jueves, 13 de mayo de 2010

EL APRETON NO ES EL DE ZAPATERO

No es que sea amante de los políticos de turno, aún sabiendo que, haciendo ecuánime el comparativo y aceptando el grado de evolución colectivo y territorializado que nos toca compartir, caben diferencias serias de grado. Por eso me quedo con nuestro denostado y cabezotas Zapatero y unos pocos otros, más bien situados, teóricamente, en la zona femenina del espectro político y de vivencias, aunque sean incapaces de poner más carne en el asador. Para los de la zona masculina, mujeres incluidas, aún por desarrollar en sus equilibrios energéticos, sólo les deparo un largo aprendizaje beneficioso para el conjunto de la humanidad, hasta que renuncien, aunque sólo sea un poco, a sus complejos de poder inmarcesible.
Es una pena, tantos buenos hombres posibles haciendo y decidiendo lo que otros debemos asumir como condición a veces inamovible de nuestro universo social , y mira que somos pacientes y respetuosos. ¿Lo son ellos con nosotros?
Debido a eso, la mayor arte del espectro social más sufridor, sencillo, democrático por deseo y esperanza, económicamente débil, viene ahora a ser nuevamente castigado, otra vez, una vez más, porque nuestros supuestos conductores socio-políticos juegan entre pares a otros intereses, aceptan condicionantes de los aún más poderosos y de sus instrumentos de regulación y control internacional, definidos para perpetuarse en las mejores posiciones del espectro personal, de grupo y territorial. O aún peor, no son capaces de rebuscar entre el enorme caudal de soluciones más equilibradas y justas, demostrando que su supuesta categoría de adalides sociales no está del todo conformada, o lo está bajo prismas de interés, a veces terriblemente mezquinos.
Es una pena también que este Blog, dedicado a la cultura desde la ensoñación de OTRA realidad posible, tenga que descender a estas especulaciones y rebeldías ante un sistema que no acaba de crecer del todo hacia el fortalecimiento de todos los individuos por igual. La pregunta es si esta humanidad en su conjunto será capaz de encontrar otras fórmulas de desarrollo que no sean las patrimoniales y especulativas, que no sean las de explotación y servidumbre, la de la destrucción de la naturaleza, que no reciclen por transmisión hereditaria o formativa, o simplemente por imitación privilegiable, los mismos parámetros de satisfacción materialista. Esta cultura del comportamiento ha logrado que incluso los más débiles, claro, sueñen con imitar los peores modelos, dado que al parecer son los únicos que aparentan quedar indemnes y satisfechos.
Por eso creo que J.L.Rodrigues Zapatero no es el más -o único como dicen los interesados políticos- culpable de esta catástrofe en la que aparentemente estamos y continuaremos inmersos por cierto tiempo. También lo son aquellos que desearían ascender y compartir el primer escalafón social a costa de lo que sea. Algunos, muchos, argumentaran como se ha hecho históricamente, sobre que el hombre tiene derecho a trascenderse, crecer, desarrollarse, etc., lo que pasa es que quizás se equivoquen de meta y de estilo. 
Es imposible pues, y ya se ha demostrado científicamente, que el crecimiento indefinido traiga igualdad y equilibrio a todos los seres humanos. Lo ha evidenciado de forma suficiente la tradición de 200 años de capitalismo de mercado -controlado o dominado, claro- y seguimos en lo mismo, pero aún más entronizados en la especulación privilegiada, en el latrocinio social.
Nuestro actual Presidente del Consejo de Ministros sólo es culpable de no haber demostrado más carácter a la hora de cumplir con lo que se supuso fue su propuesta inicial, una sociedad más justa e igualitaria, y terminar por claudicar ante las terribles presiones de los poderosos para acabar aplicando las mismas recetas del FMI que ya se ha demostrado han venido a traer la ruina a los países periféricos en beneficio de las históricas metrópolis de la industria y comercialización mundial, a los controladores de las finanzas, a los lobbies económicos.
Muchos supusimos, al comienzo teórico de esta crisis estructural financiera, que era el momento para que los dirigentes y pueblos bien intencionados se zafaran de esta madeja de despropósitos desequilibrantes que es la globalización mundial de los mercados de todo tipo, para entrar en relaciones de mayor equilibrio e igualdad, de mayor independencia para gobernar países y sociedades más justas y solidarias. Pero se ve que esa opción se ha perdido por falta de valentía, solidaridad, y voluntad de cambiar nuestras perspectivas vivenciales. Y en esto, todos somos responsables. 

Norberto Spagnuolo di Nunzio

martes, 2 de marzo de 2010

SALA TEATRO TRIBUEÑE: “EL JARDIN DE LOS CEREZOS”.

ARTE PARA QUEDARTE, Y ACOTACIONES AL MARGEN NO EXCLUYENTES DE LA TRIBU-EÑE..

Digamos que, según los ratios de aceptación difundidos por algunas web especializadas, estos días -los de enero, febrero y futuros del 2010-, la puesta en escena de la obra post decimonónica de Antón Chejov “El Jardín de los Cerezos”, por la compañía/sala de cabecera, parece merecer más elogios (77%), que diatribas del público asistente. Pertenecemos a estos últimos, quiero decir a los no ausentes, y ya argumentaremos si somos elogiosos y/o diatribosos en partes homogéneas o disímiles.
Conviene recordar que la Sala Teatro TRIBU-EÑE surgió al panorama teatral de la comunidad madrileña hace unos pocos años, desde presupuestos entonces muy modestos y limitados, como toda sala alternativa de teatro y espectáculos que se precie dentro del obligadamente sacrificado panorama regional. Lo hizo, según testimonios propios, apoyándose en la preexistente FUNDACIÖN ARGOS para el desarrollo de la cultura, aprendizaje e investigación en técnicas de desarrollo personal, desde la práctica de disciplinas integrales sobre/para el ser humano. Esta Fundación, al parecer actuante desde los primeros años ‘80, acogió por su específica dedicación inicial a un grupo de actores y artistas plásticos que, junto a los lineamientos de trabajo y expectativas de desarrollo, definieron desde el principio un perfil muy activo en expresividad sensorial transmisible y representable en el entorno de las diversas artes.
Cuando se funda La Sala Teatro Tribueñe hacia mediados de la década actual y gracias a la consecución de un espacio escénico modesto, pero bastante bien diseñado y dotado, anexo a los locales dedicados a la práctica de las disciplinas comentadas, se inicia un nuevo período de “puesta en escena y experimentación teórica”, de todo el bagaje que se había venido gestando en más de 30 años de trabajo en común. Las dos personas fundamentales en esta primera salida pública fueron sus actuales directores responsables: Irina Kouberskaya y Hugo Pérez de la Pica, que son además los generadores e impulsores de las dos líneas básicas de acción teatral que impregna la mayoría de los espectáculos que se han venido montando desde entonces: La recuperación de un cierto teatro/cabaret basado en la tradición popular pero selectiva del folclore andaluz, mediatizado por su expansión nacional, y la recuperación de textos clásicos del teatro y literatura española de grandes autores. Extremos ambos de una conjunción habitualmente posible, aunque a veces ligeramente exagerada o desajustada, pero siempre enriquecida por las personales adscripciones y dependencias culturales de ambos personajes teatrales: La formación teatral clásica en la Unión Soviética, más su entronque en el contacto con los grupos y directores del mejor teatro madrileño contemporáneo, en el caso de la Kouberskaya. Y por otra parte, la predilección, investigación y dedicación histórica de Hugo Pérez a las manifestaciones de la cultura popular y sus formas presenciales en la imagen aflorable del país, e incluso reconocible a nivel mundial.
Conducidos y adiestrados por estas dos personalidades, poco ha poco se han ido integrando a las tareas de evolución y trabajo teatral, muchas de las personas, con o sin formación específica o experiencia profesional, componentes del grupo base. Aquí cabe recordar que a nivel profesional la presencia de actores, técnicos o directores de teatro, cine y TV, artistas plásticos, escritores o músicos en la casa matriz ha sido siempre bastante sustancial, pero a ello hay que agregar la llegada de jóvenes que pronto se adscribieron a los cursos de formación teatral, o de expresión corporal, que se organizaron desde el primer momento. Tampoco hay que despreciar entre los antecedentes y según cuentan sus protagonistas, la sustancial práctica que se generó desde los primeros momentos de actividad de la FUNDACIÖN ARGOS a través de campamentos colectivos en verano, que desde mediados de los ‘70 vienen incorporando festejos abiertos de experimentación teatral y creación-exhibición de disfraces y objetos dentro de las fórmulas más inmediatas de la práctica empírica compartida.
Llegamos así a esta actualidad marcada por la puesta en escena de la compleja obra cenital de Antón Chejov “El Jardín de los Cerezos”, representada y sostenida técnicamente por un amplio recurso de participantes integrados por esa conjunción de profesionales, aprendices dedicados, y entusiastas amateurs del teatro, motivados por un común o compartido énfasis vivencial, donde la presencia de la “visión rusa” es a veces dominante, pero acompañada siempre por cierto aire de repiqueteo festivo.
¿Y que nos ofrece al cabo esta función, éste espectáculo multidisciplinar, decididamente respetable?
La obra fue escrita por Chejov el mismo año de su muerte, mientras el aire de la Revolución Bolchevique agitaba la vida, y poco antes habían florecido los sindicatos de clase, se había celebrado la II Internacional mientras que el régimen zarista hacía aguas por todas partes al tiempo que trataba de hacer frente a la declaración japonesa de guerra. Para alguno de sus biógrafos, la obra de Antón Pavlovich Chejov a pesar de carecer de cierta base teórica y tensión psicológica, ofrece en cambio poderosos retratos sociales de carácter impresionista (naturalista), reflejando la decadencia de la aristocracia rural de su época, a la que enfrenta a una necesidad de cambio marcada por el rumbo de la historia. Como muestra la obra, gran parte de esta decadente aristocracia campesina buscaba el refugio de la otrora corte francesa, plagada de reminiscencias de pasadas glorias al tiempo que, sometida a importantes y turbulentas políticas y cambios sociales, era impregnada por una naciente, vívida y hasta contradictoria idea de la modernidad.
La compañía Tribueñe se acerca muy bien con su trabajo a estos lineamientos expresados con habilidad por Chejov, entre la pervivencia y anhelo de la pasada felicidad bucólica de las clases ociosas, y su violento choque, casi patológico, con el nuevo mundo cultural, económico y político que está surgiendo. Excelentes interpretaciones de los primeros y profesionales actores, y también alto nivel conseguido en los aún amateurs o menos formados. La dirección del grupo, y seguramente la propia vocación e integración, obtiene unos resultados altamente satisfactorios del conjunto actoral y su mutua colaboración, destacando por su contención y encarnadura de los personajes respectivos Fernando Sotuela (el tío Gaiev), tal vez con el más completo trabajo de elaboración de un personaje ambiguo, inocente, tierno, cansado, navegando entre la racionalidad y la necesidad de exaltación vital de la memoria. Katarina de Azcárate (la hija adoptiva), la siempre correcta y polivalente Consuelo Vivares (la Institutriz), y el novedoso David García (Trofimov, eterno estudiante con atisbos revolucionarios).
En cuanto a la propia Irina Kouberskaya, directora de la obra e intérprete en el rol de la matriarca familiar, la casi aniñadamente perturbada Liubov, con una importante formación y experiencia en el mundo del teatro y del cine, cabría decir que a pesar de su imponente construcción del personaje ausente de la realidad salvo breves momentos, hay otros en que parece excederse en esa caracterización, al acercarse a fronteras de desequilibrio ante la pérdida del “paraíso histórico familiar, social y económico”, para volver a continuación a un estado de resignación más pendiente del futuro posible que de ese pasado. En el mismo sentido hay que destacar la labor del músico e intérprete flamenco, y por lo que llevamos viendo del también actor de mérito, Antorrin Heredia, que dando buena y sólida encarnadura al comerciante especulador y advenedizo Lopajin, vividor de tiempos más apurados por el deseo, parece provocar convulsiones escénicas y dramáticas exagerando el gesto y elevando el grito, más que con palabras y acciones derivadas. Bueno, es una impresión; hay que tener en cuenta que ambos actores, a través de sus personajes, marcan simbólicamente el enfrentamiento de dos épocas y clases.
De todas formas, por lo que todos conocemos de la pervivencia social de las grandes familias patricias, para ellas siempre existen recursos de sobre vivencia y auto transformación como para encardinarse en otros tiempos, e incluso liderarlos aprovechando su imagen histórica. Destacar también la labor de los acompañantes de estas primeras figuras o personajes en breves, y no tanto, actuaciones que parecen haber recibido de los autores de la versión, y al parecer revisión de la traducción por la propia I.Kouberscaya y Eduardo Pérez, nuevos hálitos de vitalidad participativa, como por otra parte es conocido que sucedía en la cotidianeidad de estas familias patricias rusas y sus entornos sociales interesados u obligadamente  dependientes, al estilo de las del sur norteamericano. (Vemos en todo ello cierta reminiscencia de "Lo que el viento se llevó") 
Estupendas las actuaciones de Miguel Ángel Mendo, conocido autor de literatura infantil (el terrateniente abandonista Simeón), la encantadora Badia Albayati (Doncella), la dulcísimo Mª Angeles Pérez Muñoz (la hija), Iván Oriola (el contable y pianista de mérito familiar), y José Luis Sanz, (el lacayo), férreo éste último en forma y figura simbólica de la adhesión acrítica y ahistórica, pero volátil en la realidad de sus designados, y necesarios, muchos años viviendo en el pasado. Pequeño error de coherencia además al poner a bailar, desenfrenadamente, a este anciano personaje que supera los 80 años (Aunque lo suele haber en las comedias musicales).
Del conjunto del montaje sólo criticaríamos con encomio la selección y oportunidad de la música utilizada en fondos de ambientación y remarque de momentos dramáticos o de comedia. Nos pareció excesiva y atemporal, sin entronque cultural ni territorial con los temas y personajes, cuando a primera mano hay tantas otras, utilizables medidamente, más acordes y simbólicas con este grupo social entre patriótico del pequeño terruño y afrancesado, incluso casi europeo a fuerza de adscripciones, residencias, viajes y lenguas. La música de una Europa que ha cambiado con las revoluciones del XVIII y XIX, y volverá a cambiar con la del XX, la incorporación de la burguesía y del proletariado a la modernización, o las novedades musicales gozadas por una aristocracia en período de adaptación. Bien en ese sentido la incorporación del piano como recurso escénico y musical, los cantos, si son auténticos, los bailes por lo mismo.
Aunque también es verdad que a veces, entre extensiones del parlamento y personajes secundarios, musicalidades diversas, bailes de dificultosa asignación histórica, etc., perdemos a veces la pista cierta de los hechos que Chejov intentó transmitirnos. Y que por ello mismo conviene, más bien nos interesa, apuntar el remarcado parlamento moderno y casi revolucionario asignado al personaje del Estudiante, visor de un futuro al alcance de la mano, vehículo útil para el discurso del necesario cambio reconocido por el autor, personificación del autor mismo, pero más útil aún para el propio mensaje incorporado por los autores de la versión, que se destapa a partir de un parlamento que enarbola un dato científico y cultural: Sólo somos el 5% de lo que podríamos ser., y que sin voluntad y esfuerzo no hay cambio, no hay historia, no hay futuro. Pura teoría, pero teoría necesaria en boca de un estudiante eterno con 32 años que los responsables de esta versión llevan a límites más amplios.
Adecuada y sobria resulta la planificación de luces, entre la intimidad y la expansión, siempre atenta al complejo movimiento escénico. Este resulta a veces complicado sobre el escueto escenario de la Sala, complicado además por una escenografía de tendencia minimalista en su planteamiento simbólico, si bien casi acorde con los tiempos de la Vanguardia Rusa, múltiple, compleja, lineal en su utilización bien planteada. Interesante pues este reduccionismo simbólico acotado en cajas de madera/espejos de la vida, pesos hacia la muerte, con los remos del transcurrir vital. Espacio escénico que a veces necesita más aireación, más volumen, y que es posible conseguirlo. Escenografía, utillaje e iluminación contrastan con figurines demasiado naturalistas, aún con reducciones, contribuyendo a ese recargar la escena, y que bien podrían haberse aproximado a lo simbólico siguiendo el criterio adoptado por los anteriores.
De todas formas, este es un espectáculo que se eleva sobre lo mejor visto en el mismo teatro, y alcanza cotas de profesionalidad y entrega admirables, de trabajada coordinación, dignas de poder ser vistas y sentidas en otros espacios teatrales.
Mesa de Redacción
Colectivo arte_qdarte / www.arteqdarte.blogspot.com

lunes, 22 de febrero de 2010

ANTONIO LAFUENTE DEL POZO. Fotografías de / en Málaga

Otros paisajes desde la jaula.

Su comentarista presentador, el artista múltiple OCTAVIO COLIS, opina que el autor nos ofrece, en ésta exposición,”imágenes con duplicidad especular, (…), desde la jaula de sus ojos”, y viene a decir que allá nosotros, si queremos ver/interpretar más allá de los ojos del artista que han visto lo que nos muestra. Tiene razón acerca del para qué deseamos saber más; buena receta para no volvernos investigadores y traductores fatuos de una obra de conciencia personal, de visión particular, como lo son casi todas las representaciones de la realidad, o irrealidad, que se empeñan en mostrarnos los artistas plásticos. Y completa: “…., toda resistencia sería absurda, (AL.)…lo ha preparado todo tan minuciosamente que sería inútil resistir a su mirada…”

Será inútil tal pretensión pero, como casi todo en éste mundo, no deja de ser provocador, misterioso, ilusionante el desentrañarlo, aunque nos equivoquemos de parte a lado.

Antonio Lafuente quiere ver más allá de las limitaciones-jaulas que la visión de éste mundo nos interpone, y no hay artista alguno que no luche contra similar veladura, que sea tanto cierta y física, como interpretada por el subconsciente. El autor de estas fotos ha sido casi siempre subyugado por la azulidad de la bóveda celeste cuando residía en el interland mesetario español, espacio natural y universal donde localizaba sus hallazgos formales, y los dotaba de sus propias visiones indentitarias, con aires de ironía y gozo formal, imaginario y juguetón. Ahora, ese cielo terrestre se ha completado con el verdeazulado-marino de la costa mediterránea, de la azulada Málaga andaluza que aparece compitiendo con los cielos. Y entre ellos los objetos sujetos a trucos geométricos de visión dúplice, sabiendo que más allá de ellos mismos, en su implantada soledad, hay un mundo de réplicas cristalinas -provocadas por la luminosidad centellante de los reflejos de cielo y mar- que permiten acercarlos a visiones caleidoscópicas y de nuestra niñez, o de la propia reverberación mágica del objeto/paisaje en cuestión, y casi trascender su realidad material.

A. Lafuente quizá haya entendido que el mundo resulta más armonioso, más completo, si se repite a sí mismo de la parte que no vemos, del otro lado del espejo. Ya sabemos, gracias a los narradores de aventuras y los grandes expedicionarios, que la naturaleza nos confunde a veces con su propia duplicidad y deformación encantada, sometida a los artificios luminosos del espacio que nos cobija y desvela al mismo tiempo.

Las obras que el artista nos presenta, de tamaño mediano, muestran además una calidad técnica y colorido empastado, con reflejos puntuales, que contribuyen a explicar los argumentos plásticos que se invocan. Pueden verla en Málaga, Taller y Galería GRAVURA, frente a la Iglesia de San Juan.

Norberto Spagnuolo di Nunzio / 2010

miércoles, 28 de octubre de 2009

MIGNOGNA, EDUARDO. Cineasta, escritor, y argentino.

No he celebrado nada estos tres años y veintidos dias cumplidos desde su fallecimiento. Sólo he contado este tiempo sin su capacidad creadora, sin ver ni escuchar noticias donde se le nombrara nada más que por estar haciendo cosas, o sea viviendo, pensando, sintiendo, perdida definitivamente la posibiliad de que al final quisiera hablar conmigo. ¡Lo que baja la atención sobre los idos!. Yo también casi me he quitado de encima la carga kármica en su beneficio, porque se la debía de alguna forma, y casi casi la percibo devuelta. No por culpable de algo, sino por cortesía y cariño. Tanto hablamos, tanto discutimos, tanto hicimos. ¿Dónde queda todo eso? Me lo quedo yo como albacea casi único sabiendo que desde entonces no podrá ser más que testimonio de parte. Ya es algo. Los recuerdos, incluso las vivencias, devienen puras estrategias de la razón, de nuestra razón. Y ya no hay tiempo para contrastarla. 
A Eduardo le critiqué su forma de contar algunas historias en el cine. También le critiqué su manera de vivir las circunstancias ventajosas de su fama. Quizás por que yo no he tenido que vivirlas, y quizás también porque no he sido capaz (¿?) de producirlas. Así que llegué a escribir un cuento que trataba de explicarlo:

PELEAS y PELEAS (cuento enojoso)
He llegado al convencimiento de que es bueno enojarse con la gente, pelearse, dejar de hablarles, ya se trate de familiares, amigos, compañeros de trabajo o simples viandantes que se crucen en tu camino por la calle, el autobús, el metro, o en el mismísimo cursillo que te aburre hacer. Y que eso de la historia compartida es lo de menos, porque a la mayoría de nosotros lo que más nos retrae a la hora de poder enojarnos con alguien es creer que se ha perdido mucho tiempo con esa persona, en conocerla, en tratar de ser su amigo, en procurar comprenderla y ayudarla si es un pariente, o de criarlo, educarlo y todo lo demás, si es tu propio hijo. La gente es, somos, muy tacaña, si invertimos en relaciones queremos ganancias, ya sean afectos desinteresados, que casi no los hay, o plenos de intereses vitales, económicos y sociales, que son la mayoría.
¡Hay que ser más desprendidos, coño!. Menos mal que hay personas que si te peleas con ellas a la larga lo agradecen. Vamos, que lo estaban deseando aunque no se atrevían a dar el primer paso, pero poco después de celebrada la ruptura se viven aliviadas.
Por eso es que desde hace un cierto tiempo me vengo peleando y enojando con casi todos, familiares, amigos, compañeros de trabajo.... Lo hago para demostrar mi decisión, arrojo y valentía. Es una opción muy conciente, y veo que está dando sus frutos. Me peleo con ellos y dejo de hablarles, de compartir nuestras existencias. Los ignoro, y además los fastidio tanto que ellos terminan por huir de mí como sí fuera de la peste.

Por ejemplo, creo que fue hace poco más de un año que decidí pelearme con mi primo y toda su familia de una vez por todas. Con él había compartido la vida, los deportes y las novias desde la infancia hasta el gran viaje común a Europa. Y más aún, en el período romántico y recordatorio que imprime la distancia, que es el mejor de los escenarios para mantener una buena amistad o el cariño familiar. Y más aún, durante su forzado exilio, que es una situación triste donde las haya, y uno se siente obligado a ser solidario. Cuando mi primo se hizo por fin famoso por hacer películas, y se dedicó a viajar por todo el mundo recogiendo premios, asistiendo a festivales y practicando toda esa parafernalia que afecta a los tipos que triunfan, empecé a pensar que un buen motivo para pelearme con él era que cuantas veces pasaba por Madrid apenas tuviera tiempo de verme, y que cuando lo hacía lo gastara simplemente en contarme sus peliculeros triunfos, o sus nuevas riquezas materiales, en lugar de hablar de nosotros, entre nosotros.

Con su familia fue más fácil. La mujer y los chicos se empeñaban en ignorarme, o nunca se enteraron bien de qué era lo que a mí me impulsaba como individuo. Aunque yo estaba seguro que la culpa también era de él en este caso, porque al igual que suele hacer en sus películas, en vez de explicarles mis más profundos sueños de ser humano se limitaba a relatarles mi anecdotario particular y familiar, las cosas graciosas que me habían ocurrido, o las torpezas en que habría incurrido, como si yo fuese un personaje de historieta cómica, o el anecdotario viviente de un ser sin trasfondos argumentales profundos.

También por eso fue que decidí enojarme. Quiero decir, porque en sus películas yo veía que sucedía lo mismo, cada vez más alejadas de la posible verdad, y menos vinculadas con la sociología y la política actual o pasada; cada vez mas personalistas y humanamente anecdóticas. Así también lo debió de entender el conocido crítico de cine español que le soltó una dura diatriba sobre la última vacuidad convertida en celuloide y recién estrenada, por lo que yo me apoyé en ello para adjuntar argumentos con los que labrar y justificar mi propio enojo. Le envié una carta donde le dejaba bien clara mi postura contra esa fórmula hibernada de mantener nuestra amistad, rematándola con una crítica acérrima al camino casi perverso que parecía afrontar su último cine.

Inmediatamente dejó de hablarme, de escribirme o llamarme por teléfono, y ni siquiera me puso a parir o se revolvió contra ello, y eso fue lo que más me mosqueó. Cuando uno decide pelearse o enojarse con el otro lo lógico, lo que uno se espera, es que el otro patalee, proteste, se indigne o se defienda, pero mi primo no. Está tan seguro del argumento que ha ido modelando para su vida, tiene tan claro el papel estelar que ha redactado para sí mismo, que supongo dio el asunto por terminado, sin reclamaciones ni protestas de inocencia o argumentaciones defensivas, arrojando sin misericordia más de cuarenta y cinco años afectivos, y convividos, por la borda. ¡La he jodido!, llegué a pensar firmemente.

Entonces me di cuenta que mi primo realmente se había sentido aliviado, que eso le facilitaba las cosas, y que le quitaba una responsabilidad de encima. Y mejor aún a su numerosa familia, que en caso contrario hubiera tenido que aprender a entendernos, a mí, a mi mujer, al resto de la familia, con lo cansado y difícil que es eso si uno pretende hacerlo de la mejor forma posible.

Frustrado por la falta de respuesta, arrepentido en parte por mi actitud, o preocupado por la suya, al cabo de cierto tiempo intenté volver a recomponer la amistad, retejer los hilos de la madeja relacional, pero no hubo caso. Comencé escribiéndole cartas o postales donde me hacía pasar por una joven admiradora, elogiando las películas suyas estrenadas en Madrid, haciéndole la pelota hasta lo indecible. Estaba seguro que él acabaría descubriendo quién era el de las misivas por el retintín que se escondía detrás de las palabras de alabanza, por el cínico tono epistolar cargado de beneplácitos y lisonjas. Pero no sirvió para nada, al menos en apariencia. Luego comencé a enviarle cartas personales, donde intentaba provocarle con lo de: ¿A que no eres capaz de responder? Mientras que por otra parte seguía manteniendo mis críticas a él, a sus películas. Pero el silencio seguía siendo su respuesta.

Y así ha continuado la historia. El acaba de volver a España a presentar su última obra y lógicamente no me ha llamado. En todo este tiempo no ha sido capaz siquiera de darme el gusto de mandarme al diablo, de demostrar que está herido, que en el fondo le importo, que me odia porque me quiere. Algunos familiares comunes han intentado tender puentes, incluso me mienten con palabras piadosas, o me transmiten falsos mensajes crípticos supuestamente procedentes de él, como un lacónico y tambaleante: - Dice que tiene ganas de hablar contigo...., que yo no me creo. O me dan falsas direcciones de correo electrónico que se rebotan continuamente. De todas formas, nunca hubiera sabido como recomponer la base de nuestra relación, sobre que nuevas o viejas verdades compartidas asentarla, de qué forma salvar o asumir la apariencia de las distancias sociales y económicas que nos separan cada vez más. O quizás nada de eso hubiera sido necesario.

No importa. Para consolidar mi independencia y demostrar que mi primo no es una excepción, incluso envalentonado o cabreado por ello, he seguido peleándome con personas, amigos, familiares, vecinos y simples transeúntes. Me basta con encontrar una excusa, un tema agazapado en la historia compartida, un detalle negativo del fugaz encuentro, u oculto en la larga complacencia amistosa. La fórmula la he extendido a otros ámbitos, y me encanta pelearme con las instituciones, enviarles cartas de queja, de reclamación, amenazarles con el abandono eterno de sus servicios rastreros y chatos, o perseguirlas con un eterno contencioso-administrativo de instancia en instancia.
Más que valiente me estoy volviendo temerario. Mi vida ha ido cambiando, complicándose, y todo gracias a mi primo. Para justificarme me digo que no hay que dormirse en los laureles de las relaciones fáciles, acomodaticias, que el mundo está lleno de posibles amigos, de verdaderos parientes del alma. Sólo hay que encontrarlos y empezar de nuevo. Sí..., ¿pero dónde?

Y cuando terminé de escribir éste cuento comenzó mi purgatorio. Descargué mi enfado, y adquirí mi personal kharma con él. Su muerte, dolorosa en la instantánea del suceso, me ha permitido limpiarlo. Bueno, casi.

Norberto Spagnuolo di Nunzio
Madrid, Octubre 2009

viernes, 2 de octubre de 2009

ANTONIO NAJARRO & COMPAÑÍA DE DANZA

JAZZING-FLAMENCO-TANGUEADO. (¿O Tanguizado?) (*)


El Programa de mano no explica nada de lo que vamos a ver. Nada más allá del título, la imagen del jefe, su currículo y el de su compañía. Sorpresa-sorpresa. Y entonces, cuando se abre el telón, lo primero que nos arrebata y emociona es una catarata de música compuesta por Fernando Egozcue, que antes de entrar –y después de salir- en el hall del Teatro de Madrid (La Vaguada, Barrio del Pilar), nos intentan vender en un CD que tiene al genial Ara Malikian como estrella invitada a las cuerdas de su prodigioso violín, y al propio Egozcue como guitarrero, compositor y director del grupo intérprete.
Así empezamos a colegir algo sobre este futuro sorpreson. El violín como protagonista de una música que, difícilmente, uno se imagina, escucha, siente, que pueda ser jazz-jazz.Una música excepcional, que aunque en el teatro no sea Malikian el que ponga manos al fundamental violín omnipresente, el tocador que lo toca, nos toca (el alma), porque hay rotación, como en el gran fútbol, y lo hace de maravilla y con pasión. Pero esto no es, repito, jazz-jazz, aunque su ritmo se quede a menudo detrás del sonido que nos arrastra, emotivo, rítmico, dominante, melancólico y pasional. Sí señores, para el que lo sepa ver y oír. ¡Esto es tango, de lo mejor y más actual!

Tango alumbrado en su momento por el gran Astor Piazzola, y hoy día asombrando al mundo con el trabajo de grupos como Gotan, o Bajo Fondo Tango Club. Porque si no, ¿Qué hace ese pedazo de violín con sus solos de una melancolía lírica extrema, contrapunteado o acoplado a los sonidos del bajo, instrumento clásicamente jazzístico y tanguero, y a la expresiva guitarra del propio Egozcue, o el piano. Arreglos que ya el maestro argentino colocó en la llamada “Música de Buenos Aires” en los lejanos 40/50 del siglo pasado. Y ahora en la guitarra del director, autor e intérprete, que nos recuerda a la de Horacio Malviccino, gran tocador de jazz, incorporado entonces al primer conjunto básico de Piazzola.
En fin, tango por los cuatro costados, donde el jazz, salvo excepciones en algunas piezas, está entrelazado en el ritmo y sentimiento tanguero. Y cuando esas piezas se extienden más hacia el fraseo jazzístico, se nota en el baile de Najarro y acompañantes, que se acercan a las grandes obras de la liturgia danzante americanaNajarro ha sido milagrosamente inspirado por esta música, ha sabido cogerle el aire sentimental, acoplarse a ella y crear una coreografía que le hace honor, sobria, impactante, íntima y emotiva, tanto en las piezas colectivas como en las individuales, donde muestra el buen nivel técnico y compenetración de todos sus bailarines.
¿Y dónde está el flamenquito que anuncia el título del espectáculo? Está, está. Esta en esa conjunción/fusión que Najarro domina tan bien, como ya demostró en anteriores obras. En el repiqueteo de tacones y castañuelas que pueblan el aire del teatro con una musicalidad y fuerza que siguen al espíritu y ritmo de la música. Está en ese bracear por el espacio, tan bien sintetizado, geometrizado, como corresponde a esa música. Bracear que se convierte en “leit motiv” principal en piezas bailadas como solos: “Ser” y “Buddy Bolden”, interpretados por Estibaliz Barroso y el propio Najarro. Y está en la flotante idea de un cierto machismo entre antiguo y modernamente culpable que introduce el director y coreógrafo.
Aire, sensaciones, a veces muy bien acompañadas por uno de los efectos más complejos de esta presentación danzante, el vestuario. Najarro suele utilizar de forma hábil, y con conocimiento, este importante complemento argumental, siempre atraído por esa necesidad de fusión que le domina, de apuntar sin subrayar, de marcar pero no definir, dentro de unos figurines y colores muy próximos a la neutralidad, aún con toques de una expresividad confusa. Así, si en la primera de las piezas presentadas (Improv), parecía que asistíamos a un baile cortés en la Baja California de la época de El Zorro (buena fusión hispano-norteamericana), en otras nos acercábamos a los salones colonial-nacionalistas de la Argentina de la época de Rosas, el caudillo unitario. Y en otros aún, a cierto aire urbano de calles neoyorquinas impregnadas de música de Gershwin. Sin faltar en varios la atmósfera típica de cabaret, de salón de jazz, tango, o de esquina porteña. Y todo ello sin llamar la atención en exceso.
Hay que elogiar además, el correcto uso del espacio escénico, la iluminación, los breves efectos sobre dicho espacio, la complementariedad con la presencia del grupo de cinco músicos, alineados en contraluz sobre el fondo de escenario, como en una foto recordatoria de alguna de las imágenes fetiche de las grandes bandas americanas de jazz. Hemos sentido, ensoñado, disfrutado y aplaudido a rabiar, como hace tiempo que no lo hacíamos. Es un espectáculo que merece -y debería- estar en salas del centro madrileño, como La Zarzuela o El Albeniz, pero nosotros, los periféricos, agradecemos que lo hayan remitido a los suburbios. Y tanto. Me voy a escuchar la versión de Ara Malikian.
¡Ah!, por cierto. Fíjense bien en la foto de portada del folleto, donde aparece el coreógrafo, bailarín e ideológo de todo esto -sobre la música de Fernando Egozcue-, con un gesto donde parece haber acabado de trazar, aledaña, su imagen de marca: el rastro de una pirueta danzante. (¿Lo habra hecho con la punta de su botín flamenco?)

(*) Yanguizar. Técnica que utliza la Macrobiótica ZEN cuando a un producto natural demasiado escorado en sus atributos conviene equilibrarlo. Para ello se lo somete a lenta cocción con gotas de aceite o agua, hasta que se transforma.
Norberto Spagnuolo di Nunzio
Octubre 2 de 2009
http://www.arteqdarte.blogspot.com/

martes, 11 de agosto de 2009

MADRID..., ME VA MATANDO

(Killing me softly with this City)

El último ajuste del Censo de la población española, por simple revisión del Padrón, da 46,67 millones largos de ciudadanos, españoles y demás (5,60 m), residentes en la piel de toro mitológica. A Madrid-Madrid la cosa se le pone en 3,28 millones, y si contamos al menos un 80 % más de pobladores andantes de la CAM (5.24 m) que nos cruzan, visitan, deambulan diariamente encadenados por trabajos, enseñanza, compras o trámites, nos subimos a los....
Es decir, la ciudad soporta una media de cerca de 5 millones de pobladores obligadamente danzando a menudo sobre sus autovías, calles, metro, buses, taxis, etc., cada vez más exiguas para unas cosas, y más crecidas para otras –a veces lo son incluso para un trozo de ciudad, de barrio colmatado- destrozadas, desorganizadas, sucias. Pero menos para el corazoncito, residencial, de trámites, negocios y turismo, usados por casi todos, pero aprovechados y disfrutados por los más avispados y económicamente estables, acotados rectilíneamente entre la Castellana y el Manzanares. Y es ahí donde Ayuntamiento, Comunidad y Estado se esmeran, prosperan, sitúan sus oficinas principales -de gestiones y gestioncillas-, las cambian y recambian, y nos obliga a concurrir a casi todos.
Es el espacio que enorgullece a las autoridades, no sólo a estas de ahora, sino que la cosa viene de lejos, de casi siempre, y el que por lo tanto las autoridades ofrezcan a la otra invasión humanoide económicamente importante, la turística, y a la residente tradicional idem de idem. Vean y comparen si no. Comparen la imagen casi perfecta y lustrada de los distritos centro del norte, en el abanico que va del barrio de Salamanca al de Argüelles/Moncloa, con los del centro sur y más allá la inundación, que decía un tango, incluyendo los densos barrios de la inmigración y el espacio de diversión central, vamos, donde nos constriñen a encontramos para intercambiar. Todavía sigue teniendo razón el arquitecto Fernando Chueca Goitia con su esquema analizador de porciones radio concéntricas de los años 60/70, esquema que partiendo de la dichosa Puerta solar pesa como una losa sobre la capital, y que nadie parece capaz de violar/cambiar/retraducir.
Sí, la Puerta del Sol, ya sea porque se ladeaba hacia el oriente, enfilando hacia la Plaza de Palacio, o porque un gran sol pintado señoreaba la fachada de un castillo hacia el 1520. Antecedentes de grandiosidad receptora como ser el núcleo fundamental de la Villa casi desde el Siglo XV al XIX. Lugar de partenza de procesiones, sucesos cortesanos, arribadas reales a la Villa y Corte, o acontecimientos históricos fundamentales, hasta llegar a dejar escrito, por algún cronista apegado, que la historia de España y la de Madrid pasan siempre por ella.
Así que dada tal categorización imperecedera, era lógico que todo reformador, benefactor, autoridad, urbanizador, etc., y hasta el mismísimo José Bonaparte que dio a la solar plaza casi la forma actual a base de derribar conventos desamortizados, se cebaran en ella para dejar su impronta acompañando a tal encumbrada categoría, culminando dicho afán en el propio y repetidor de nuestros actuales regidores de los tres estadios administradores.
Ahí mesmo aparece nomás, y ahora, la última “Joya de la Corona”, que dicen nuestras orgullosas autoridades, la Gran Estación Central urbana intercambiadora ¡Que fijación centralista y simbólica! Una vez más el dichoso espacio con cara ortogeográfica de “¡Febo asoma!”, baricentro de todas las españas, elegido para salvar la tradición de la patria decimonónica y antecedentes, el corazón latiente de la piel de toro.
Pero, ¿por qué no quedarse directamente en ese corredor norte/sur que tiene mucho mayor potencialidad redistribuidora y excéntrica, como es la lineal ATOCHA (y más al sur) / CHAMARTÍN (y más al norte)?
Sí, linealidad que aporta también carga histórica aunque más jovenzuela y racional, de pensamiento urbano reestructurador y repartidor, paralelismo rectilíneo con distribución homogénea de los núcleos históricamente desarrollados en el viaducto SUR/NORTE de la ciudad, y que no hubiera requerido escarbar para llegar al ombligo de aquella, todos a una, y el último que bote. O sea, basta con la radioconcentridad, cargando y recargando sin cesar esa tendencia infantil y patriótica, subconscientemente dependiente, transformada ahora en el vientre de la ballena que se ha tragado al Jonás de turno. Que NO SOY YO, sino mi circunstancia.
Ya decía en su momento y al respecto el arquitecto Antonio Fernández Alba (Arquitectura y Vivienda. Madrid Capital-1986): “Solidaria (Madrid), de una centralidad patente durante los siglos en que España se constituía en nación, aparece en la actualidad arropada por una cierta nostalgia al no poder contar con una elocuente arquitectura. La villa asumió el protagonismo a la hora de fijar modelos arquitectónicos con los que ordenar la unidad nacional y en el momento de representarla, pero alejada siempre de las opciones utópicas desde cualquiera de sus visones naturalistas, cosmológicas, o geométricas.”
Y eso a pesar de lo mucho que batallaron ilustres pensadores y técnicos urbanos, pero ¡OH pecado de procedencia ideológica, afrancesada, izquierdizada y modernoide!, descalificados por ello mismo: Fernando de los Ríos, Arturo Soria, Secundino Zuazo, Julian Besteiro….
En definitiva, ¿No hubiera sido mejor la Gran Estación Central urbana intercambiadora bajo la Cibeles, sobre el mismo eje de Castellana, uniendo las ya existentes de Atocha, Nuevos Ministerios y Chamartin, y a un tiro de estación de líneas de Metro de la de Sol? Gozando en principio, claro, de un gran espacio para su desarrollo, si descontamos el famoso y poco conocido bunker del Comando en Jefe de las FFAA. E incluso un poco más allá, en la propia de Recoletos, o a caballo entre ambas.
Madrid sigue desarrollándose sobre su ombligo, asustada de poder perder su significancia geométrica histórica, y ante tal paradigma de la memoria genética, no hay racionalidad desacomplejada que valga.

Agosto de 2009
Norberto Spagnuolo di Nunzio
Diseñador Urbano / Diplomado en Ordenación del Territorio

viernes, 3 de julio de 2009

DE MARQUETIN SOMOS

La historia de la historia, y los medios, -de los enteros- nos están arrojando paulatinamente a la jaula sacrosanta de la modernidad, la propaganda, la opinión conducida, la generación y manipulaciones de la opinión pública, que lo es poco y adocenada aunque pretenda disimular y parecer lo contrario, para terminar por convertir todo en un mercado impuesto, en una forma de vida empaquetada con lacitos por arriba y cadenas por debajo, con mucho sexo libérrimo a cada rato.
Este mismo medio que ahora compartimos/uso, puede ser esa perfecta trampa para empaquetamientos homogéneos, pero también su contrario, un frente de lucha abierto y personal, además de un almacén de intercambios y adscripciones voluntarias. Eso creo -¿creía?- yo mismo.
Me refiero más a los grandes imperios de la opinión, de los que forman parte los principales portales y organizaciones de La Red, y me refiero a los distintos medios englobados en grupos: radios, emisoras de TV, prensa escrita, agencias de información, agencias de fotografías, etc. La contemplación de lo que emiten, difunden, y transmiten esos medios, la mayoría, con la ayuda de la bendita y obligada propaganda de productos, formas de vida, cánones de belleza, etc. -casi todos iguales-que buscan convertirnos a la Nueva Religión de la cultura única, la belleza ídem, las ideas semejantes, la pérdida de la conciencia política diversa, etc., y que también extienden hacia las formas de vida. Sí, son los políticos principalmente responsables en su necesidad biológica y timorata de lo dual los que nos están llevando a esas forma de pensamiento único con variables sólo de tono o grado.
Lo explica perfectamente un interesante libro recién publicado por CATARATA y presentado en la última Feria del Libro de Madrid, Junio de 2009. "EL CRECIMIENTO MATA...., Y GENERA GRISIS TERMINAL" Su autor, un pertinaz estudioso en biodiversidad, y adaptación a la naturaleza: Julio Pedro García Camarero, Geógrafo e Ingeniero de Montes, ex funcionario del IVIA valenciano, perteneciente a tres generaciones de científicos humanistas e investigadores, quien nos advierte, con todo lujo de detalles y razones, que si seguimos así nos dirigimos hacia el desastre moral y económico, hacia la pérdida de libertad y verdad personal para entregárselas a los agentes económicos y de la opinión pública, y terminar acabando con los recursos que esa naturaleza nos brinda.
Este Blog, al que ya han comenzado a investigar los administradores del Portal mayor dudando, sin pruebas contrastadas, de que pueda haber emitido, alguna que otra vez, perniciosos SPAM, mientras que realmente, en las páginas de búsqueda, nunca ha aparecido tal duda o sospecha, hasta ahora, con tal sambenito calificatorio, así que esperamos poder seguir publicándola a pesar de la amenaza de cierre post verificante, por las dudas dicen o quieran decir, creo.
Por eso ahora esperamos que nos llegue la bendición en 48 horas (según ellos), por ser buenos (¿?), o la suspensión ad-finitum por ser lo contrario (¿?, también). O casi, tal vez, quizás, puede ser, ya lo veremos. Aunque ahora, o por ahora, digan en respuesta que el tal blog no está blogueado. ¿O sea, qué?
Y en eso estamos.
antonio di luca / editor + equipo de redacción