martes, 11 de agosto de 2009

MADRID..., ME VA MATANDO

(Killing me softly with this City)

El último ajuste del Censo de la población española, por simple revisión del Padrón, da 46,67 millones largos de ciudadanos, españoles y demás (5,60 m), residentes en la piel de toro mitológica. A Madrid-Madrid la cosa se le pone en 3,28 millones, y si contamos al menos un 80 % más de pobladores andantes de la CAM (5.24 m) que nos cruzan, visitan, deambulan diariamente encadenados por trabajos, enseñanza, compras o trámites, nos subimos a los....
Es decir, la ciudad soporta una media de cerca de 5 millones de pobladores obligadamente danzando a menudo sobre sus autovías, calles, metro, buses, taxis, etc., cada vez más exiguas para unas cosas, y más crecidas para otras –a veces lo son incluso para un trozo de ciudad, de barrio colmatado- destrozadas, desorganizadas, sucias. Pero menos para el corazoncito, residencial, de trámites, negocios y turismo, usados por casi todos, pero aprovechados y disfrutados por los más avispados y económicamente estables, acotados rectilíneamente entre la Castellana y el Manzanares. Y es ahí donde Ayuntamiento, Comunidad y Estado se esmeran, prosperan, sitúan sus oficinas principales -de gestiones y gestioncillas-, las cambian y recambian, y nos obliga a concurrir a casi todos.
Es el espacio que enorgullece a las autoridades, no sólo a estas de ahora, sino que la cosa viene de lejos, de casi siempre, y el que por lo tanto las autoridades ofrezcan a la otra invasión humanoide económicamente importante, la turística, y a la residente tradicional idem de idem. Vean y comparen si no. Comparen la imagen casi perfecta y lustrada de los distritos centro del norte, en el abanico que va del barrio de Salamanca al de Argüelles/Moncloa, con los del centro sur y más allá la inundación, que decía un tango, incluyendo los densos barrios de la inmigración y el espacio de diversión central, vamos, donde nos constriñen a encontramos para intercambiar. Todavía sigue teniendo razón el arquitecto Fernando Chueca Goitia con su esquema analizador de porciones radio concéntricas de los años 60/70, esquema que partiendo de la dichosa Puerta solar pesa como una losa sobre la capital, y que nadie parece capaz de violar/cambiar/retraducir.
Sí, la Puerta del Sol, ya sea porque se ladeaba hacia el oriente, enfilando hacia la Plaza de Palacio, o porque un gran sol pintado señoreaba la fachada de un castillo hacia el 1520. Antecedentes de grandiosidad receptora como ser el núcleo fundamental de la Villa casi desde el Siglo XV al XIX. Lugar de partenza de procesiones, sucesos cortesanos, arribadas reales a la Villa y Corte, o acontecimientos históricos fundamentales, hasta llegar a dejar escrito, por algún cronista apegado, que la historia de España y la de Madrid pasan siempre por ella.
Así que dada tal categorización imperecedera, era lógico que todo reformador, benefactor, autoridad, urbanizador, etc., y hasta el mismísimo José Bonaparte que dio a la solar plaza casi la forma actual a base de derribar conventos desamortizados, se cebaran en ella para dejar su impronta acompañando a tal encumbrada categoría, culminando dicho afán en el propio y repetidor de nuestros actuales regidores de los tres estadios administradores.
Ahí mesmo aparece nomás, y ahora, la última “Joya de la Corona”, que dicen nuestras orgullosas autoridades, la Gran Estación Central urbana intercambiadora ¡Que fijación centralista y simbólica! Una vez más el dichoso espacio con cara ortogeográfica de “¡Febo asoma!”, baricentro de todas las españas, elegido para salvar la tradición de la patria decimonónica y antecedentes, el corazón latiente de la piel de toro.
Pero, ¿por qué no quedarse directamente en ese corredor norte/sur que tiene mucho mayor potencialidad redistribuidora y excéntrica, como es la lineal ATOCHA (y más al sur) / CHAMARTÍN (y más al norte)?
Sí, linealidad que aporta también carga histórica aunque más jovenzuela y racional, de pensamiento urbano reestructurador y repartidor, paralelismo rectilíneo con distribución homogénea de los núcleos históricamente desarrollados en el viaducto SUR/NORTE de la ciudad, y que no hubiera requerido escarbar para llegar al ombligo de aquella, todos a una, y el último que bote. O sea, basta con la radioconcentridad, cargando y recargando sin cesar esa tendencia infantil y patriótica, subconscientemente dependiente, transformada ahora en el vientre de la ballena que se ha tragado al Jonás de turno. Que NO SOY YO, sino mi circunstancia.
Ya decía en su momento y al respecto el arquitecto Antonio Fernández Alba (Arquitectura y Vivienda. Madrid Capital-1986): “Solidaria (Madrid), de una centralidad patente durante los siglos en que España se constituía en nación, aparece en la actualidad arropada por una cierta nostalgia al no poder contar con una elocuente arquitectura. La villa asumió el protagonismo a la hora de fijar modelos arquitectónicos con los que ordenar la unidad nacional y en el momento de representarla, pero alejada siempre de las opciones utópicas desde cualquiera de sus visones naturalistas, cosmológicas, o geométricas.”
Y eso a pesar de lo mucho que batallaron ilustres pensadores y técnicos urbanos, pero ¡OH pecado de procedencia ideológica, afrancesada, izquierdizada y modernoide!, descalificados por ello mismo: Fernando de los Ríos, Arturo Soria, Secundino Zuazo, Julian Besteiro….
En definitiva, ¿No hubiera sido mejor la Gran Estación Central urbana intercambiadora bajo la Cibeles, sobre el mismo eje de Castellana, uniendo las ya existentes de Atocha, Nuevos Ministerios y Chamartin, y a un tiro de estación de líneas de Metro de la de Sol? Gozando en principio, claro, de un gran espacio para su desarrollo, si descontamos el famoso y poco conocido bunker del Comando en Jefe de las FFAA. E incluso un poco más allá, en la propia de Recoletos, o a caballo entre ambas.
Madrid sigue desarrollándose sobre su ombligo, asustada de poder perder su significancia geométrica histórica, y ante tal paradigma de la memoria genética, no hay racionalidad desacomplejada que valga.

Agosto de 2009
Norberto Spagnuolo di Nunzio
Diseñador Urbano / Diplomado en Ordenación del Territorio