y también con los grandes espacios centrales referidos, encomendando significativamente su función, tamaño y tratamiento a los modelos de las ciudades árabes y medievales. Todo el sistema debería haber confluido en un Gran Centro de Barrio, ubicado inicialmente en el sur, próximo a la Dehesa de la Villa y que hoy ocupan los nuevos desarrollos de viviendas en torre y el llamado Centro Integrado. La cuidadosa articulación de plazas y patios, así como su esmerado tratamiento -fruto ambos de la labor de uno de los mejores arquitectos paisajistas de este país- fue uno de los valores mas celebrados por aquel entonces. Las alternativas a la red viaria, la presión de los promotores con intereses puntuales, la penosa gestión de la administración y la exigua demanda reivindicativa del colectivo social, ha hecho posible que las cosas deriven hacia peores resultados y, lo que aun es mucho peor, a despachar soluciones "al uso", es decir mediocres, cuando se había proyectado un sistema potencialmente creativo y distinto.
Los trazados inicialmente no previstos de la red arterial principal -Tercer y Cuarto Cinturón primero, Avda. de Antonio Machado después y, finalmente, Eje Sinesio Delgado-Puerta de Hierro, o nueva Avenida de Los Pinos- impactando sobre un estructura viaria local bien planteada pero mal interconectada en sus bordes, obligo a la relocalizacion y condensación de volúmenes edificables sobre las zonas de Belmonte, Peña Chica, Valdezarza y Valdeconejos. Aparecieron así los neoyorquinos conjuntos de torres que caracterizan a los sectores este y sur del barrio, y que se aglomeran entre calles nuevas estrechas y traseras de vivienda baja tradicional. Se venia a "compensar" los espacios libres requeridos por las nuevas vías con la saturación edificada del suelo y del cielo. La "Técnica Municipal" no se cuido, ya en esta primera oportunidad, de mantener y completar en escala, altura y articulación del espacio, la original estructura urbana original.
Cuando se puso en marcha la Revisión del PLAN GENERAL 1985, y estaba en vigor la actualización a la baja, a través de convenios, del planeamiento ya aprobado pero pendiente de desarrollo, se propuso adecuar todo el borde del Plan Parcial que aún faltaba construir a una escala intermedia respecto a los barrios de vivienda baja de Belmonte, Peña Chica, El Cerro y Margarita Díaz, que se estimaba mantener y rehabilitar. (3) A pesar de firmarse un acuerdo con la Junta de Compensación de la Ciudad de los Poetas, esa solución fue descartada y hoy día las alturas han vuelto a crecer y los barrios citados forman parte de un paquete entregado a la iniciativa privada bajo el título de "Bolsas de deterioro urbano", cuyo final es ciertamente incierto. En el mismo convenio, la Gerencia Municipal de Urbanismo habría establecido la obligación de arreglar y completar la urbanización del barrio a cambio de nuevas licencias; hoy día, se sigue construyendo sobre un suelo con nula o inacabada urbanización, descuidado, con problemas en las redes de servicios y donde la técnica municipal continúa ejercitándose en las prácticas viales.
El nuevo Plan General introdujo otras variables que han incidido, tanto en planteamiento como en resolución, sobre los aspectos positivos de la Ciudad de los Poetas. Las asignaciones de nuevos usos a algunos de los grandes solares interiores destinados con anterioridad a la educación y el recreo, han acabado por convertirse en aparcamientos para residentes -a cambio de los previstos jardines-, uno ya construido, pésimamente rematado y aprisionando entre sus dos accesos la perpleja cabeza de Antonio Machado, y otro a punto de entrar en el concurso de ofertas con sospechoso idéntico final. Siendo necesarios como solución a los problemas de estacionamiento, su tratamiento urbanístico no puede ser más lamentable a pesar de las promesas realizadas. El Plan General también introdujo, utilizando La reserva de suelo para parque local, un Centro Integrado, por ahora más propagandístico que real, y también mal acabado, a pesar de su correcta localización y su indudable aportación a las necesidades del barrio y entorno, aportación controvertida por su mala gestión y el dirigismo burocrático. Resulta curioso, por ejemplo, que el único de los equipamientos no municipales que figuraba en las previsiones iniciales del primer Plan Parcial, cuya localización o "integración", final a partir del Plan General de 1985, fue largamente denegada por la Gerencia Municipal de Urbanismo dirigida por la izquierda, parece ser hoy día uno de los edificios qué presenta mejor construcción, funciona más a nivel social y está dando, realmente, animación al conjunto: la Parroquia.
El Plan abrió finalmente las puertas al peor de los virus que podría afectar a la concesión primigenia del barrio como un territorio compartido entre habitantes civilizados, la posibilidad de vallar espacios privatizadles, el resto de la catástrofe ha llegado por tres conductos diversos que han terminado por complementarse:
- Un nuevo sector socio económico de habitantes que han comprado viviendas más grandes, caras y "proseguibles", e intentan gozar, merecida o restringidamente, de su estatus, que incluye una piscina, un jardín y una pequeña cancha deportiva.
- Un contexto socialmente problemático, como corresponde a toda periferia intermedia y subdesarrollada, que amenaza la propiedad y seguridad personal, amén de acelerar la degradación física.
- Un técnico, de la Junta de Distrito, que asume finalmente la interpretación más letal, para la concepción primigenia del barrio, de la nueva norma sobre cerramientos del Plan General, sin evaluar las originales disposiciones del Plan Parcial ni el valor socio urbanístico de las mismas.
Como resultado, un barrio que comienza a trocearse con vallas, setos, cerramientos y usos privativos diversos, poniendo en peligro no sólo la estética urbana, sino también la propia convivencia y seguridad común. Toda la buena voluntad de un técnico seguramente entendido e imparcial, pero poco atento y sensible, ha propiciado que desde la Junta de Distrito se nos sirva un laberinto donde antes habla un territorio abierto. Eso que había definido lo urbano, que habíamos ganado en este barrio, empieza a ser imposible y nos acerca de nuevo a la tribu.

2 / DESCUIDOS EN LA COCCION:
No es improbable que algún día nos encontremos con el guiso urbanístico de nuestro barrio quemado, inservible, convertido en un mazacote más, como los que abundan en esta ciudad. Aparte de la distorsión en los ingredientes que estropean la original sustancia, la Ciudad de los Poetas no ha merecido el oportuno cuidado en estos más de veinte años de inconcluso desarrollo. En un alimento comunitario, como el urbanismo, todos tenemos la obligación de estar atentos, aunque el grado de responsabilidad sea directamente proporcional al poder cívico que se ejerza. Veamos algunos ejemplos correspondientes a la administración:
- Áreas de indefinición urbanística, abandonadas y sin conservaci6n.
- Específica ausencia de mantenimiento en los terrenos de propiedad municipal sin edificar.
- Falta de conservación de las redes de servicios y de las vías públicas.
- Negligencia en el seguimiento de las obras de los monopolios de servicios públicos: Gas, Electricidad, Teléfonos, Canal de I-II contribuyendo al deterioro físico.
- Burocracia y lentitud en el desarrollo de los equipamientos, y en la urbanización de la periferia.
- Falta de control sobre el aprovechamiento privado de la vía publica.
- Aparcamientos y plataformas de descarga privada ocupando calles transversales a Juan Andrés. Invasión de aceras por quioscos. Aparcamiento de grandes transportes sobre Antonio Machado.
- Ausencia de supervisión y acción subsidiaria en las obras de urbanización, algunas pendientes desde hace quince o veinte años.
- Nuevas áreas en desarrollo sobre El Cerro y Belmonte, Parque de María Luisa, bulevar Federico Carlos Sainz de Robles, nuevo Aparcamiento de Residentes (PAR), bulevar Camino de Peña Grande.
- Aplicación de normas represivas para el problema del tráfico y estacionamiento de vehículos, en lugar de reordenarlo (hay propuestas del correspondiente gabinete municipal desde 1979), completar la urbanización de la red viaria conectándola con el sistema periférico y ampliar líneas y recorridos del transporte público.
- Empobrecimiento y abandono de las fiestas propias de la Ciudad de los Poetas, sin un criterio coherente a cambio.
- Gestión también empobrecida del Centro de Servicios Sociales y del Centro Cultural, con desaprovechamiento de los edificios y locales, sujetos a un mantenimiento irregular.
- Burocracia y mala gestión en el problema de los vallados de los espacios ínterfases de la urbanización. Casi dos años lleva ya la tramitación de un expediente de derribo de cerramiento en el caso de la Cooperativa MERCURIO, Fase 12, por entorpecimiento de accesos comunes.
- Ausencia del necesario control sobre la estética de las nuevas construcciones, a pesar de ser una condición teórica del entorno urbano, divulgada y de común acuerdo y figurar además como obligatoria, tanto en las normas particulares del barrio, como en las generales de Madrid.
Pero responsable, a su nivel, es también el usuario habitante y, en primer lugar, por no ejercitar más asiduamente ese derecho frente a la administración. He aquí algunos de sus clásicos abandonos y descuidos:
- Transformaciones voluntaristas del exterior del hábitat, sin criterios sobre el entorno común general ni el más particular del edificio. Inicialmente justos y necesarios, esos cambios por mejora y adaptación de la vivienda a las necesidades, se realizan fuera de toda calidad constructiva y de correspondencia estética, contribuyendo a degradar el marco físico común y el valor de ese hábitat.
- Criterio restricto del sentido de propiedad, y consecuente obligación de cuidado y mantenimiento. En efecto, el sistema volumétrico de bloques abiertos en propiedad horizontal, que permite la liberalización del suelo común, no señalizado expresamente, provoca que ese sentido se reduzca al espacio expresamente delimitado de la vivienda, situación que se agrava por la diversa procedencia territorial de los habitantes y, por lo tanto, la ausencia de códigos fáciles, asentados y compartidos de convivencia. Como resultado de ello, todo lo externo a la vivienda no se reconoce como propio, y en ellos es posible permitirse, y tolerar, un uso menos responsable.
- Estratificación creciente del colectivo social que favorece la falta de contacto y la inhibición comunitaria y, consecuentemente, la inexistencia de una "visión compartida" sobre el barrio.
- Debilidad estructural, y de acción, de las organizaciones de base, absorbidas por la maquinaria administrativa y abandonada por el colectivo social, haciendo inviable el cumplimiento de su rol de liderazgo revindindicativo.
Sobre la indiferencia de los habitantes hacia su propio entorno (algo que sólo las nuevas sociedades urbanas profesan), podríamos aportar muchos más ejemplos, constatar hechos cotidianas que todos conocemos y, sólo a veces reprobamos, pero aquí, que cada cual aguante su propia vela, y agregue el que más le disguste, sin olvidarse, claro está, de la revisión de los propios.
Admitamos, como referencia justificadora, que muchas de las acciones negativas o no acciones de los habitantes, se deben a respuestas condicionadas por las omisiones, de mayor rango y ejemplo, que genera la misma administración pública, y un aspecto de ello es suficiente para comprenderlo: la responsabilidad por el acabado físico del barrio y su conservación, así como la de una urbanización adecuada de la periferia, incluyendo en ello la resolución de los problemas sociales, pobreza, marginación, alcoholismo, droga, paro, carencia de vivienda, etc., que sólo compete a los poderes administrativos. Su consecuencia es que los residentes en ese mismo espacio urbano, interiorizan la visión de un sistema urbanístico inestable, donde numerosos terrenos abandonados permiten o posibilitan e1 vaciado de de basuras, el uso como taller al aire libre, los asentamientos temporales convertidos en eternos, el vagabundeo de animales, la quema nauseabunda de materiales de deshecho, la proliferación de la inseguridad, etc.
Si todo lo que hasta aquí hemos apuntado, fuera valorado económicamente como lo que es, es decir, como una deseconomias sobre el valor activo del barrio, nos daríamos cuenta de su importancia. Pero su cálculo es complejo, y requiere una prolija acumulación de datos estadísticos difíciles de obtener. Por ello hemos recurrido a datos más "domésticos" que nos puedan hacer patente las diferencias existentes entre lo que vivir aquí nos cuesta, y lo que recibimos a cambio.

3 / CARO, UN POCO PASADO, Y MAL SERVIDO:
Recordábamos en los inicios de éste ya largo artículo, que cuando nos sentamos a la mesa el plato prometía ser, si no exquisito, al menos bien presentado, sustancioso y de buena digestión. En aquella sociedad madrileña de fines de los sesenta, tal posibilidad atraía a esperanzados comensales sin demasiadas posibilidades monetarias, pero con cierto deseo gustoso de compartir, democráticamente, mesas nuevas y mejor servidas. Quizás fue por eso que entonces, por el mismo tiempo, mientras arreciaba en España la búsqueda generalizada de nuevos horizontes, la Ciudad de los Poetas se pobló de personas y personajes provenientes de la izquierda cultural, científica, política y artística, lo que acab6 por granjearle el mimético nominativo de "ROJONIA". Tal vocación no podía menos que evidenciar-se en las primerizas urnas de la época:

VOTO ELECCIONES 1977/79 CIUDAD DE LOS POETAS / MONCLOA



(*) Media legislativa y municipal. Fuente: Estadística Municipal y Grupos Políticos locales.

En los últimos resultados electorales legislativas y municipales, el desencanto, la consolidación democrática, la reposición social en el barrio, y otras consideraciones por el estilo, muestran su reconocible zarpazo, trastocando los porcentajes y acercándonos más a la caracterización sociopolítica del distrito.

VOTO ELECCIONES 1986/87 CIUDAD DE LOS POETAS / MONCLOA


Fuente: Estadística Municipal y Grupos Políticos locales

Durante todo este periodo de diez años que van de 1979 al presente, el control político del distrito ha estado en manos de la izquierda (PCE en sus distintas versiones primero, y PSOE después). Como todos saben, ahora mismo y merced a una OPA POLITICA HOSTIL, estamos bajo el mandato consolidado del Centro-Derecha. Durante ese mismo tiempo, ha sido el barrio de Valdezarza, dentro del cual militamos municipalmente, el único en el distrito donde la izquierda ha mantenido su fuerza dominante, acercándonos a nuestros más próximos vecinos de Tetuán y Fuencarral. Y sin embargo, ¿qué han hecho nuestros administradores correligionarios para mantener esas posiciones y mejorarlas? Analicemos: Valdezarza es, dentro del distrito de Moncloa, el barrio que tiene mayor número de habitantes y familias, y el segundo, después de Argüelles, en densidad de población, número de viviendas y automóviles registrados. Durante los tres últimos años, Valdezarza ha perdido población en beneficio de los otros siguientes distritos madrileños:

SALIDAS de VALDEZARZA/MONCLOA a OTROS DISTRITOS MADRILEÑOS




La Ciudad de los Poetas ha participado de esa corriente migratorio que ha venido ha recambiar sus iniciales estructuras socioeconómicas. Con una población que ronda los 16.500 habitantes, la ocupación preferente es cada vez más la del sector servicios, que domina también en el distrito con un 77 % de la población ocupada. Es decir, el sector productivo punta de las aglomeraciones urbanas, que además demanda un mejor nivel de atención y servicios en todos los aspectos: educación, sanidad, cultura, hábitat, confort, información, etc.
Es esta la población que concibe, como micro entorno ideal de su vivienda, un sistema privado con equipamientos de ocio propio, sujeto a control, y todo ello ubicado en un distrito, como el de Moncloa, enclavado en la zona norte de Madrid, y privilegiado por su condición paisajística, de servicios sanitarios, de enlace con las principales carreteras de salida respecto a la sierra -localización preferente de la segunda residencia- y lógicamente sometido, por todas estas variables de cualificación positiva, a una continua y seria presión sobre el valor del suelo, cuyo principal foco de incremento es el entrono inmediato a la Dehesa de la Villa, y sus salvedades las bolsas de deterioro urbano sobre suelo sin desarrollar, pero dispuestos ya para la especulación, que hemos comentado.
Veamos algunos índices de ese crecimiento, no correspondido por los esfuerzos administrativos.


VALOR DE LA VIVIENDA E INCREMENTO EN RELACIÓN AL DE LA PESETA
Vivienda tipo 88 m2 / 1967-85-89


Fuente: Archivo propio y Tabla Valor Peseta, publicada por Banco Bilbao en1986

Si tomamos como referencia el año de 1985, el incremento real del valor de la vivienda, sin tomar en cuenta la depreciación de la Peseta, es del 72 % en relación al de 1967 (1.005.918 / 585.000). La pregunta sería entonces es: ¿A qué responde ése incremento real? ¿Es que ha habido alguna mejora del entorno, de los transportes, del nivel de urbanización, o de la calidad y cantidad en el mantenimiento? La respuesta, claramente negativa, nos permite deducir lo siguiente:
Parte de ese incremento se debe a la mejora en la construcción y su mayor costo, pero la mayor proporción de aquél se debe a un valor especulativo, es decir, a la expectativa de revalorización, pura y simple, del suelo y del inmueble. Y todos entramos en ésa carrera. (5) Comparemos los datos anteriores con los valores catastrales fijados para 1987 y la relación de los mismos entre los distritos más representativos:


VALORES CATASTRALES TIPO POR VIVIENDA. Promedio por Distrito 1987/88


Fuente: Estadística Municipal 1987/88, y archivo propio.

Estos valores, que en la realidad sólo alcanzan al 30 % del valor de mercado de las viviendas, están muy alejados de la actualización de los índices de valor del suelo que, por el contrario, han seguido en estos últimos años un camino de incrementos bastante paralelo a los valores reales de aquél. Ello ha contribuido a la fijación de plusvalías realmente espectaculares que han gravado extraordinariamente el precio de las viviendas. Pensemos que los índices oficiales se acercan mucho a unos incrementos ciertos próximos al 10.000 % entre 1967 y 1987, y que ese aumento repercute absurda y doblemente en el comprador de una vivienda. Por un lado, porque el vendedor lo incluye como revalorización en el precio propio de aquella, y, por otro, porque es el comprador quién, por delegación del vendedor, terminará pagando la tasa de plusvalía al municipio para poder escriturar el bien adquirido.
Dado que el desembolso por poseer, y mantener, el bien habitable no termina ahí, hemos intentado estimar el monto total de gastos en impuestos, inversiones y tasas que, anualmente, realizan las aproximadamente 5.000 familias de actuales habitantes en la Ciudad de los Poetas, prescindiendo de si son propietarios ó Inquilinos. Con ello intentamos comprobar la parte del gasto que retorna en mejoras y conservación del entorno, al que ya hemos denunciado como exiguo, inexistente, y maltratado. Veremos sí, como sucede en los malos restaurantes, estamos pagando más del necesario por una comida que cada vez merece menos ese nombre.


ESTIMACION GASTOS de la PROPIEDAD URBANA. Conjunto Residencial Ciudad de los Poetas. 1987/88. (5.000 viviendas aprox.)

Fuente: Estadísticas Municipales y estimación propia.

En resumen, que este barrio entrega al Estado, la Comunidad, el Municipio, y los Administradores Inmobiliarios, cerca de 1.500 millones de pesetas, anualmente incrementados, por los distintos conceptos enunciados, con la contrapartida supuesta de la mejora, mantenimiento, y uso de ese hábitat, aparte de lo que cada cual invierte en ello por su cuenta.
Consideremos que toda la urbanización nueva es pagada de hecho por los adquirentes de una vivienda en ella localizada, gasto inicial de inversión que debiera valer al menos para cinco años. Consideremos además que muchas de las inversiones municipales son en infraestructuras que van a servir intereses generales de la ciudad, ó localmente compartidos. Consideremos además que gran parte de los servicios socio culturales son pagados específicamente por el usuario. ¿Qué es, en definitiva, lo que retorna en inversión neta sobre nuestro barrio? ¿Acaso el desafortunado, y poco respetuosamente tratado, monumento a don Antonio Machado? ¿Quizá los especulativos aparcamientos para residentes, malamente urbanizados y con goteras? ¿A lo mejor el poco eficaz Centro Cultural Integrado, poco y mal utilizado, sucio, y descuidado? ¿La nueva y agresora vía semi rápida de Sinesio Delgado-Puerta de Hierro? ¿O la mal, y provisoriamente trazada, continuación de Antonio Machado? ¿Podría ser la escasa e intemporal limpieza de calles? ¿Los escuálidos transportes públicos, tal vez? ¿Las pavimentaciones interminables? ¿La desconsiderada reforma arquitectónica del Colegio Lepanto? (7) ¿O la inexistente conservación de los solares de propiedad municipal? Conocemos, por datos oficiales, dos ejemplos de respuesta a estas demandas:
1986 / Inversión de la Gerencia Municipal de Urbanismo para todo el distrito: 1.194 millones de pesetas.
1986-87 / Construcción del Centro Integrado Ciudad de los Poetas: 350 millones de pesetas.


Nos gustaría que se dieran a conocer las cifras completas de la inversión real en nuestro barrio. Un barrio cuyo valor de venta, correspondiente a la urbanización existente, así como a las más de 5.000 viviendas realizadas, se acercaría a los 100.000 millones de pesetas.

5 / Y PARA COLMO ¡NADA DE POSTRE!:
Al parecer, como sucede con los niños malos, no nos merecemos ni el postre. No nos merecemos que esto acabe bien, nos deje buen sabor de boca, y una digestión satisfactoria. Este asunto va por mal camino. Como les pasa a los guisos desaguisados, a las cremas domingueras, a las mayonesas matrimoniales, esto se ha cortado, y no hay quién lo recomponga. Los buenos ingredientes de un principio sobrenadan ahora en un caldo deshilachado, rancio, cada uno por su lado.
Quizá muchas vueltas, muchas manos, mucho probar. ¿Quién sabe en realidad cómo, y cuándo, debe ser y cocer la periferia? Y si no lo sabemos ...., si no lo saben, ¿Por qué no respetamos al menos las buenas recetas? Y encima sin postre.


Notas:
(1) -Se publicaron informaciones y trabajos de análisis en distintos medios y revistas especializadas, así como un muy cuidado Libro-Folleto editado y distribuido gratuitamente por la propia empresa promotora. Como curiosidad, en dicho folleto se presentaban soluciones de reforma realizadas en distintas viviendas por indicación de sus propietarios, lo que trajo aparejado una catarata de peticiones similares que, si bien la empresa atendió al principio, tuvo que terminar por rechazarlas, dado el costo económico que significaban.
(2) - Este sistema ha provocado, a pesar de su bondad, un confusionismo tradicional entre suelo privado y público no sólo en el caso del barrio que comentamos. Como se dice en el artículo, la solución a ello ha venido por el peor de los caminos, amparado en una corta interpretación de las normas de cerramientos del Plan General aprobado en 1985.
(3) - Este trabajo fue desarrollado por un equipo de profesionales residentes en la Ciudad de los Poetas, y vinculados a grupos de base del mismo. La fase final del trabajo, dividido en varios sectores, fue encargada a otros equipos técnicos.
(4) - Nos, referimos, lógicamente, a lo ya comentado en la Nota 3, es decir la norma específica de cerramientos establecida por interpretaci6n de la general para el concreto ámbito del APD/ 9-3, que es la forma clasificadora moderna del Plan Parcial Ciudad de los Poetasl, redactada de manera amplia y sin demasiadas consideraciones a la normativa original del Plan Parcial ó a las especificaciones de su Memoria vinculante, donde sí se definían unos espacios privados de uso público comunitario, compartidos como elementos urbanísticos de primer rango. La actual interpretación directa de esa nueva norma, permite vallar todos los espacios interiores con la excepción de los reservados a uso público, y para acceso de vehículos de bomberos y ambulancias. El resultado es un troceamiento laberíntico de los espacios comunes.
(5) -El precio, para una vivienda tipo como la usada de referencia, se ha disparado hasta los 16,5 millones de pesetas, independientemente de su antigüedad, estado, mejoras y demás valorizaciones. Desde el mes de junio pasado, ha prácticamente desaparecido la demanda capaz de solventar esos costos. Pero las abundantes ofertas se mantienen a esos niveles, a pesar de las restricciones crediticias que dificultan aún más las operaciones de venta.
(6) -Al tiempo que la redacción de éste comentario llegaba a su fin, surge la voluntaria aunque tardía contrapropuesta encabezada por las Asociaciones de Base: Cruce del nuevo eje por debajo de Antonio Machado. Dado que la memoria popular histórica, memoria pasiva colectiva, tiene también sus lagunas, cabe recordar que esa solución ya fue rechazada en los lejanos 1979 a 1981, cuando se redactaba el Programa de Acción Inmediata del Noroeste (PAI-Noroeste), como paso previo para la Revisión del Plan General, y justamente porque esa era la original y exagerada propuesta contenida en el Plan Especial de la Red Arterial de Madrid. El equipo municipal de izquierdas PCE /PSOE), que elaboró la Revisi6n del Plan con e1 acuerdo de las organizaciones de base, estimó que ese tipo de soluciones no sólo eran más destructoras del entorno, sino que activaban el uso indiscriminado del vehículo particular. Podemos agregar que, un paso subterráneo de ese tipo, generarla más ruidos, polución, destrucción ambiental e inseguridad vial, que la solución de cruce a nivel mediante semáforo o rotonda.
(7) - La reforma de los ventanales del edificio del Colegio Lepanto, que seguramente obedece a una normal interpretación de soluciones a problemas de humedad, pérdida de calor y control de soleamiento, atenta gravemente contra el responsable valor arquitectónico, de claro matiz racionalista de aquél, diseñado con elementos compositivos y constructivos próximos a arquitecturas tradicionales, y exquisiteces plásticas a la japonesa. En todo caso, es una agresión a un valor cultural positivamente más firme y destacable, que podría haberse obviado con mayor imaginación, análisis y respeto por el antecedente. Y no será la última transformación empobrecedora.

jueves, 11 de octubre de 2007

"LA SEÑAL". ¿Qué Señal?

(Comentarios a la película “LA SEÑAL”, de Mignogna, Darín y Hodara.)

Sí, cual es la que nos dejó Eduardo Mignogna, o al menos le dejó a Ricardo Darín, y resto de comprometidos con el proyecto, para poder llegar a ser nuestros interlocutores finales. ¿La entendieron? Porque la película, a desgana de lo que alborotan la mayoría de las críticas argentinas, o no, leídas, es pobre, lánguida, aporta escasa sustancia al recuerdo enriquecedor, y menos a la vivencia instantánea -sí, eso de ir al cine a disfrutar, cuanto menos-, y por todo esto se convierte en antigua y poco convincente. Un espectador se queja en INTERNET de que el crítico de LA NACIÖN de Buenos Aires debe haber escrito su comentario sin ver la película. Los que no leímos el libro y mucho menos el guión original, como la mayoría de espectadores, por supuesto, no podemos comparar, ni elucubrar acerca de que lo de Mignogna era mejor, más sólido y eficaz. Si presuponemos -el mismo Darín lo dice en repetidas entrevistas- que a la historia o guión primigenio se le han escamoteado, o alterado, cosas, con todo el derecho de sus re-creadores en hacerlo, podríamos acordar en ello. Pero…
Sí, pero…; por eso me preocupa qué nos quiso decir Mignogna, muy afecto y culturalmente acostumbrado, por sus raíces italianas y sus quehaceres porteños, a hacer señales, gestos, guiños, dibujos simbólicos en el aire cargados de matices y sentidos, y guardarse la explicación literal y verdadera para algún otro momento. Explica algún comentarista argentino que Mignogna acentuó bastante el escenario social y político en la historia literaria de esta película. Si es así, desde luego que en la película de Darin y aláteres el tema no puede estar más ausente. Pero lo curioso es que, en otras películas del creador de esta historia, pasaba lo mismo. El contexto social y político general aparece siempre anecdótico y lateralizado, como si fuera obligatorio, pero no sentido ni necesario a la trama principal.
Puestos a elucubrar, yo vislumbro la voluntad del autor en legarnos, mistéricamente, una cierta parábola de su propia vida -y quizás entrevisto final- curiosamente desde claves político-sociales y culturales fundamentales para él. Véase por ejemplo sus comienzos en el largo metraje con “Evita: ¡Quién quiera oír, que oiga!”, de 1983, donde se narra en forma de docudrama -género al que fue muy afecto e hizo extensible a su fecunda y muy elogiosa labor en mini-series televisivas-, la historia de los comienzos de Eva Perón como fenómeno social, político y popular. La llegada a Buenos Aires y el comienzo de la aventura vital de la que llegó a ser Primera Dama del país, al mismo tiempo que líder carismático de las clases populares. Y Eduardo Mignogna cierra su carrera con esta última narración-guión-película que no pudo llegar a dirigir, “LA SEÑAL”, historia crepuscular de dos detectives privados en pleno comienzo del final del régimen peronista, sintetizado en la agonía y muerte de Eva Perón.
Hay que recordar que el cineasta fue, como muchos de sus amigos y contemporáneos, criado y educado en parte durante los dos mandatos iniciales del régimen peronista, y vivió y padeció su aparente debacle bajo las armas en los 70, así como su ilusorio renacer en tanto movimiento empolvado y maquillado durante los 90. Por los ideales iniciales del Peronismo, confusa y dolorosamente rescatados en la omnimosa década argentina por la juventud politizada, se derramó gran parte de su esperanza y futuro. El propio Mignogna había casi completado su politización a mediados de los 60, durante su estancia en la España predemocrática, conviviendo con viejos luchadores antifranquistas, y asistiendo a la subterránea lucha por las nuevas libertades. Como es conocido, de vuelta en Argentina la concesión de los premios MARCHA y CASA de las AMÉRICAS terminó por obligarle a partir de nuevo hacia España, para volver finalmente a su país durante los finales años de la Dictadura.
Y más aún, los últimos trabajos literarios del premiado realizador argentino llevados a la pantalla, nos presentan mundos de búsqueda y fracaso, ligados a la historia argentina de los anteriores setenta años: “LA FUGA”, y “EL VIENTO”, con temas que inciden en la libertad y el destino, como en películas anteriores, bajo el trasfondo determinante de la ciudad, o el campo. Sin embargo, a pesar de los premios y de la generalizada crítica laudatoria, no han sido trabajos completamente logrados, pues en lugar de convertirse en frescos sociales cargados de emoción y realidad, como auguraban, se diluyeron en la anécdota personal de sus protagonistas tratados como arquetipos.
Siempre tuvo Mignogna un don especial para trabajar con el lenguaje de sus personajes y entornos, como en los libros de cuentos que lo hicieron conocido en el mundo literario: “Cuatro Casas”, o “La cola del cocodrilo”, por ejemplo. Tanto en LA FUGA, como en esta postrera LA SEÑAL, esa cualidad resalta en las palabras que expresan sus personajes, sin llegar a convencernos, en este caso, de que sea un lenguaje real y vivo, aunque sí posible, o al menos interesante. En la Argentina de los años 35 al 45 del siglo pasado, las películas de temática policial, o de serie negra, con personajes al borde de la ley, fueron habituales, en parte por el influjo de Hollywood, y en parte porque la crónica social y política del país producía sus propios e innumerables ejemplos. Aquellas películas, a pesar de intentar aproximarse a una realidad cierta, se quedaban en la anécdota, y los personajes se volvían seres de historieta, llenos de tics habituales, hablares plenos de esquematismos y frases hechas, que convertían las historias en algo vacío de contenido real. LA SEÑAL, tal cual hoy nos ha sido presentada como producto derivado de la creatividad y trabajo póstumo de Eduardo Mignogna, corre el riesgo de haberse perdido también en esos laberintos de irrealidad de la mano de sus finales realizadores, a los que sin embargo habría que elogiar por su valentía al afrontar este legado, así como por el cuidado tratamiento plástico y musical del film. En resumen: ¡Qué difícil es hacer arte con la vida, y encima si la idea no es tuya! Pero Eduardo Mignogna, como reza la dedicatoria del film, se merecía este homenaje.
Al tiempo que la película se estrenaba en España, la revista de EL País, Suplemento Moda, EP (S), publicaba un artículo de Marcos Ordóñez sobre las mujeres fatales del cine negro made in Hollywood, años 40/50. La portada avanzaba en titulares: “Vuelve el Misterio”, y acotaba más arriba: “Triunfa la sensualidad de las enigmáticas heroínas del cine negro”, lanzando una clara proclama de apoyo a la moda de las chicas falsamente vamp o fatales dispuestas a seducir a troche y moche. Por su parte, el autor del artículo en páginas interiores sintetizaba carácter e imagen de una verdadera vamp (cinematográfica) de aquellos tiempos: “Como en la copla, la vamp siempre es “la otra”, la que rompe hogares y utiliza su cuerpo como señuelo. Intriga, miente y manipula para conseguir independencia, dinero o poder. Y si no lo consigue arrastrará al hombre en su caída en un banquete de destrucción total. Si la vamp reina en el cine mudo y los albores del sonoro, la femme fatale es carne (nunca mejor dicho) de cine negro. Las historias detectivescas y los bajos (o altos) fondos son su óptimo campo de cultivo. El arquetipo brota y se establece en la década que va, aproximadamente, de 1940 a 1950. Las pantallas americanas se llenan de seductoras inalcanzables, mortíferas desde el primer beso, siempre fantaseadas por el hombre, pues hombres son los productores, directores y guionistas del Hollywood dorado.”
¿Que hay de todo esto en el personaje femenino, y su intérprete, en la película de Darwin y Hodara? Poca cosa, esa muchacha cautiva poco y engaña peor, y además, está muy desdibujada, como en la fotografía del cartel anunciador, detrás de los dos detectives. Y sin embargo es la causante de la trama, el leit motiv de esta historia llevada por el mal camino -quiero decir por el más trillado- del tango. Pero puestos a dejarnos seducir, nos quedamos con el estupendo jadeo de la novia del protagonista haciéndole el amor galopante, pre y post, mientras él, ausente, sueña con la femme fatale y su aparente fragilidad ante las circunstancias. Bueno, algo es algo.

Antonio di Lucca
arte_qdarte / Madrid

sábado, 15 de septiembre de 2007

EPISTOLARIO AMOROSO VIRTUAL


De: Clara Morgana
Para: Pablo Frías
Asunto: Soy yo
Enviado el: 21/9/05 19:48

Hola, “eclipse”, ¿estás ahí? Así te llamó ayer Jorge. Nada más verme me preguntó por ti, “¿sigue anochecido el eclipse de Pablo?” Quise contarle algo, pero fue imposible, sólo me dejó colocarle tres cosas: tu hijo, la enfermedad de Bárbara y el lío del proyecto; pero ninguna de las tres consiguió aplacar el enfado que tiene contigo.
Había preparado la ensalada de melocotones y canónigos que tú solías hacer en el apartamento de Piraillan. También estaban Carolina y Rénè y otros tres que yo no conocía: una pareja que debe estar trabajando con él en el teatro y otro que se llama Fernando y que no comió nada, sólo fumaba y se metía con todos, sobre todo con Jorge. No sé cómo le aguanta.
¿No crees que tendrías que hablar con Jorge?
Lo pasé muy bien, me gustó mucho encontrarme con ellos y trasnochar, aunque estuve a punto de no ir. Cuando se iba acercando la hora miraba mi sillón y la lámpara encendida, los papeles desperdigados por el suelo, la ropa amontonada en las sillas, el fregadero lleno, los discos fuera de sus fundas…y todo ello me parecían ramas y pajas de este nido mío al que llamo “mi casa” sin pensarlo siquiera (y sin pensar en Enrique, ahora que no está).
Una vez encontré un nido que se había caído de un árbol. Lo estuve mirando mucho rato y al final lo cogí y me lo llevé a casa. Cuando iba en el metro con el nido sobre las rodillas, la señora que estaba sentada a mi lado se puso de pie y me miró con asco. En el entramado de palitos y hierbas, el pobre pájaro de ciudad había trenzado envoltorios de caramelos, chicles usados, cintas de cassettes, una media perdida de color carne y algunas colillas de cigarro. Así me parece que es ahora lo que tengo a mi alrededor, mi casa, mi relación con Enrique, mi trabajo, y mi amor por ti, un batiburrillo de hilos que no llegan a formar una madeja, que abrigan a ratos y que, de repente, pueden dar asco.
Hay días que me parece que he olvidado tu cara. Me levanto y sólo consigo recordar algo de tu frente o tu pelo, como un pastel difuminado. Entonces salgo a la calle y me noto caminar más ligera. Lo que hay es lo que hay, me digo. Camino por las calles, bajo hasta la Plaza de Rey, tomo un café en el bar de Pedro, y no siento ningún miedo de desviarme hacia los lugares en los que estuve contigo alguna vez, porque son otros, no queda nada de ti y de mí en ellos, como si nunca hubiéramos existido allí ni hubiéramos hecho planes juntos. Esos días vuelvo a casa menos cansada por la tarde y, en cuanto me descuido, estoy sentada ante el ordenador escribiéndote y contándote que no me he acordado en todo el día de ti. Entonces te odio, y esa noche duermo fatal.
Te quiero.
DE: Pablo Frías
PARA: Clara Morgana
FECHA: 04/10/05
HORA: 20,30

¡Alo mon petit chatte!
Te escribo desde Mallorca, llegué el lunes por la noche. Ayer pude ver el eclipse casi como en Madrid. Fue de improviso, quise avisarte, pero ya sabes... Mi empresa me ha enviado con urgencias a preparar la selección y formación del personal para la nueva tienda en Palma; cuestión de una semana, quizás diez días.
Me gusta lo de "eclipse", típico de la compleja y desbordada imaginería del Jorgito, no por nada fue publicista antes que teatrero. Teatrero lo sigue siendo, pero acierta con el momento, esta inquietud solar. Te noto caída Gatita, pero me encanta como lo explayas, entre ese caos de recuerdos y cosas que no sabes, ni crees, si están o no, si son o no. Conozco tus abandonos, tus resignaciones, tus "bonjourtristesse", tus derivaciones del todo a la nada, y tus fecundos renaceres. Ninguno de los dos extremos existe, tú misma lo reconoces y te animas después del apagón. Sin embargo me fascina cuando te pones así, lánguida, mimosa, quejica, tanto que dan ganas de lamerte y hacerte ronroneos. Te prefiero vigorosa, animada; cuando sacas las uñas, te revuelves y peleas. ¡Ay, mi gatita sobre el lecho de almohadones, y caliente!
Eclipse, eclíptico, ecléctico, clepsidra....Sí, suena bien, como gotas de agua en una fuente. ¿Sabés que además puede ser "la inmersión total o parcial de un cuerpo celeste que brilla, por reflexión de la luz de otro, en la sombra de un tercero". Complicado. Ahora -¿antes?- quizás del tuyo, por la luz de algún otro sobre la sombra de Enrique. ¿Decime, lo querés todavía, o simplemente añoras su absoluta estabilidad burguesa?
Jorgito no te lo dijo todo. De todas formas lo reconozco, a veces soy oscuro, se me apaga la luz, me autoeclipso, y hago mutis por el foro. No es necesario que alguien me haga sombra, es una de esas limitaciones que soy capaz de reconocer, asumir, pero no vencer. Vos lo sabes, lo padeces. Lo cierto es que al Jorgito, a tu admirado actor, lo sacudí saliendo del paddle hace ya más de un mes. Me dolió hacerlo, pero se puso pesado, me subvirtió la amistad y las aguantaderas. Arrancó con eso de que no te trato como te mereces, que te niego lo que necesitas, que no te...., lo suficiente -ya sabés- que necesitas mucho más amor, y sobre todo más sexo, del bueno, y que yo no sé, no quiero, o..., no puedo dártelo, y que por eso te alejas, te apagas, te entristeces. Y ahí justo me encajó el final de la escena, así, de sopetón melodramático: "¡Si no eres capaz con ese pedazo de mujer..., es que..!" Lo soltó como hacia el aire, dejando el colofón colgado, como los viejos actores de recitado, haciendo casi pucheros, sin atreverse a terminar la frase, a dirigirla a mí. Luego se puso tierno, acercó su mano y acarició mi cara. "Pablo, soy bisexual, no quería reconocerlo, pero la vida de teatro me ha abierto los ojos...", terminó sin dejar de actuar, con una descarada mirada de soslayo. Y entonces, con todas mis fuerzas, para ver si reaccionaba, le aticé una cachetada que fue a darle justo en la parte superior de la mejilla izquierda. Supongo que de ahí le viene lo de "eclipse", de su ojo a la funerala. Desde entonces no quiero verlo, prefiero mantenerlo en la oscuridad, al menos por ahora. El Fernando de la reunión es el supuesto amante que se ha echado en esta etapa de auto descubrimiento de su "sexualidad diversa", mientras no deja de cojer con Carolina; sí, has leído bien.
Gatita, me preguntas tantas cosas que me siento incapaz de contarte ahora sobre todas ellas. Mi semi-ex, el hijo con ella, mi proyecto. ¿Cuál?; tengo tantos e inútiles. Y sin embargo todos están conmigo de alguna forma. Bárbara sigue odiando la camiseta con tu gata estampada, y "Las Flores del Mal", con esa dedicatoria: "Al hombre más maravilloso que conozco", tus primeros regalos públicos y desafiantes.
Me alojo en el hotel donde estuvimos juntos por primera vez. ¿Te acordas? Es mi forma de quererte, de pensar en ti. Paseando por la playa recordé aquellos versos que te enlacé entonces, mientras hurgaba en tu cuerpo tendido: Cuerpo de mujer en la playa, / me confunde tu soledad de arena, / esa dulce desgana, tu abandono, / el resplandor solar sobre tus dunas, / la oscura incertidumbre imaginada de tus huecos, / el vuelo esperanzador de tu bikini / agitado por el aire.
Chau Gatita; miau-miau y frou-frou.

DE: Clara Morgana
A: Pablo Frías
FECHA: 18/01/06
HORA: 19’30

Mi querido entomólogo: ¡Cómo me fastidia no poder dejar de pensar en ti! Me fastidia tanto que me callo durante meses. Ayer releí tu último correo rescatado del fondo del cajón a donde va a parar todo lo que no tiene lugar en mi casa: los papeles del banco, la publicidad del buzón que olvidé tirar o se escapó quién sabe por qué de su condena a la basura, los restos de algún recuerdo, mecheros gastados, alguna bolsita de azúcar de alguna tarde de café y conversación, la pluma estilográfica que olvido siempre llevar a reparar… Y allí estaban tus palabras que imprimí en un papel para poderlas llevar en el bolsillo y que me calentaran las manos en este invierno tan frío. Las llevé allí una o dos semanas, créeme, hasta que me di cuenta de que me mordían, me daban picotazos en la palma de la mano derecha,…y tuve que volver a meterlas en el cajón.
Ayer las encontré y tuve que enfrentarme de nuevo al desconcierto y la ira que me provocan. La ira es por sentir que tú me tratas como a un insecto, una bonita mosca verde a la que observar en las pesadas siestas de agosto, una mosca entre tantas moscas, una mujer entre tantas mujeres que tú pareces conocer en “su verdadera esencia femenina”. Es como si me dijeras: “Las mujeres sois así, gatitas mimosas que buscan el refugio burgués en el macho-marido, aunque a veces saquen las uñas, pero para que disfrute el macho, no porque tengan algo importante que decir”. Unas histéricas, en fin.
La ira es también contra mí misma, por mi propia ira que no deja de ser aceptar tu juego y sacarte un poquitito las uñititas para que tú me quieras más o te resulte más interesante y corras a mi lado porque no te quede más remedio (¿para medirte a ti mismo tus fuerzas o tus mañas de macho?)
Y luego viene el desconcierto: ¿Cómo puede ser que yo me enfade contigo y te diga estas cosas, a ti que eres mi amor? ¿Cómo puede ser que, al mismo tiempo que pienso esto, me acurruque por las noches en tus brazos y sienta tus manos por mi piel trazando caminos lentos que me llevan al sueño y a la añoranza de ti?
Explícamelo, si puedes. No, mejor no me lo expliques,…odio tus explicaciones para todo. Me gusta cuando eres una excepción a ti mismo.
Te quiero
Olga.

P.D.- En lo de Jorge te has colado; los actores son muy peligrosos, sobre todo cuando son buenos. Y Jorge está mejorando muchísimo. Si le ves otra vez síguele el juego, él está seguro de haber bordado el papel contigo, tu bofetada ha sido su mejor galardón, no le defraudes.


DE: Pablo Frías
A: Clara Morgana
FECHA: 26/02/06
HORA: 13,30

Vuelvo a estar lejos; otra vez la pulsión expansiva de MUJER & HOMBRE me centrifuga de ti. ¿O es tu amiga Mamem? Lo sospecho; más que eso, tengo sutiles evidencias. Siempre te agradecí que me presentases a la brillante psicóloga industrial, me salvó, me salvasteis ambas de la ruina moral y material en que había caído desde la separación con Bárbara. Pero la Mamen no da puntada sin hilo, he llegado a la conclusión de que te tiene celos por mí. Perdona si me pongo un cachín chuleta, pero creo que se insinúa, suelta cosas, y como no le hago caso termina por enviarme a provincias, a levantar otra bandera del imperio. Hace poco me soltó: Pibe, como decís vosotros, eres bueno en lo tuyo, por eso voy a hacer contigo lo que Cómodo con el Máximus-Gladiator de Rusell Crowe, -¡qué tío más bueno!-. Ya sabes que soy cariñosa, y pago bien los esfuerzos, no por nada me llamo Mamen, me gusta, además, ves, me cae al pelo titi. Buenas tetas, no me digas que no, atenta con sus cachorros para que se alimenten bien y crezcan, ¿comprendes? ¡Mamen, mamen! Se sonreía mientras repasaba su cuerpo con esas manos regordetas y cierta lascivia de película. Me recordó a Demi Moore en “Acosado”, versión española del destape. Yo pensé en el Mobbing, pero sé que es una cachonda, que le gusta divertirse. De todas formas me preocupa, sí piba, tu amiga me quiere troquelar, y a vos quiere robarte el novio. ¡Para lo que me sirve!, dirás. ¡Siempre lejos y atacado de nostalgias, machito de tango de salón!... ¿no? Sí, y que. Te juro que para mí sos LA MINA, así, con mayúsculas, o en mayúsculas. No te rías, lo sabes, te tengo pinchadita en la pared, junto a Gardel, Evita y Mamá, no como vos que me tenés en el cajón de las cosas olvidadas, o escondidas, ocultándome, engañándote, relegando ese amor-dolor hasta que consigas aclararlo con lejía transaccional. Y yo penando por ti, por tu cuerpo, por tu meticulosa necesidad de ser mujer persona, por tu alma jugando a rescatarte de ser mujer-mujer. Perdona, es que me duele que a veces quieras quererme, y no quererme, en puro arquetipo.
Me lo dice Jorge, al que he vuelto a ver. Hablamos, se explicó, me expliqué, nos perdonamos mutuamente, soltamos alguna lagrimita y besitos hetero, y al final me desveló su secreto. Quiere montar “Filadelfia” para teatro, pero la quiere retitular “Chueca”, así, con transferencia de historias y temas. De ahí sus flirteos con la Bi, me confiesa. Después volvió a insistir en eso de que yo tenía mucha suerte con vos, que una hembra así, tan persona, no se encuentra todos los días. Y entonces, puestos a confidenciarnos, le chamuyé lo de la Mamen. Creo que fue entonces cuando me percaté del asunto, algo que venía percibiendo en el aire se convertía en realidad plausible. Y le hablé de vos, de como a veces me absorbes el cuerpo y el alma y me dejas languideciendo, de cómo te necesito y me obligas a necesitarme, a reconstruirme.
Y ahora estoy aquí, lejos otra vez, seleccionando y aleccionando post adolescentes a la búsqueda de su primer trabajo flexible -las muchachas tan vivas y hermosas- para que sigan vendiendo hasta la extenuación ropa de M & H en provincias. Soy un romano convertidor de fronteras, dice la Mamem.
Y decime piba, Clarita, Claraza, si sos una hembra, que dice Jorgito, tenés que bailarte un tanguito conmigo, bueno, al menos oírlo, cantarlo. ¡Dale, mirá!, aquí suena uno del gran Celedonio. Te lo paso en letra...; que a veces sospecho este va a ser mi futuro contigo si seguís abriendo y cerrando el cajón.
“Llegó el coso cansado del laburo, y haciendo / un esfuerzo inaudito en un papel leyó: / “Porque estoy hasta el tope de vivir padeciendo / me decido a dejarte. Perdoname, Margó”. / Fue tan seca la biaba que la mente turbada / como herida de muerte al momento quedó. / Reaccionó de repente: iba a ir a buscarla, / más, como era canchero, al impulso lo ahogó. / Ya ni cierra la puerta, tiene el pálpito fulo / que a la larga o a la corta al bulín volverá. / El no ha dicho ni medio, pero con disimulo / en el patio comentan lo cambiado que está. / Pero ella no vuelve, y se extingue una vida / en la tarde tranquila, bendecida de sol. / Es la historia de siempre: una mina perdida / y una pobre esperanza conservada en alcohol.
¡Bueno…! Un besote donde sabés, ahora que te acabas de encender entre la ira y la pasión, y casi casi estás bailando con el portátil.

DE: Pablo Frías
A: Clara Morgana
FECHA: 16/07/07
HORA: 16,30

¿Y que pasó? Sos más verás que el tango que te lancé en mi última para ver si reaccionabas, para comprobar si te dabas cuenta de todo lo que me desespera que me dejes, que me olvides, o peor aún, que juegues a gatitas y ratones. ¿Qué necesidad? Ha pasado más de un año desde entonces y no he podido volver a acariciarte ni a perderme en tus brazos por el laberinto de esas negras sábanas de satén. Me niegas, me rehúsas, me abandonas sin excusas ni ceremonias. Eso me empuja a creer que te sientes culpable, que recurres a los amigos comunes para crearte una falsa muralla de protección. Tengo la mesita de noche llena de borradores de cartas imposibles, entre la desesperación y la renuncia, entre el perdón y el rencor, pero sin ser ninguna la verdadera mensajera de mis confusos sentimientos.
Entre tanto, ya sabrás que la astuta Mamen me mandó a mi país a armar una posible sucursal central latinoamericana y me ha tenido allí, retenido y sólo, durante casi seis largos e imposibles meses. Mi única salvación han sido las pibas porteñas, cada vez más deseables a la par que inteligentes, cariñosas, solidarias y desprendidas; lo que puede un proceso de destrucción y renacimiento. Te lo juro que si no hubiera sido por tu recuerdo no hubiera vuelto, me estaba mal acostumbrando a tener allí lo que aquí me niegas. ¿Hasta cuando?
Antonio di Lucca (et alt -MAJG-)
Transitorio