martes, 21 de agosto de 2007

VIVIENDA FLEXIBLE

(Para: "La Mujer Construye")

Según los estudiosos de la vieja Astrología, los creyentes del Zodíaco, los instruidos en lo oculto o revelado, la humanidad -habría que ver cuál- acaba de transitar el umbral de la Era de Acuario procedente de la de Piscis, paso que se verificaría cada 2.000 o 3.000 años. ¿Qué significaría esto ahora?. El tránsito de lo objetivo a lo subjetivo. De la sistematización ortodoxa de las grandes religiones modernas, del triunfo de la razón y la ideas de las grandes revoluciones al dominio de lo sensible, lo intuitivo, incluso al triunfo de lo trinitario sobre lo dual. Es decir, del intento de encuentro y despertar del Yo profundo. Algo que la mayoría de las antiguas religiones orientales plantearon ya hace tiempo.
La ciencia, como es sabido, niega veracidad a esa parte mistérica y precientífica de la Astronomía. ¿Cómo puede entenderse el mundo por la interpretación de la influencia de los astros con sus movimientos sobre el hombre y su circunstancia? ¿Y que astros? En el curso de los más de 6.000 años que han transcurrido desde la fijación por varias culturas de los parámetros de la lectura astrológica (sumerios, babilonios, asirios, egipcios, aztecas, incas, etc.), el universo se ha estado moviendo, la tierra ha recorrido millones de kilómetros hacia algún punto del infinito. ¿Son aquellos astros y constelaciones los que aún rigen nuestros destinos desde sus mismas posiciones? Heráclito mismo lo niega. Y el sociólogo Enrique Gil Calvo lo confirma actualmente (Nacidos para cambiar-2001)
Sin embargo, es cierto que el ser humano, al menos el de nuestra occidental civilización desarrollada, busca cada vez más la verdad en su interior, que acaba casi de echar por la borda más de 200 años de búsqueda racional y colectiva de la igualdad, la fraternidad y la libertad, marxismo incluido sobre todo. Y que comienza a creer en una nueva religión, la de auto realización, aún por definir y explicar verdadera y profundamente.
Racionales y filo marxistas eran, éramos, los que acudíamos al primer seminario que se realizó en España sobre Automatización de la Forma, Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, curso 1971/72, director Ernesto García Camarero, matemático e investigador de la ciencia, el discípulo más joven de Rey Pastor. Uno de los temas de estudio y trabajo más sonoros y complejos fue el intento de descripción analítica de las acciones residenciales para su posterior automatización a través de algoritmos matemático-geométricos encadenados. El responsable de esa sección de estudios era el Arquitecto Seguí de la Riva, por entonces brillante profesor de la cátedra de Análisis de la Forma en la ETSAM. Curiosamente, el resto de los participantes eran en su mayoría artistas plásticos empeñados en codificar matemáticamente la libre expresión pictórica en lugar de hacerla a mano.
Definir y codificar las actividades de un ser humano durante su ocupación diaria y cotidiana de un receptáculo físico acondicionado, la vivienda, era algo no sólo casi imposible sino hasta arbitrario. En definitiva, describir y prescribir las funciones vitales cotidianas de un ser variable y transformable por naturaleza divina para poder así construirle la jaula perfectamente adaptada. La vida que vivimos en cada momento, en cada época -se ha demostrado hasta el infinito pero no se práctica- es sujeto del tiempo, de la naturaleza singular de cada individuo, del accionar común del grupo impulsado por resortes compartidos que cambian y se modifican continuamente, pero que nos obligan, nos obligamos, como en el ejemplo del Centro de Cálculo, a "modelar".
Alexander y Chermayeff, poco antes de aquella experiencia, intentaron también definir el campo de la vivienda adaptable y transformable, pero al mismo tiempo se empeñaron en describir esos procesos cotidianos de interacción del ser humano con el entorno, ya sea macro, el urbanismo, el pasaje construido, como micro, la vivienda, el trabajo. La propuesta de flexibilidad para la vivienda era uno de los temas. Ese y la necesidad o búsqueda económico-cultural de la personalización de esa vivienda, asunto que pronto se ligó a la propia participación en su definición-construcción. En uno de sus artículos dedicados al tema en cuestión, Alexander dice: "La variedad que un diseñador puede dar dentro de un proyecto de vivienda en gran escala es necesariamente trivial: crea diferencias superficiales". (El Sistema Pared Profunda-1968. Architectural Design).
Variedad, Flexibilidad, Alternancia. Se corresponden con las necesidades de las modernas sociedades, y sobre todo con los intentos de formas nuevas de vida, la juventud. Y no tan nuevas y necesitadas, la estrechez, la pobreza. Pero también, ahora, con nuevas maneras de entender la relación con el entorno, con nosotros mismos, con los demás.
Por esos tiempos, algunos arquitectos españoles trabajaban ya en operaciones de desarrollo de barrios o conjuntos urbanos residenciales donde se intentaban imponer sistemas constructivos modulares que dieran opción a la participación del futuro habitante en la reinterpretación del uso interior, bien en el momento de su construcción, bien en la posibilidad aportada por el transcurrir del tiempo, y de la variación en el uso. Algunos de estos barrios se construyeron en las décadas de los 50 y 60, con aplicación de conceptos racionales, pero permitiendo cierta versatilidad cara al futuro. El arquitecto Bofill hizo varios intentos allá por los finales de los 70, incluso antes. La Ciudad del Espacio, en Madrid, animada por actores y boicoteada por el gobierno. Y después Walden 7, aplicando transformaciones residenciales flexibles a una estructura previa industrial, una fábrica de hormigón en Reus. De ambas ideas se prendieron buena parte de la, por esa época, mal llamada gauche divine, yo entre ellos. Walden 7 fue un éxito cultural, pero un fracaso vivencial a la larga y no tan larga prueba de la experiencia directa; la "prueba del algodón", vamos. Las viviendas, pequeños módulos sin definición estructurada de usos disímiles aparentes, terminaron por cansar o mal disponer a sus habitantes de la vanguardia cultural y política. Otros dijeron que el problema se debía al mal uso de los materiales, otros que era la forma de relacionarse y acceder en medio del aire, lo que confería cierto grado de inestable y crítica interrelación con el entorno.
Pero esto ya se hacía en la protohistoria y en algunas de las culturas antiguas o tradicionales conocidas. Por ejemplo en la típica casa mediterránea auto construida, a la que se va agregando células habitacionales a medida que el núcleo familiar original se subdivide y crece, y variando por lo tanto las relaciones entre las partes, nuevas-viejas, y los puntos focales de intercomunicación. Un vero ejemplo próximo me lo recuerda como algo que debe estar inmerso en el inconsciente colectivo, o en la satisfacción básica de la necesidad de cambio y evolución. Unos familiares de mi sección española fundan en la inmediata posguerra civil un centro educativo, formación básica y bachillerato. El centro se ubica en dos grandes pisos de la entreplanta, unidos para la ocasión en un edificio de la burguesía en el barrio madrileño de centro, próximo a El Prado. Cambios y modificaciones de las distintas leyes educativas, prescripciones de espacios, aulas y anexos complementarios, más problemas en la estructura profesoral del propio centro, hacen que el centro termine cerrándose a mediados o finales de los años 50. Ese enorme espacio subdividido y simétrico, como en un espejo, se transforma entonces, temporalmente, en la vivienda de la familia propietaria, un matrimonio, sus dos hijos, y algunos familiares inmediatos pero transitorios que van y vienen. La familia entera recuerda aquellos pocos años como un momento feliz, sobre todo los que entonces eran niños, hijos, primos y demás. Las habitaciones, antiguas aulas, a su vez más antiguas aún habitaciones adaptadas, van utilizándose alternativamente, en una ronda situacional familiar y personal que se muda al siguiente espacio habitable cuando el anterior se satura de vida compartida y de objetos cotidianos. Mientras tanto, la otra parte de la casa, la circunstancialmente inhabitada, se convierte en un lugar misterioso y fantástico, poblado sólo por la imaginación. Unos pocos espacios de características más estrictas y con dependencia técnica se usan como centros básicos e inamovibles de ese deambular, como lugares de encuentro preestablecido, habitual y trans histórico: los baños, la cocina, la despensa. La casa entera, las dos casas gemelas, son vividas así en un deambular inconstante a través del tiempo. La casa se anima y cambia, se reproduce sin ser nunca la misma pero conservando el espíritu del lar en medio de un producto dedicado a lo cultural.
Supongo que el interés de La Mujer Construye por este tema surge en parte de la reciente salida al mercado de una propuesta de la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid (EMV). Quizás la propia oficina municipal de la Mujer les haya encargado este Foro de análisis. Aquellas son pocas viviendas a la venta como experiencia de innovación en el campo de la demanda más joven. Viviendas que son en realidad una caja calada con variaciones y cerramientos interiores móviles, paneles escamoteables, armarios corredizos, espacios modificables en geometría y uso posible, transitorio. En definitiva, mucha tecnología y diseño en casas pequeñas, aunque no tanto, que acompañaran al individuo joven y moderno, con cierto poder adquisitivo, a la pareja, incluso al primer hijo, durante un tiempo. ¿Cuándo comenzará a cosificarse el espacio, a hacerse permanente o casi? Habrá que verlo.
La sociedad moderna, desarrollada, a la que pertenece, en parte, España, es dinámica. Los gustos cambian, se modifican, se aceleran. Hay barrios enteros que han sido destrozados en su previsión constructiva inicial por el expansivo afán de personalización de la vivienda. Por ejemplo Ciudad de los Poetas, de la que en estos momentos preparo o intento realizar una exposición. Este conjunto programado en los 60 fue diseñado con aquella carga de posible modificación interior que comentaba al principio. Modulado en su totalidad constructiva, adentro-afuera, los interiores fueron distribuidos con la clara y patente posibilidad de su transformación fácil y enriquecedora por las distintas variables familiares. De hecho, por esa sugerencia latente, y por la propia cercanía a sus autores, muchos iniciales residentes procedentes del campo profesional o artístico, hicieron transformaciones que aportaron hasta ocho modelos diversos con sus particulares acabados a esa distribución inicial. Pero el compromiso era serio, el envoltorio era común, y objeto de culto y respeto. El conjunto fue entonces admirado como un paradigma de diversidad interior, la vida de cada uno, la libertad personal, pero compartiendo lo común, lo externo, la igualdad, la fraternidad. Eran tiempos pre y post democráticos. Afianzados en el crecimiento personal propagandístico, en la actualidad lo común y externo se ha plagado de personalismos, lo individual, lo personal e interior, se repite hasta la saciedad. Es decir, se prefiere, o se decanta, o se impulsa hacia la apariencia externalizada, en lugar de la vivencia y expresión personal y auténtica, pero necesariamente interior.
La crisis argentina ha golpeado la industria como nunca. El abandono de las estructuras industriales en el mejor frente urbano de la ciudad que mira al río, y en algunos barrios interiores, ha provocado su transformación en sistemas residenciales decantados por la fórmula americana del "Loft", espacios vivideros grandes y multiusos, células de servicios intercambiables. La imaginación de la gente y la tradicional cultura manufacturera del país, de sus clases formadas, ha hecho el resto. En España el fenómeno también comienza, pero aquí, salvo en Cataluña, es una fórmula hueca y manida de propaganda inmobiliaria. Se diseñan "Lofts" en oscuros y pequeños restos residenciales de las antiguas casas del centro de las ciudades, sobre todo en Madrid, a las que se agregan simulacros de imagen industrial y se quitan paredes, definiendo espacios mayores que lo normal, pero de dudoso aprovechamiento múltiple. Y ya está el mejor producto para jóvenes modernos e inquietos listo para ser cobrado a precios astronómicos aún a pesar de su escasez material.
Los grandes cómicos del cine de los años 20, 30 y 40, Chaplín, Keatón, Lloyd etc. ya hicieron entonces la demostración risible pero fulgurantemente imaginativa de las posibilidades de personalización flexible de la vivienda mínima. Keatón, sobre todo, en esa maravillosa película sobre el oeste americano. Las viviendas flexibles siempre han sido la de los pobres, la de los trashumantes, la de los hombres del espacio, la de los trabajadores de zonas oscuras. La famosa mesa plegable, la cama que se escamotea en el armario, la mesa de comedor que sube y se convierte en lámpara, la cortina que separa el dormitorio de la cocina en la chabola, el retrete que se oculta por debajo de una tabla que da vuelta. En ellas está todo lo que podemos aprender al respecto.
Últimamente trabajo en un estudio sobre lo "heterodoxo en la vivienda". Es decir, lo personal, incluso lo visionario, o loco, lo que escapa del paradigma de lo aceptado culturalmente, de lo dominante, ya sea por el sistema, ya por los atavismos culturales. Todos los que se han arrojado a esta necesidad compulsiva de la vivienda que ejemplifique libremente lo que son, lo que postulan, lo que creen y tratan de comunicar sin deseos dominantes o expansionistas, sin modelos o dependencias culturales en vigor. Toda esta gente ha huido de la vivienda colectiva en estructura compartida, son por lo general chaleteros, o auto constructores de la casa propia, imaginada, soñada. Utopistas en el mejor de los sentidos, pero les sobra espacio. Lo que ellos quieren es su propio palacio, como en los mejores cuentos. ¿Y quién no?
El cambio de rol de la mujer amparado quizás en la nueva era de Acuario, la de la subjetividad, es fuerte y decisorio en la nueva cultura social. Quizás sean ellas las que mejor definan la carga de flexibilidad que deberá incorporar la vivienda del futuro. Quizás sean ellas quienes conduzcan mejor el proceso de encuentro con lo que de verdad somos, no con lo que estamos. Ese ser será por definición flexible y variable, pero único e igual al sí mismo profundo.



Norberto Spagnuolo di Nunzio
(Publicado en web La Mujer Construye, y otras)
Abril 2004

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