miércoles, 4 de abril de 2012

"LA LUZ DEL MUNDO", HASTA QUE SE ACABE

El cariño, la solidaridad antigua, su pérdida en plena edad madura, nos impulsan a aceptar una amable invitación al estreno de un corto donde nuestra amiga Marina figura como protagonista. Acompañamos con Celia a su madre, Nelly, estupenda artista plástica argentina que llora su pérdida, y asume con valentía el volver a verla aunque sólo sea en la pantalla. Al entrar en la sala (Cine Berlanga, sesiones SGAE en corto), es esa pantalla la que nos enfrenta a una potente fotografía, la misma que durante la reciente Gala de los Goya, de la Academia del Cine español, también flotó sobre el Palacio de Congresos para recordarla entre tantos compañeros desaparecidos. Hermosa, bien plantada, como aguardando tranquila. La madre se emociona, también nosotros. Tan bella, tan limpida.
"LA LUZ del MUNDO", un corto con apariencia de Cómic filmado, y filtrado desde Storys Boards de excelente factura. Excelente fotografía en dominancia blanco-negro con atisbos sepias. Excelente música también, salida de fuentes electrónicas, adecuada a lo que se va contando. El corto intercala dibujos abreviando el origen de la historia, su pasado reciente, estupendas imágenes en grises variados también tornados al sepia. Y los personajes del presente encarnados en actores, nuestra amiga y compañeros, otros figurantes, niños, mayores. Temas ya tratados hasta el agotamiento por el cine americano, y en series de la televisión, mundos del futuro, grupos humanos enfrentados, dictadores oscuros y libertarios buscando la luz, pero obligados a las tinieblas de los ojos que no ven, que no sienten. Ellos no, ellos escapan, ellos quieren ver, saber. .
Buenos escenarios bien fotografiados y montados, lados sucios de la ciudad, ruinas, basureros, refugio de los más oprimidos (recuerdo aquí algunas imágenes de la saga Terminator). Y una niña, símbolo perenne en cualquier historia de la esperanza que nos sucederá. Y una madre, otra vez una madre, la que busca, la que protesta, la que lucha, la que protege: Mi amiga, maquillada para la guerrilla. Los protagonistas encarnados por actores apenas sobre salen sobre el dominio del Cómic relatado, dibujado, inmersos en la potencia de la música que oculta sus palabras. No tienen tiempo de expresarse, de encarnar realmente a sus personajes de carne y hueso. El final: Un  enviado de los malvados, de los usurpadores y cegadores, rapta la esperanza, rapta a la niña, la niña que ya ve, y lee, y comprende...
Quisiéramos haber entendido más. Pero más nos importa la fuerza con que este grupo de jóvenes nos presenta su enorme esfuerzo de trabajo, sus ilusiones, sus creencias, a base de auto financiarse, de trabajar gratis, de sacrificar para santificar su obligada vida en el mundo de los dominadores reales.
Mi amiga, exigente actriz buscadora de esperanzas e ilusiones vitales, navegante esforzada por todos los mares de la representación y la creación, quizás esté aún dándole vueltas a la historia, a su papel de ficción, a su papel de persona.
A ti MARINA DURANTE, que luchaste contra lo perverso de este mundo desde que eras una niña, como la del corto.

Norberto Spagnuolo di Nunzio / Celia García Camarero


IKEA, el laberinto escandinavo

Soy consumidor restrictivo, apoyo pues el sentimiento "Decrecivo", menos consumo más felicidad, mejor medio ambiente. Sin embargo a veces uno necesita adquirir reemplazos, completar. IKEA, gigantesco intermediario productor de elementos hogareños para la clase media europea y mundial, trata de no dejarte. Tenía yo un pequeño problemilla porque el sistema no lo tiene todo solucionado. Justamente en La Cocina, ámbito donde la Casa te garantiza por 25 años la construcción e instalación de los muebles, y por otros cinco los electrodomésticos, sin embargo hay una pequeña e insignificante linealidad de pieza, el "COPETE", señor protector de La Mesada que siendo dura su tarea, quizás más que la de muchos muebles, no goza de tal garantía. Los Copetes del simpático nombre que vende IKEA en el ámbito de su oferta de muebles de cocina, no pueden ser más débiles para lo que deben afrontar, el trasiego contínuo y diario de la mano de obra cocinera sobre el plano de servicio. Construído además a base de piezas larguiruchas y remates de esquina en tímido plastificado, necesita pequeñas piezas también delicadas y atacables. Pues hete aquí que el sistema magno no tiene soluciones claras para ello, además de no tener garantía, por lo que si eres persona pulcra como a los escandinavos les gusta ser, y te incomoda que tus copetes y remates anden hechos un asco ,vas y tratas de bucear a la búsqueda de soluciones. ¿Hay copetes, alguien te los coloca, son parecidos a los que compré y me instalaron aquel día? Ardua tarea hasta que descubres, preguntando a diestro y siniestro, mandando mails a Atención del Cliente, investigando en el último catálogo, o auscultando a los sufridos instaladores de la subsidiaria MONTA-PLUS, que sí, pero que para conseguirlos te tienes que dar la vuelta por la central más cercana a tu domicilio, 20 kilómetros más allá. ¿Pero, no es posible, pregunto, no es posible que los encargue, me los traigan y los vengan a montar? Que va, que va. Pues al mastodonte IKEA, ¡hala!. Uno trata de atajar caminos y circunstancias, como si no quisieras molestar. Entras por la Salida y Cajas y preguntas al agente que informa, y te dice:  - No, hay que subir a Planta, Cocinas, y encargarla allí. Luego baja, lo paga, y retira el producto en la zona de Atención al Cliente. -¿Y dónde queda Cocinas? - Vaya por aquí dentro y suba a la primera.
No es tan fácil. Para subir tienes que recorrer todas las secciones y ofertas de la Planta Baja, y cuando consigues localizarla, luego de preguntar a varios y escurridizos agentes, el último te indica con gran desparpajo: -¡Justo aquí arriba! Y te lo imaginas tan cerca que te alegras y casi le das un beso (sobre todo porque es una guapa muchacha). Pero no es así, encontrar la dichosa escalera te cuesta otras cuantas secciones inútiles para tus necesidades, pero golosas para casi todos, sobre todo para las mujeres, solas, en grupo comentado, con niños volátiles a cargo, pero siempre esperanzadas, contentas como si estuvieran por la calle Serrano o La Gran Vía, con todo el tiempo del mundo como para llegar hasta la mismísima Escandinavia. Por fin la dichosa escalera, pero ya estás tan cansado que te tomas el ascensor, un ascensor, pero el bendito te deja en el mismo sitio aunque una planta más arriba, y tienes que empezar de nuevo a buscar la seccion cocinas, y sigues la gran flecha que te lleva donde quieres, pero pasando por todos los sitios que no quisieras, no por nada, sino porque eres convencido ahorrador hasta de tu propia energía.
Al fin la encuentras, la sección y una agente que, como si fuera lo más natural del mundo te hace una nota de pedido, y te cuenta lo mismo que la primera, la de la sección Cajas y Salida de la Planta Baja: - Va usted a Cajas-Salida, paga y retira la mercancía en los mostradores de Atención al Cliente. - ¿Y dónde contrato el montaje?. -Al lado, en Servicio de Montajes.
Tú aprovechas y te quejas un poco a esa chica que parece tan organizada y segura como si fuera sueca. ¡Qué difícil es todo esto, y no hay atajos! - Seguro que usted no viene mucho por aquí. ¿Cuando fue la última? - Hace tres años. - ¿Lo ve? Hay que venir más. -¡Pero es que ha cambiado mucho desde entonces! - ¡Por eso!
Bajas, llegas a la Cajas, pasas tu compra, te cobran, y vuelves a preguntar como termina todo, retirar la mercancía, contratar el montaje... Te repiten lo mismo, y vas hacia allí, sacas número, esperas. Hoy te atienden rápido, es miércoles de Semana Santa. Pero te encuentras con otra sorpresa. Ya no es allí donde todos te han indicado que era, sino en otro edificio, que señalan en un plano, dando la vuelta al principal y recorriendo un largo trecho en automóvil. - ¿Y el contratar el montaje? La muchacha que atiende la sección Montajes te mira sorprendida y vuelve a interrogarte sobre tus hábitos de visitar IKEA. - ¡Hay que venir más seguido! Ahora lo debe contratar en la misma sección de Cocinas. O sea, que tienes que volver a desandar el camino, subir a la primera, recorrerte todas las secciones inútiles para tu vida de consumidor presente y llegar agotado a localizar una señorita que vista como la que te acaba de desengañar acerca de la conservación de la memoria. Cuando la localizas, ya agotado, y le preguntas, ella te contesta con la oferta: - 30 euros por el desplazamiento, 40 la hora de montaje. Calculas, y decides que dado que el montaje del dichoso Copete te saldría vez y media su coste asumes montártelo tú mismo, a riesgo de desaguisados varios.
Sales por fin de aquel laberinto inventado por los escandinavos no para premiarte por valiente como en la Creta del Minotauro, sino para hundirte como usuario agotado. Cojes el coche, y te vas, casi seguro con el plano en la mano, a buscar el nuevo edificio donde entregan la mercancía. Llegas, pero te has equivocado y ese SÍ es el edificio de entregas de mercancias, pero pertenece al mastodonte vecino LEROY MERLIN. -¿ E IKEA dónde? -Salga, vuelva por donde ha venido, pase el campo de fútbol, coja el bulevar, y al final está IKEA Mercancías. Cumplo o trato de cumplir con esta enésima recomendación, y llego, aparco, me bajo. El señor del mostrador de entrega me confirma otra horrible novedad que intuía: Las mercancías pueden comprarse allí mismo, en ese simple mostrador, en planta baja con aparcamiento aledaño pero...: - Usted debe saber el código del producto. Y ya, desesperado, derrotado, agotado, gritas para tú mismo: ¡Sí lo tenía, me lo dieron por mail!
¿Tú eres gilipollas o el sistema está viciado! Lo único que te consuela es que has llegado al final del LABERINTO. ¡Bravo IKEA, podría haber aprovechado y comprar durante tanto paseo, un montón de cosas que no necesito!
¡VOLVEREMOS! Pero todo habrá cambiado, menos el Laberinto!