viernes, 16 de marzo de 2012

A KING-KONG NADIE LE HACE CASO, POR ESO ESTÁ MELANCÓLICO

Sobre todo me refiero al autor de la obra, que acabo de ver dentro de la sección "Las Abadías en Marzo. 2012" (CAM. Teatro de La Abadía. 14/15 del mes), obra a la que ha colocado el resbaladizo título de "La melancolía de King-Kong". ¿Y cómo no? ¿Cómo el más que muerto, y heroicamente muerto, gorilazo romántico no va estar melancólico, si el autor lo resucita para condenarlo a una mediocre pequeño burguesa vida de partenaire fracasado de la rubia Fay -teñida dice, que no me lo creo-, y quitarle sus laureles de resistente salvaje? Oigan, que eso ya lo han hecho las metrópolis occidentales con todos los homólogos, y estos siguen resistiendo, muertos o vivos. En realidad el autor nunca ha querido hablar del fracaso burgués del hombre mono agigantado y brutal en puritita defensa personal. Lo que ha querido, deseado desde siempre, bueno al menos desde que la conoció, es darle a la rubia en carne teatral, nunca mejor encarnada por esa riqueza de actriz que es Lidia Otón, el papelazo que le permite hacer -y cualquier otro también- de esa mujer que alguna vez, románticamente inspirada, fué suya, del gorilón tierno, y los americanos convirtieron  en atracción de feria.
Obra bien dirigida -Carlota Ferrer- sobre todo en la concepción dinámica de la escena, sus recursos espaciales, sus juegos si no cinematográficos sí de vídeo casero, como para hacer una porno. Porno latente hay en el espectáculo, y también aires Art Decó, pero todo se queda en truco de vodevill, de varieté de tercera. Y entre esas mezclas posibles y a veces delirantes, una auténtica víborita de escaparate hogareño sacada a relucir en brazos del infante (¿?)
En cambio, debemos castigar y castigamos, como decía "La Codorniz" en aquellos tiempos, al Sr. Autor del texto -José Manuel Mora- por meternos al King-Kong heroico de por medio, y joderlo más que Arhur Miller a su Viajante, dejándose morir, como el gigantesco mono, por abandono social, por arrinconamiento, por pérdida de interés vital.
¿Por qué ha elegido el autor esta triste epopeya de resurreción, y además le ha quitado protagonismo, aunque quiera atraerlo con el título, y se lo ha regalado todo a "la chica"?  Por lo que comentábamos más arriba, y porque a las chicas siempre hay que explicarlas más, sobre todo ahora, son más complejas caracterológicamente hablando, y generan más entuertos, acciones, reacciones y despendoles varios, hasta que se dan cuenta de algo, que sabían, pero no "aggiornaban".
¿Por qué este autor juega a tal reencarnación y mantenimiento post morten de la relación iniciada en la selva perdida, y finalizada en el Empire State Buiding al estilo cabalgata de Las Valquirias? ¿Y por que la trivializa, la sodomiza, la vuelve una ruina imposible como la de cualquier pareja donde ella, mujer, tiene salidas varias en un mundo masculino, y el, Gran Mono, sólo afronta el fracaso como Hombre?
Pareja de Performers, indica el autor, pero eso es darle demasiado título a sus oscuros números más propios del Molino Rojo y en segundas. Así que la chica se sacrifica para mantener a la familia, y porque no puede quitarse de encima que era una estrella bajo los focos volátiles del Hollywood dorado. Y oigan, que además comparte hijo que ha engendrdo con el gorila salvaje dominado, y eso implica necesidades económicas varias, y sobre todo sacrificadas. Es decir que el autor hace también un guiño, no se sabe si político o de actualidad, al tema de "la crisis" que nos azota a todos, en especial a los Performers. Sí lo sabrán los de verdad.
Este encarnado retoño de edad tan indefinida como la verdadera catadura monstruosa, resucitada y civilizada del KONG -llamado así cariñosamente en la obra- interpretado por un dúctil actor de buena acción corporal, y que además, para completar la caída del imperio amoroso, da vida al amante millonario y salvador de la Bella sin la Bestia, ex aviador justiciero del mono. Vaya trío en cuadrilátero. Total que el hijo está más apegado al padre, y lo comprende más que su madre, a quién el retoño crecidito atribuye la desgracia familiar por andar por ahí de puta, ella, la otrora grácil y sensible rubia engañadora a la fuerza, cuando se dejó convencer para ir a la Isla Misteriosa a rodar una peli, y la obligaron a ser el anzuelo lujurioso.
Así que: Maravillosa la actoraza, candidata a uno de los próximos MAX de teatro. Asumible el niño-amante (curiosa mezcla escénica propia de Edipo pero disimulando). Y desgraciado de verdad, en historia, texto abreviado, encarnación transformista, del que hace del Gran Mono, escuchimizado al nivel de un simple mortal. Pero el actor hace lo que puede con dignidad, y asume una buena gestura corporal. Yo creo que el que lo ha liquidado de nuevo es el autor, y nunca se lo admitiré. Vaya chiste más malo. (El del autor)

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