miércoles, 24 de octubre de 2012

BLANCA NIEVES EN BLANCO OSCURO

¡Acabáramos! Por eso se ha elegido a la  mal repasada adaptación española del legendario cuento como representación en la fiesta del cine guiri por excelencia: ¡Los OSCAR! Porque retrocedemos a los tiempos del NO*DO para contar una de toreros, toros, mujeres toreras y enanitos idem en la época brillante de la Fiesta, cuando andaría por ahí el mismísimo Hemingway. Heroicas aventuras de una leyenda del toro hasta que cae, como casi siempre, en brazos de una perversa mujer ávida de su elevada fortuna. ¡Vaya palo para para las comidillas profesionales! ¿Donde está la magia de todo esto? En la mirada del toro, ya se sabe, que ese sí que sabe, y en la pequeña Blancanieves encarnada por una encantadora niña actriz que recuerda, y mucho, la expresividad de la inicial Elena Anaya.
Y a partir de allí, no la Blancanieves verdadera sino la típica historia dramática y finisecular, folklórica, incluídas bailarinas y cantaoras de flamenco, y una pobre niña huérfana de mujer de torero y maltratada, que aprende a torear gracias a su lisiado padre torero pillado infraganti por el toro-torito-toro de marras. Para completar emoción localista andaluza, Plaza de la Maestranza nominada para disimular de otra forma. Más paño torero imposible.
Y todo justo ahora, que los catalanes se toman la venganza torera por su cuenta e incendian los palcos antitaurinos de la piel de toro. Vaya coincidencia.
La mala malísima, mucho menos que en la peli del Disney, mata gallos, hace sado-maso con su chófer, y viste de negro en cuerpo y menos alma de esa buena y dúctil actriz que es Maribel Verdú, aquí veritablemente flaca para poner cara de cuchillo afilado y ojos matadores de toreros y toreras sobrevenidas. ¿Y todo para que? Pues sólo por el parné, ay mi arma.
¿Por qué vuelve la España clásica a atosigarnos con esta alegoría más de película sobre Manolete, con Brody y la Pataky, que de ese dulce personaje blanconevado que no toreaba ni a los enanitos?
Buenas cosas en las imágenes y tonos, filmación, encuadres, etc., no tan buenas en el imparable acompañamiento musical de seguimiento, que dice la propaganda que es el hilo conductor, cuando en realidad a uno le dan horribles ganas de que pare de una vez.  Encantador el enanito torero perverso ya destacado en las versiones fílmicas de Mortadelo y Filemón.
¡Aaayy, que merengue más español! ¡Casi ná! ¡Viva Joligú!

Norberto Spagnuolo / www.arteqdarte.blogspot.com

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